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"Del buen suceso que el valeroso Don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación".
"Del buen suceso que el valeroso Don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación".
Tras dos semanas "especiales", una con la fantástica ruta por Els Ports y otra con la carrera de Chelva, volvíamos a las andadas, bueno, a los vértices. Le tocaba el turno al 7º vértice en altura de la Comunidad, Sancho, con 1521 metros de altitud.
Para esta ocasión había planeado una ruta de unos 22 km y 640 m de ascenso acumulado que empezaríamos partiendo de La Cuevarruz, cerca de La Yesa.
Esta vez tenía la sensación de que la iba a hacer en solitario, como seguro que ocurrirá en algunas ocasiones, cuando los compañeros que me acompañan tengan otras obligaciones o preferencias ya que, aunque suelo publicar la ruta prevista los martes, como suele suceder cada vez con más frecuencia, todos esperan a apuntarse en el último momento posible y no puedes hacer previsiones. El viernes por la tarde aún no se había apuntado nadie y ya estaba pensando si hacer la ruta normal o enfundarme las mallas y las zapatillas de correr y hacerla de entrenamiento.
Al final formamos un estupendo grupete de 5 componentes más el que suscribe: Manuel Carlos, Kiquet, Salva, Juan, Black y yo. Ya tenía ganas de volver a ver a Black, bueno, un poco a Salva y Juan también, jeje.
Desde que vi el nombre de este vértice, Sancho, me preguntaba el motivo por el que los lugareños se lo habrían asignado. Y cuando estábamos arriba y a la vista de tantos molinos de viento se me ocurrió la parodia, acordándome de aquel ingenioso hidalgo.
Para esta ocasión había planeado una ruta de unos 22 km y 640 m de ascenso acumulado que empezaríamos partiendo de La Cuevarruz, cerca de La Yesa.
Esta vez tenía la sensación de que la iba a hacer en solitario, como seguro que ocurrirá en algunas ocasiones, cuando los compañeros que me acompañan tengan otras obligaciones o preferencias ya que, aunque suelo publicar la ruta prevista los martes, como suele suceder cada vez con más frecuencia, todos esperan a apuntarse en el último momento posible y no puedes hacer previsiones. El viernes por la tarde aún no se había apuntado nadie y ya estaba pensando si hacer la ruta normal o enfundarme las mallas y las zapatillas de correr y hacerla de entrenamiento.
Al final formamos un estupendo grupete de 5 componentes más el que suscribe: Manuel Carlos, Kiquet, Salva, Juan, Black y yo. Ya tenía ganas de volver a ver a Black, bueno, un poco a Salva y Juan también, jeje.
Desde que vi el nombre de este vértice, Sancho, me preguntaba el motivo por el que los lugareños se lo habrían asignado. Y cuando estábamos arriba y a la vista de tantos molinos de viento se me ocurrió la parodia, acordándome de aquel ingenioso hidalgo.
Con un cielo totalmente despejado y sin viento llegamos a la aldea de La Cuevarruz. Hasta ahora Zeus ha respetado nuestros encargos y nos ha reservado para nuestras salidas unos días estupendos. El termómetro marcaba 2 grados, aunque la sensación no me parecía de mucho frío. Nos costó un poco decidirnos por un lugar donde dejar los coches dada la estrechez de las calles y tras muchas vueltas resulta que al final he visto en el mapa que los dejamos donde estaba previsto en un principio.
Mientras íbamos andando por dentro del pueblo buscando sitios posibles, vimos una fuente con su abrevadero, la fuente de San José. Curiosamente en el pueblo vimos que hay dos fuentes con una apariencia practicamente idéntica y que se llaman igual y pensamos en ella como lugar donde refrescar nuestros pies al final de la ruta. También encontramos un pequeño lavadero muy cuidado y todavía en uso en una calle sin salida.
Uno de los lugareños, al vernos caminar por el pueblo ataviados con las mochilas, y los aperos de caminar, nos miró con cara un poco sorprendida y dijo una frase a la que estuvimos sacando punta un ratillo: ¡¡Gente joven!!. Claro, es que la media del pueblo rozará los 65 o 70 años.
Cogimos el sendero que nos llevó a enlazar con el GR-37 y comenzamos a andar con paso vivo por él. Enseguida empezó a sobrar ropa y eso que el Sol sólo iluminaba todavía los puntos más altos.
Recorrimos de este modo el Barranco de Ballesteros. En ocasiones la senda resulta indefinida y hay que buscar la siguiente marca.
Más tarde el GR cruza con una pista y nos desviamos por la izquierda para seguir el Barranco de Vullanguer. Al final del barranco nos encontramos con la pista principal que nos llevaría directamente y en pocos minutos al vértice, pero de momento no era nuestro objetivo inmediato. Continuamos hacia la izquierda unos minutos y tras pasar al lado de uno de los molinos con una altura impresionante, nos desviamos por senda a la derecha.
Caminábamos ahora por el Camino del Hondón, donde en un punto en el que se nos cruzaba el GR-10 proveniente de Abejuela, había un charco que tenía la superficie helada, como quiso comprobar Juan con su bastón.
Llegamos a la Fuente de la Zarza, que nos sorprendió con una bonita planicie verde y una fuente con un gran abrevadero dispuesto de una forma original. Así seguro que ninguna ganadería tendría que esperar su turno.
Continuamos ahora por senda poco definida y a veces nada, atravesando la bonita pinada de la zona de El Hondón. Llegó un momento en que la zona pisada se pierde totalmente y optamos por bajar a la orilla del gran campo porque nos sería más cómodo el avance. Uno de los enormes campos estaba sembrado en hileras de ¡¡tomillo!.
Nos acercábamos a la Ermita, donde queríamos almorzar y yo le iba comentando a Kiquet que estaría bien que tuviera mesas y una fuente. Cuando llegamos nos sorprendimos gratamente al comprobar que dispondríamos de un buen lugar para hacer nuestra parada.
Estábamos en la bonita Ermita de Santa Rita, lo que se da no se quita. Y para que no quitaran nada, la Ermita se compone de un edificio de dos cuerpos. Uno, la Ermita propiamente dicha, que se encontraba vallada y cerrada con candados y otro, de libre circulación, que era una sala con chimenea y mesas de piedra, muy cuidado, que apuntamos en nuestro libro de futuras posibilidades por si acaso. Saqué el teléfono para llamar a Mari y Jose, que no habían podido venir y trasladarles un poco de nuestra alegría senderista, pero no había cobertura.
Una vez repuestos y echando de menos un buen café, nos pusimos en marcha pasando por otro abrevadero construido por el mismo arquitecto que el anterior.
El grupo de Comandos se aventuró con contínuas bromas por un paraje inhóspito, jeje. Siguiendo trozos de senda perdida y a veces por una agradable trocha enlazamos otra vez con la pista principal. El monte bajo de esta zona no es tan agresivo como en otras y con lo único que hay que tener cuidado es con los afilados rosales silvestres y alguna que otra aislada aliaga.
Llegamos al vértice, donde nos hicimos la foto de grupo, y me decepcionaron un poco las vistas, no del grupo, sino las que se veían desde allí. Yo esperaba que mirara hacia el Oeste y se pudiera ver todo el cordal de sierras pero en su lugar nos ofrecía las vistas del Este, como se muestra en la panorámica.
Aún nos quedaba otro punto fuerte de la ruta, el "descubrimiento" del Barranco de las Cuevas. Me pareció atractivo cuando lo vi desde la ortofoto y pensé que sería un aliciente más. Abandonamos la pista por la derecha y fuimos descendiendo hacia su lecho, donde la vegetación cambiaba y se convertía en un frondoso cauce de altos pinos. Lo fuimos atravesando con la sensación de aventura que da el ir avanzando con rápidez intentando encontrar los pasos más adecuados. El barranco tenía la dificultad justa, que nos permitía ir encontrando buenos pasos en continuos zig zags y sin que nos arañáramos ni nos sintiéramos agobiados por murallas de matorral. Durante mucho rato fuimos entre los altos y juntos pinos con la agradable sensación de pisar un suelo mullido.
En animada charla y con fuerzas todavía para repetirla otra vez, llegamos a los coches a las 13'30. Quedaba pendiente el ya clásico baño de pies, por lo que cogimos las zapatillas para cambiarnos y nos dirigimos al bonito lavadero que teníamos localizado. Allí, con un agua que nos dejó los pies "frescos" y suaves y con aroma a jabón de "Lagarto", dimos por finalizada una fantástica ruta que nos ha dejado muy buenas sensaciones.
Sin venir a cuento, en este caso, con la ruta, pero pensando en las cervezas que nos hubiéramos tomado os dejo este trozo de video de Marilyn en una de sus actuaciones estrella en la película "Los caballeros las prefieren rubias".
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track pulsando aquí: PABLOONCE
Pulsad aquí si queréis ver la Presentación de "Más de Mil".
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