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sábado, 14 de julio de 2018

2018 - 07 Río Cazuma, Gola de Lucino y Charco de los Morteros / A+ 425 m / 12,8 km

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Este sábado haríamos de nuevo una de las rutas de Esteban Cuéllar, de su libro “Caminando por la Comunidad  Valenciana 4: Ramblas, Barrancos y Cañones”:  El Cañón del Río Cazuma, la Cueva de la Araña y la Gola de Lucino. La hemos recorrido varias veces y la última fue en 2016, pero este año no nos acercaríamos a la Cueva de la Araña y almorzaríamos en el frescor del interior del Cañón de la Gola de Lucino.






Para llegar al punto de inicio también se puede ir por Sumacarcer pero hay muchísimas curvas. Nosotros seguiríamos la A-7 hasta Rotglà i Corberà, donde nos saldríamos por la salida 396 para tomar la CV-590 que nos llevaría a Estubeny, Anna, Chella, Bolbaite, Navarrés, Quesa y Bicorp. Antes de llegar a Bicorp, veríamos un contenedor de basura a la derecha de la carretera y a la izquierda nace una carreterilla en dirección al río Cazuma. Seguiríamos las indicaciones de La Cueva de la Araña y tras algunos desvíos, aparcaríamos en uno de los ensanches de la pista.


Comenzaríamos siguiendo la pista por donde habríamos venido y enseguida cogeríamos una senda por la izquierda que nos bajaría al Río Cazuma. Seguiríamos progresando por su cauce hasta llegar al Azud de los Moros, donde quedan los restos de una acequia excavada en la roca.


En el cruce de pistas cogeríamos la de la izquierda para dirigirnos hacia las pinturas rupestres de la Cueva de la Araña pero tras un corto tramo utilizaríamos una bonita senda por la derecha que nos cambiaría de barranco y nos bajaría hacia el río Cazuma.


Llegaríamos al nacimiento del río Cazuma y un poco más adelante visitaríamos la Gola de Lucino, un cañón formado por la erosión producida por las aguas del río,  parecido al que forma el cañón del río Palancia cerca de la aldea de El Molinar.


Este sería el punto más alejado del recorrido. Volveríamos hacia los coches siguiendo el cauce del río, unas veces por pista y otras por senda pasando por diversas pozas que suelen tener un agua cristalina y que invitan al baño, sobre todo el transparente Charco de los Morteros, donde los que quisieran se podrían dar un remojón. Volveríamos a pasar por el Azud de los Moros y continuaríamos por la pista que acabaría devolviéndonos al lugar de los coches.

A la cita acudieron Mari, Raquel, Nolo, Rafa y un servidor. Nos salió un día precioso y muy luminoso.


Aparcamos donde siempre, al pasar una fuente que hay a la derecha, en una curva hay sitio para varios coches, aunque también se puede aparcar más adelante en muchos sitios sin problema, ya que la pista está arreglada.

Desde el principio las montañas que se elevan bastante desde el punto bajo donde nos encontrábamos nos mostraban el magnifico pulmón verde que todavía se conserva en esta zona.



Comenzamos a caminar por la pista y enseguida nos desviamos por un tramo de pista en desuso que nos salía por la izquierda y que nos llevaría enseguida al lecho del Barranco del río Cazuma.


En esta zona siempre se encuentra seco, aunque había pozas que todavía conservaban agua, muestra de que este año había llovido también más por esta parte. Esta bajada en cascada, que con agua sería preciosa, siempre nos parece muy chula.









Por dentro del barranco no existe una senda marcada, pero sí que se observa fácilmente el rastro y no hay nada más que seguir el curso del mismo, andando por los cantos rodados y de piedra en piedra, lo que lo hace bastante entretenido.











Otra caída de agua muy bonita. Si estuviera en su buen esplendor no habría problema en sortearla por la izquierda.






El recorrido se seguía salpicando de pasos divertidos.





Este esqueleto debió pertenecer a un buen ejemplar.







El barranco se acabó y llegamos a la zona del Azud de los Moros y volvimos a contemplar el tramo de acequia excavada en la roca.

Aquí el río ya lleva curso de agua constante, y allí, ante el gorgoteo del agua al caer, siempre nos asomamos a una charca que tiene un agua transparente y buscamos con la vista a "Tiburón", un ejemplar de carpa bastante grande. No sé si será el mismo, pero cada año hay uno que llama la atención por su tamaño sobre el resto.





Desde allí tomamos la pista de la izquierda en dirección a la Cueva de la Araña, que poco a poco va tomando desnivel. En esta ocasión no llegaríamos al abrigo de las pinturas rupestres. Ya las hemos visto en muchas ocasiones.





En su lugar y antes de llegar, tomamos una senda por la derecha que nos subiría un poco para en seguida bajarnos por un precioso entorno por la zona de la umbría, que nos haría cambiar del barranco que habíamos tomado para devolvernos de nuevo al del Cazuma.







La senda termina abajo, en la roca superior del Charco de las Máquinas y cruzamos por la izquierda para llegar a la caseta que hay en la pista y continuar por ella.


La pista se acabó y continuamos por el interior del barranco caminando por encima de una tubería enterrada, que recoge el agua del nacimiento del río justo en esta caseta. Nosotros continuaríamos por la derecha siguiendo ahora las profusas marcas blanqui-amarillas del PR.





Las paredes del barranco poco a poco se irían estrechando, convirtiendo al lugar en una maravilla.



Las paredes forman una garganta estrecha y larga con alguna pequeña fácil trepada.








Hasta llegar a una especie de plazoleta natural donde ya no se puede continuar, porque habría que subir a ese salto por donde debe caer el agua con fuerza.


En este punto donde nunca da el Sol se respiraba una atmósfera fresca y ya teníamos pensado almorzar aquí.



Después del almuerzo salimos del Cañón por el mismo sitio.





Nos detuvimos a debatir sobre el parecido que se podía sacar a esta roca y, casi por unanimidad, decidimos bautizarla como "La Vieja'l Visillo", personaje de José Mota.


Pasamos ahora por delante del Charco de las Máquinas, donde nos bañamos en una ocasión, aunque hay más adelante mejores oportunidades.



Una maravilla caminar por este entorno con los verdes intensos y los aromas del monte salpicándonos por todas partes.



Tras un pequeño tramo de pista vimos el poste a nuestra derecha que indica la senda que nace justo a la izquierda y que nos volvería a hacer transitar por dentro del barranco.



Fuimos viendo alguna poza tentadora, pero sabíamos bien lo que queríamos.



Y era bañarnos en la estupenda piscina natural que es el Charco de los Morteros, un agua que no está muy fría y que siempre presenta este aspecto súper transparente.


No nos lo pensamos y enseguida bañador y a disfrutar de sus aguas.









La presencia de las carpas vuelve a demostrar la pureza de estas aguas.


Disfrutado el momento del baño continuamos siguiendo la senda, volviendo a caminar por otro tramo de tubería. A nuestra izquierda volvieron a aparecer otras buenas pozas donde poder bañarse.



La senda nos llevó al cruce donde habíamos estado en la mañana, en el punto del Azud de los Moros y ahora cogimos la pista de la izquierda y por ella volvimos a los coches disfrutando de los colores de la vegetación de este maravilloso rincón.





Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE



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