Para llegar al punto de inicio seguiríamos la A-7 dirección Alicante, CV-40 hacia Alcoy y a la altura de Agullent nos saldríamos en dirección a Ontinyent y Bocairent por la CV-81, que nos llevaría hasta Banyeres de Mariola. Cruzaríamos el pueblo por su parte Norte dirigiéndonos hacia el Polideportivo y allí, cuando acaba la urbanización, aparcaríamos.
Volveríamos a caminar por el Parc Natural de la Serra Mariola. Comenzaríamos dirigiéndonos hacia el Mas de Galvis y después por una senda que nos subiría al Camino de la Sierra Mariola, donde coincidiríamos con el PRCV-4. Al llegar a las Casas del Portell subiríamos a la Loma de Sant Jaume, donde se encuentra el vértice del mismo nombre. Para bajar lo haríamos campo a través siguiendo un tramo de track que hizo Picozorrubio.
Cuando llegáramos a la pista seguiríamos hasta la Ermita y Fuente de Santa Bárbara, que también conocemos. Continuaríamos por el GR-7 hacia el Oeste y cuando volviéramos a llegar al Portell, nos desviaríamos por una pista que nos llevaría al río Vinalopó.
Seguiríamos su cauce enlazando de nuevo con el PRCV-4, que lo recorre y llegaríamos hasta lo que se da en llamar el nacimiento del río Vinalopó, en la Font de la Coveta, donde ya estuvimos también cuando subimos al vértice Eixar y nos encontramos a Jordi, un senderista de Alcoy que quiso unirse a nuestra ruta de esa mañana y que se ofreció a mostrarnos el nacimiento del río.
Una vez aquí no nos podíamos ir sin visitar la cascada y la poza del Toll Blau. En este corto tramo de ida y vuelta normalmente hay que mojarse los pies un poco para llegar al lugar, por lo que sería conveniente llevar unas zapatillas de agua para ese momento. Veríamos cómo está la cascada en este año tan seco y volviendo a la pista llegaríamos a los coches.
Llegamos los primeros al aparcamiento de Alginet, donde habíamos quedado en reunirnos y, mientras intentaba sacar una buena foto de la Luna llena que había, oí hablar detrás de mí y al girarme me encontré con Paco, un senderista de Almusafes, que decía que era seguidor de nuestro blog y me preguntaba que si podía acompañarnos. Nos tomó un poco de sorpresa porque no se había apuntado en el blog pero decía que era porque hasta última hora no sabía si iba a poder venir. Le estuve explicando un poco por encima y cuando llegaron los otros emprendimos el viaje.
A la cita acudieron Pili, Ana, Mariano, Manuel Carlos, Paco y un servidor.
Cuando tracé la ruta mi idea era aparcar al lado del río, en la Fábrica de Blanes, pero cuando rebasamos el Polideportivo de Banyeres y tras las últimas casas de la urbanización comenzamos a bajar por la pista de tierra, vimos que cada vez estaba peor para bajar con los coches, por lo que decidimos dar la vuelta y volver a los últimos chalets de la urbanización y aparcar allí.
Esto añadiría casi 2 km a nuestra ruta, uno de bajada y otro de subida al final, pero la mañana se presentaba fenomenal, con sol y hasta diría que con fresco, porque la brisilla helada hacía que en ocasiones echara de menos no haberme traído una camiseta de manga larga extra.
Enseguida llegamos a la llanura y caminamos entre los campos de cereal, que están verdes por castigo, porque en el Este de la Península estamos padeciendo este año una sequía que no se recuerda desde hace 150 años.
Llegamos al entorno de la antigua Fábrica de Blanes, con el río Vinalopó discurriendo a su lado. Lo cruzamos por un puentecito, pero volvimos un poco atrás sobre nuestros pasos para coger la pista que circula detrás de la fábrica y que nos subiría hacia el Mas de Galvis.
Es característica esta chimenea de la fábrica, con su construcción escalonada.
Y un poco más adelante esta ¿charca o piscina? y detrás los restos de una torre que más tarde veríamos desde otra perspectiva.
Cogimos un tramo de senda y pasamos al lado de una fuentecilla de la que caía un hilillo y en la que el cartel con el nombre había desaparecido.
Las carrascas ya están en flor y sueltan sus nubes de polen amarillo cuando pasas a su lado.
Caminábamos ahora por el Camino de la Sierra Mariola, por donde circula el PRCV-4, cuyas marcas están muy viejas y la mayoría ni se ven. Al fondo, a nuestra derecha, se podía intuir ya la silueta del Montcabrer, todavía inmerso en las neblinas.
Cuando estuve planeando la ruta tenía pensado hacer un pequeño desvío para visitar les Coves del Vinalopó, donde se habían hallado restos del Paleolítico, pero comprobé después en otras lecturas que más que Cova es una sima con acceso vertical y que había que bajar con cuerda, por lo que no la incluímos.
Llegamos a la carretera, por donde habíamos circulado cuando hicimos el GR-7 y recordábamos que a la derecha de ella discurría una senda de agradable pisada bajo los pinos y anduvimos por ella paralelos al asfalto.
Al llegar a la altura del desvío de la Hípica, que está en la parte izquierda, nos desviamos por allí para subir por la pista que circula entre las Casas del Portell, hacia el vértice.
Cuando llegamos arriba dejamos las antenas a nuestra izquierda y seguimos una senda que nace por la derecha para subir a una lomita donde se encuentra el vértice San Jaime y desde allí tuvimos nuestra recompensa visual.
El precioso pueblo de Bocairent se nos ofrecía allá abajo con sus dos partes bien diferenciadas. A la derecha se encuentra la parte antigua, que parece un pueblo medieval con sus calles estrechas y las casas apiñadas alrededor de la Iglesia.
Vamos a diseccionar la imagen centrándonos en lo más interesante. Aquí la parte derecha de la población, la parte vieja, con el calvario y la Ermita del Santo Cristo dominando.
Un zoom sobre la parte antigua y la Iglesia.
Ahora centrándonos en la Iglesia.
Y ahora enfocando la Ermita de la ladera.
A la derecha de la población el barranc donde se encuentran les Covetes dels Moros.
Desde allí también teníamos una buena vista de los picos de la zona y vamos a demostrar que "el tamaño sí que importa", el del zoom, me refiero.
En esta imagen podemos ver a la izquierda el Montcabrer y en el extremo de la derecha, pero al fondo, la Sierra de Aitana.
Esa montaña de detrás es Aitana.
Y ahora, más aumentada, es más reconocible con sus antenas en forma de esfera.
Y más a su izquierda, el Benicadell.
En el lado contrario, teníamos las antenas cuya visita habíamos despreciado y al fondo el Cenezosa y a su derecha, la Sierra de la Fontanella con su llamativa Peña la Blasca, donde ya estuvimos cuando subimos a su vértice.
Después de almorzar en ese "balcón con vistas" reemprendimos el camino. Aún pasamos por una cruz de hierro que hay cercana al vértice.
Llegamos a la pista, cruzamos una cadena y después nos desviamos por senda, que nos haría abocar a otra pista que nos llevaría hasta la Ermita de Santa Bárbara.
Todavía se conservan en esta zona buenos ejemplares de pinos como éste, que tenía 6 garras.
Llegamos a la Ermita de Santa Bárbara, por donde ya habíamos pasado cuando hicimos el GR-7 y vimos su fuente, de la que no caía agua.
El enorme y viejo chopo continuaba siendo sostenido por las columnas de obra y hasta su cartel había envejecido.
Comenzamos ahora el regreso, primero por pista y después por una bonita senda y después volvimos a caminar por la del lado de la carretera para desviarnos más tarde por la izquierda, iniciando nuestra bajada al Vinalopó.
Mientras bajábamos hacia el río nos asaltaron de nuevo los campos de cereal, en algunas ocasiones salpicados de coloridas amapolas.
En teoría habíamos conectado de nuevo con el PRCV-4, que ya seguiríamos hasta nuestro final pero las marcas brillaban por su ausencia. En realidad no hacen falta, ya que la senda está bien marcada y hay que seguir el curso del barranco.
El barranco es amplio y circulaba la fresca brisa del día, lo que hacía que el caminar en esta ruta estuviera siendo muy agradable.
Enfrente vimos arriba de la loma lo que parecía un monolito extraño, pero cuando nos acercamos vimos que era la pared que quedaba en pie de la torre que vimos por la mañana, pero vista desde otro ángulo.
En este tramo, el río discurre con agua únicamente cuando llueve pero más adelante ya comenzaba a fluir con vida propia, naciendo desde el subsuelo.
Lo cruzamos varias veces de un lado a otro, en todas sin necesidad de mojarnos hasta que llegamos a lo que se da en llamar el lugar del nacimiento del río Vinalopó, la Font de la Coveta. En este año tan seco nos alegraba ver la cantidad de agua que surgía de su interior. Un agua fresca y transparente que dicen que es buena para beber y que nos dispusimos a probar.
A partir de aquí se suceden los saltitos de agua y el rumor resulta refrescante.
Seguimos caminando laterales al río hasta que la senda se desviaba por la derecha hacia abajo y nos lo hacía cruzar una vez más, siguiendo ahora una senda al lado del río muy frondosa.
Ya se veía entre las ramas la chimenea de la Fábrica de Blanes, donde habíamos estado en la mañana.
Ahora tocaba visitar el Toll Blau, que era la guinda de la ruta. Continuamos un poco por la pista superior en el sentido del agua y con ella a nuestra derecha y al poco nos desviamos hacia abajo por un desvío que salía a nuestra diestra y que enseguida nos haría llegar a un lugar donde el agua discurre con alegría y se esparce por las rocas con gracia. Algo parecido a como se puede ver en el Monasterio de Piedra. Con la ventaja de que aquí podríamos caminar por encima de la cascada.
Ya había advertido en el anuncio de la crónica que aquí nos tendríamos que mojar los pies y que sería conveniente traer zapatillas de agua. Todos hicieron caso del aviso y nos dispusimos a bajar por la cascada. Aunque parecía que iba a haber musgo, en realidad eran como algas y no resbalaba nada.
Continuamos por la senda de la parte de la derecha del agua y llegamos al Toll Blau y a su poza.
La poza estaba cristalina y, aunque de sus paredes frontales no caía agua como he visto en otras fotos, el lugar no desmerecía en nada y Mariano no pudo resistirse a la tentación de bañarse en las frías aguas de la poza.
Para regresar a la zona de la cascadita, aunque podríamos haberlo hecho por la senda anterior mojándonos sólo los tobillos, decidimos probar a volver ese corto tramo por dentro del agua para ver si se podía.
La sensación de caminar sobre al agua fresca alegra mucho y este paso fue divertido porque tenías que agacharte para que la mochila pasara bajo la rama, pero si te agachabas mucho te mojabas más de lo que querías.
Llegamos a un punto donde cubría algo más y algunos optaron por volver por la sendita mientras que los demás continuamos refrescándonos un poco más arriba.
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track pulsando aquí: PABLOONCE
Con la sequía que tenemos es como un soplo de aire fresco encontrar lugares tan verdes como el que nos muestras, ¡¡¡y con el agua corriendo!!!, por aquí por Espadán las carrascas se están secando, y lo de ver agua correr es toda una quimera.
ResponderEliminar¡¡¡Hay que ver lo bien que lo pasasteis por dentro del río!!! jajaja, una ruta veraniega anticipada.
Un saludo.
Hola Dani. De la Font de la Coveta manaba la misma agua que hace un año, cuando por aquí había llovido bastante. Parece que todavía mantiene un caudal constante y como es la que principalmente abastece al río en este tramo, pues conserva su pequeño caudal. El tramo del río que pisamos es muy cortito desde las cascaditas al Toll Blau,pero es una primera toma de contacto con el agua. Se estaba súper bien y no queríamos sacar nuestras piernas del río. Desconozco si después del Toll Blau se puede continuar. Nosotros no lo intentamos.
ResponderEliminarHola Pablo.Viendo como se nos presenta este verano y viendo tu post,esta ruta es de las que apetece sin duda hacer.Aprovecho para felicitarte por tu proyecto de los miles...¡¡muy bueno!!...Saludos.
ResponderEliminarHola Juane, como digo en el comentario anterior, el trayecto de río pisable es corto pero seguro que gratificante y además con la posibilidad de baño en la poza. Una buena recompensa para el final de la ruta, sobre todo si bajais los coches hasta la Fábrica de Blanes, pero buscando otra pista, que la que intentamos nosotros está impracticable en unos puntos del final para coches normales.
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