Pero, a pesar de haber atravesado bastante nieve cuando pasábamos por Tuéjar, al llegar a nuestro destino comprobamos abrumados que allí no había casi, pero decidimos hacer la ruta que teníamos prevista. De todas formas, siempre nos quedaba la opción de ir a Tuéjar... o París.
Nos mantuvimos fieles a la ruta por Alpuente porque aunque Clint Eastwood dice que "esta clase de certeza sólo se presenta una vez en la vida"... a José Manuel se le había presentado por segunda vez la certeza de que encontraríamos nieve.
Así que nos pusimos todo (y digo "todo") lo que llevábamos encima y con una temperatura de
-3º centígrados nos dirigimos a la salida del pueblo, viendo enseguida los primeros carámbanos de hielo, que con sólo mirarlos se te metía aun más el frío en el cuerpo.
Nos acercamos hasta la cascada en la que el agua cae desde bastante altura y pudimos comprobar también las muchas estalactitas de hielo que se habían formado en sus paredes. Iniciamos la subida dejando atrás el barranco de Alpuente.
Nos deleitábamos con la contemplación de los enormes cortados de roca.
Hasta el mismo borde de este cortado llegan algunas casas del pueblo. Se pueden ver allí arriba a la izquierda.
Aquí tenemos a José Manuel llegando a la zona recreativa donde nos había guiado para almorzar, esta vez sí, a la hora exacta estipulada por el Sindicato de
senderistas. Y en una mesa, bueno, una piedra con un mullido mantel blanco, dispusimos las viandas que llevamos para compartir entre todos. Hasta 3 botas salieron a la luz y claro, había que probarlas todas y también una botella de coñac, sí, además de las
agradecidas pe-
ta-
qui-
tas,
Kike trajo una botella entera.
Este fue un momento gracioso ya que José Manuel, tras comprobar que la capa de hielo parecía muy gruesa, se puso a andar con cuidado por el charco y la gente le empezó a imitar, hasta que fueron tantos los que el hielo tuvo que soportar a la vez que crujió y se partió en un punto, haciendo que José Manuel
Junior metiera un pie de lleno hasta el fondo. Se juntó con que Nuria, creo que de la risa que tenía y por
huir del charco, resbaló con el hielo y dio con el
pompis en el suelo.
Llegamos al desvío donde se inicia la senda de subida al Cabezo y para nuestra satisfacción, estaba totalmente nevada con una buena cantidad de nieve en polvo que en muchas ocasiones nos llegaba por el tobillo.
La subida se tornó exigente, lo cual no estaba mal para que generáramos nuestro propio calor corporal, aunque cuando llegamos a la cima un viento glaciar se había apoderado de ella y no pudimos ni hacer arriba la foto de grupo porque la gente huyó en menos de un minuto. Yo intenté mandar un mensaje por el móvil y además de que el viento me movía, mis dedos casi no respondían. La sensación de frío allí a causa del viento era muy fuerte.
Al iniciar el descenso aun arreció más la ventisca levantando como si fuera polvo la nieve, que parecía arena cuando te daba en la cara.
En la bajada yo me había quedado retrasado y el grupo descendía con precauciones pero como necesitaba mi dosis de adrenalina, empecé a bajar corriendo a la trocha y cuando pasé al grupo, seguí la huella que habíamos hecho a la subida, a la vez que ví que tiraba tras de mí
JM junior, al que también le gustan las emociones, y había que vernos saltando en los cambios de dirección con los pies juntos como si
estuvieramos en un descenso de esquí alpino. Ahí le tenemos en la primera imagen en plena persecución.
Volvimos al camino que habíamos dejado al iniciar la subida, que presentaba placas de hielo, las cuales tras varios avisos hicieron que yo también probara el suelo con mi trasero. Pasamos por otra área recreativa donde aquí sí, protegidos del viento, hicimos la foto de grupo "a varias escalas".
Primero por senda y después por un trozo de pista nos íbamos acercando a Alpuente, donde teníamos los coches, regalándonos el paisaje más vistas de la peculiar situación del pueblo. Me recordaba en cierta medida a Xodos.
Y así dimos por finalizada esta estupenda ruta, sobre todo por la subida y bajada al Cabezo, echando de menos a los amigos que no pudieron venir en esta ocasión, aunque esperemos no tener que ponerles más faltas.
Un saludo y hasta la próxima.
Muy bonita la panoramica, ha valido la pena aguantar el frío que debería hacer con el viento.
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