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sábado, 19 de junio de 2010

Chulilla-Charco Azul-Frailecico-Pinturas Rupestres-Barranco de Vallfigueras-Chulilla

Este sábado 19 de junio había un alud de propuestas.

Vistosa y acuática: La que proponía José Manuel por el Ebrón, pero la he hecho dos veces recientemente y pienso que el agua estaría muy fría.

Cañera: La que proponía Kiquet, que es muy bonita pero dura y esta semana no me apetecía tanta caña.

Otra: Me apetecía hacer una ruta que no estuviera lejos, que no fuera muy exigente y que tuviera algunas cosas para disfrutar visitándolas.

Mi propuesta era hacer una ruta por Chulilla visitando el Charco azul, El frailecico, Pinturas rupestres, el Barranco de Vallfigueras y Mirador de la Cruz. (Serían unos 16 km de dificultad media).

Al final nos dejamos el Mirador de la Cruz para otra ocasión, por lo que la ruta redujo algo su kilometraje. Lo anuncié en mi blog por si alguien quería apuntarse pero era ya viernes y supongo que un poco tarde.

La información de la ruta y el track lo obtuve de la página de "Esas pequeñas cosas" que publicaba un tal Guisso y que hace una crónica detallada de la ruta con todo lujo de explicaciones. Parte de esta ruta también la hizo el antiguo grupo de Paco Carrera el 11/06/2005 donde participaban unos jovencillos Kiquet y José Manuel. Almudena estaba igual que siempre, es como si fuera ella a quien pintaron en el retrato de Dorian Gray.
Mi hermano quiso acompañarme, por lo que juntos y a las 6’45, comenzamos nuestro agradable “paseo”. Nos dirigimos hacia el pueblo para localizar la bajada a la pista, que enseguida se convierte en senda y nos llevaría al Charco Azul.

La entrada al estrecho barranco la protege esta roca (ha salido algo movida porque no había apenas luz) que parece la silueta del rostro de alguien con cara de pocos amigos.
Debido a las constantes lluvias de este invierno y primavera y a que había llovido la noche anterior, el paraje rezumaba agua por todas partes. La acequia que discurre al lado de la pasarela iba llena casi hasta el mismo borde.



Llegamos al Charco Azul, que es un lago que se encuentra después de una pequeña presa. En el lateral derecho y sujeta a la pared discurre una pasarela por unas maderas, sobre una estructura fijada a la pared y que mediante una rejilla metálica protegía a la gente de posibles caídas al agua, pero que en el estado en que se encuentra ahora sería un peligro si el armazón cayera al agua cuando está pasando alguien. Cuando visité esta zona hace bastantes años, la pasarela llegaba hasta la presa y era muy emocionante pasar por ella, porque ibas a un metro por encima del agua todo el rato hasta el dique. Al parecer se desprendió la mitad del final y no la repusieron y lo que queda no ofrece muchas garantías ahora de su paso, por lo que ni lo intentamos.


En teoría, a continuación había que volver por la senda botánica pero desde arriba habíamos visto que el río iba muy crecido y que inundaba las rocas por las que se pasa, por lo que decidimos volver por la misma senda por la que habíamos venido. Una vez superado el vado, enlazamos con la senda botánica pero tuvimos que abandonarla otra vez porque más adelante volvía a estar con el agua de parte a parte. Volvimos hacia atrás y retomamos la otra senda que circula a más altura y más adelante, a la altura de un área recreativa volvimos a bajar y enlazarla.

A partir de aquí se circula por una pista que atraviesa dos veces el río por unos curiosos puentes de hormigón y maderas.



Más adelante vimos un cartel que rezaba “Fuente Las Canales” e intentamos acercarnos pero cuando llevábamos un trecho nos dimos la vuelta, ya que la vegetación estaba bastante tupida y mojada por la lluvia de la noche anterior. Regresamos a la pista y en la parte derecha del barranco se veía la imponente silueta de la Cueva del Tesoro.




A continuación vimos otro cartel que indicaba “Remanso Las Mulas” y allá que nos fuimos. A éste sí que pudimos llegar y efectivamente en un remanso del río en el que al parecer la gente se baña.


Había que tener cuidado ya que el terreno estaba húmedo en estas zonas y era muy fácil pegar un resbalón. Un pequeño traspiés me hizo patinar un poco y recordar la escena de “Risky Business”, en la que un jovencísimo Tom Cruise se queda solo un fin de semana en la casa de sus padres y se dedica a divertirse haciendo de las suyas…


Al hilo de esto también me vino a la cabeza la misma escena pero protagonizada esta vez por la modelo Heidi Klum, con motivo del anuncio del juego “Guitar Hero”…


Heidi repitió el mismo video un día que estaba un poco más rebelde…


Y para no ser menos, éste ya es la monda, es el que le gustará más a Toni, en la mismísima Mansión PlayBoy y con su dueño Hugh Hefner…

Cruzamos otro puente, esta vez más convencional y cogimos la senda que, en una constante subida, nos llevaría a la cima del Frailecico. Hay alguna pequeña trepadita y han puesto unas cadenas para ayudarse pero que no hacen prácticamente falta.



El Frailecico es una roca vertical que se sostiene en precario equilibrio. Se pasa cerca de ella y se sigue por la senda hasta la cima, desde donde se observan unas magníficas vistas. En la misma cima, al lado de los restos de una antigua construcción, se encuentra lo que parece haber sido un algibe. Desde la cima sale una senda que se dirige a la Cueva del Tesoro pero que no entraba en nuestros planes de ese día.




Hay que volver sobre nuestros pasos hasta llegar al desvío que cogimos para subir y seguir ahora por la derecha hasta una posterior bifurcación que nos llevaría a las pinturas rupestres. Frente a nosotros y a nuestra izquierda vemos el Barranco de Vallfigueras, cuyo lecho recorreríamos después para regresar.




Continuamos la senda en leve ascenso hasta llegar a un poste que indica la presencia de las pinturas. La zona donde están ubicadas las pinturas se ve claramente en la pared de enfrente del barranco. Se han habilitado unos escalones y hasta una escalera de madera para facilitar el acceso. Es un precioso paraje. No me extraña que en este lugar les saliera la vena artística a los antiguos moradores. Se observan bastante bien en la piedra varios motivos de escenas animales en trazos granates.


Almorzamos en la frescura de unas losas de piedra que hay en el lecho del barranco, comentando que estábamos disfrutando de esta ruta por todo lo que íbamos viendo y acompañamos los bocatas con dos cervezas fresquitas que yo había transportado hasta allí en mi mochila.

Cuando hubimos terminado las viandas, la crónica de Guisso decía que se podía acortar por el barranco e iniciamos el descenso, pero transcurridos 5 minutos volvimos a leer y nos dimos cuenta de que por allí se acortaba demasiado y nos perdíamos una bonita senda, por lo que dimos la vuelta, volvimos a pasar por laa zona de las pinturas y remontamos el barranco por su lecho, en el que hay marcas de PR y que va desapareciendo según nos acercamos a su cabecera.


Abocamos a una pista abandonada que hay que coger a la izquierda. Continuamos un rato hasta que vimos un solitario poste. En este lugar hay que estar pendiente porque si se va hablando es fácil seguir por la pista y no verlo. Hay que girar a la izquierda y caminar por la senda que nos irá bajando por la ladera del barranco hasta el mismo lecho. Una vez en él se pueden seguir de frente y en ascenso las marcas de PR, que nos llevarían a la senda que utilizamos para ir a las pinturas, o seguir por el interior del barranco.





Nosotros elegimos esta última porque parecía ¡más divertida! A buscarse la vida para pasar entre los grandes piedros... Según relataba Guisso, y es cierto, hay dos veces en que las cosas se ponen un poco complicadas, pero haciendo caso a sus indicaciones e intentando pasar por la izquierda, no encontramos un gran inconveniente.



Esta es la imagen de la zona por donde salimos del precioso barranco. Desemboca en una pista que parece que esté esperándonos y la cogemos por la izquierda para regresar a Chulilla.


Enseguida tendremos unas vistas del Turia y del pueblo con su forma de “V”.




Llegamos al pueblo, pasamos por la plaza y por la fuente (ambas estaban en obras) y continuamos hacia los coches, dejando la subida al Mirador de la Cruz para otra ocasión, ya que se nos hacía tarde. Nos refrescamos en la fuente que había al lado de los coches y sobre las 12’30 emprendimos el regreso.
Una preciosa excursión, recomendable, y que se puede alargar y acortar a voluntad según se den las circunstancias.
Al circular entre barrancos la señal del GPS se mareó bastante. Cuelgo el track reconstruido, en el que se puede seguir el recorrido. Los datos de la ruta los pongo en esta tabla.

Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargaros el track haciendo clic aquí: PABLOONCE.

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