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Este sábado volvíamos otra
vez a la zona de la Vall de Segó, donde hemos estado en dos ocasiones en las últimas
semanas. Esta es la segunda ruta que nos llamó la atención cuando hacíamos la
ruta de El Tabalet y la Creu de Quart, que en la lejanía nos atraían como cantos de
Sirenas.
Una era la ruta de la cruz blanca en El Alto de la Frontera, que se
veía a lo lejos pintada en la pared de un acantilado. La otra eran las Torres
y el Castillo de Almenara pero uniéndolo con el Vértice del Alto del Cid, en la
otra parte de la autovía.