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sábado, 28 de agosto de 2010

"Río Cazuma-Cueva de la Araña-Gola de Lucino"

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"Si buscas lo más esencial,
sin nada más ambicionar,
Mamá naturaleza te lo da."


Para este sábado tenía previsto recorrer esta ruta por los alrededores de Bicorp que José Manuel (Rocacoscollá) hizo en mayo de 2007. Se basó entonces en seguir las indicaciones que sobre ella hace Esteban Cuéllar en su libro "Ramblas, barrancos y cañones".

Recorreríamos un tramo del río Cazuma, visitaríamos las pinturas rupestres de la Cueva de la Araña y el estrechamiento del barranco con paredes verticales que constituyen la Gola de Lucino.

Durante estos meses de julio y agosto hemos continuado saliendo un grupete de senderistas pero para esta salida la mayoría tenían compromisos. Se me unió Manuel Carlos, que tras dos meses parado ya tenía ganas de patear.

A las 08:00 horas ya estabamos en el inicio de la ruta. Esperábamos que no se nos presentaran las altas temperaturas del día anterior, en el que se habían alcanzado los 45 grados. Pero el ambiente era otro, más fresquete.

Comenzamos a andar hacia el primer desvío que tomamos por la izquierda bajando al lecho del río. Ahora se trataba de seguir su curso, pero no hay senda definida, ya que la vegetación crece por doquier. Lo más seguro es intentar seguir por encima de donde haya restos del curso del río seco, pero esta opción también desaparece a veces, cubriéndose todo y teniendo que dar algún bandazo.

El avance en este tramo es lento y llegamos a donde comienza el agua y las primeras pozas. Para pasar ésta en concreto y otras que se presentaron, lo hicimos normalmente por la izquierda porque era más sencillo, haciendo alguna que otra fácil trepadita.




En este lugar oímos unos ruidos, nos quedamos parados y se nos cruzaron dos cervatillos que cambiaban de ladera, continuamos un poco más y volvimos a escuchar ruidos de algo que bajaba por una de las vertientes y volvieron a cruzar otro grupo de cuatro. La rápidez de los animales nos impidió que los pudiéramos fotografiar.


Continuamos siguiendo el lecho del río saltando entre las piedras.


Aquí llegamos a uno de los desvíos en el que tendremos que coger el de la izquierda para ir directos a la Cueva de la Araña. En la imagen central se puede la ver la Acequia de los moros, picada sobre la misma piedra para canalizar el agua y que por ello aún se conserva.


Tras remontar un rato por pista y después bajar por una senda en lazadas, llegamos a la Cueva de la Araña, compuesta por tres abrigos naturales. Dos de ellos con un enrejado para su protección y un tercero que es un hueco en la roca con restos de humo negro en sus paredes. Las pinturas se encuentran en un estado de degradación natural y por comparación con las fotos que circulan por internet, cada vez es más difícil distinguir las figuras, aunque aún pueden verse cabras, ciervos con su cornamenta y alguna que otra escena.


En unas rocas al lado de la reja que disfrutaban de una buena sombra decidimos almorzar.


Después de ver todo esto y lo completa que estaba siendo la ruta me acordé de la frase del título, hecha popular por el sabio oso Baloo, "el oso dichoso": "Si buscas lo más esencial, sin nada más ambicionar, mamá naturaleza te lo da"... pues eso, a disfrutar de la montaña, que es a lo que se va. Hay que dejar las preocupaciones, los malos rollos y las intrigas palaciegas colgadas en el perchero antes de salir de casa.


Continuamos después hacia la Gola de Lucino y ya por el camino vimos esta poza, llamada "Charco de las Máquinas" en la que dijimos que a la vuelta nos daríamos un chapuzón. El Cazuma nace un poco más arriba, al lado de una caseta de obra y desde donde parte la canalización de agua que abastece a Bicorp.


Continuamos de piedra en piedra, siguiendo las marcas, en ocasiones como ésta, demasiado profusas y nos aproximamos al inicio de la garganta.



La altitud de las paredes y la estrechez del paso impresiona. De hecho, yo en vez de llamarla "Gola de Lucino" decía que era la Gola de "Alucino". Muy chula, la verdad. Además hay que trepar un poco en algún tramo.



Llegamos hasta donde ya no se puede seguir más a no ser que se disponga de cuerdas y en la segunda imagen puede verse el tobogán por el que discurre el agua cuando llueve. Seguro que se forma aquí una preciosa cascada, pero muy difícil de ver por el peligro que supone estar ahí en momentos en que llueva.

Aquí decidimos hacer la foto de grupo y como éramos tantos casi no cabíamos en el área del objetivo.



Cuando estábamos haciendo estas fotos dentro de la garganta me acordé de ese gran grupete de amigos, no tanto por su número sino por su calidad, que hemos subido al Aneto este verano y que hemos compartido experiencias los meses de julio y agosto, saliendo a rutear, y a las que se sumaron Toni en casi todas, Mª Angeles en un par de ocasiones que disfrutó muchísimo y Julia y JM junior, que también nos acompañaron en algunas ¡¡Va por ustedes!!:


Volvimos sobre nuesros pasos y en nuestra mente parpadeaba con fuerza la palabra "baño" como si fuera un cartel de neón, ya que la poza verdaderamente apetece. Las aguas son transparentes y tiene hasta una pequeña cascada. Puse el automático en la cámara y corrí para salir en la foto.


A Manuel Carlos se le veía que disfrutaba del momento.


Una vez refrescados, seguimos la ruta y nos detuvimos a fotografiar estas moras antes de comérnoslas.


Más adelante nos desviamos de la pista, esta vez a la izquierda, para volver por el Charco de los Morteros, que tenemos en la tercera imagen.


La claridad del agua de las pozas es una pasada y también la cantidad de peces que las habitan.


Continuamos andando por encima de la tubería cementada que debe provenir del nacimiento y vimos otra poza en la que nos quedamos con las ganas de volver a meternos, pero desistimos porque se nos hacía tarde.


Volvimos a pasar por la Acequia de los moros excavada en la piedra y vimos a Tiburón 2 en la poza del medio, ya que el pez era tan grande que seguro que se había comido a Tiburón 1.


A partir de aquí Manuel Carlos fue por una senda que discurre paralela a la pista unos 5 metros más arriba y yo fui por la pista. Como estábamos muy cerca íbamos bromeando, como siempre. Tras un pequeño tramo llegamos a la Casa de Juanilla, donde el track nos tiraba por una senda. Esta senda está muy abandonada, hacía más calor por allí y los dos estuvimos de acuerdo en que nos nos aportó nada más que pinchos en los calcetines. Además después hay que volver a bajar a la pista, por lo que nos pareció claramente evitable.

De regreso a los coches comentábamos maravillados las inmensas pinadas que aún se conservan en esta zona, donde no se ve ni un claro en las montañas.


Siendo las 13:10 llegamos a los coches donde, una vez nos hubimos refrescado, emprendimos el regreso.

Una excursión muy bonita y que cuenta con muchos alicientes para disfrutar. Lástima que los demás no hayan podido venir porque se lo hubieran pasado muy bien y también les hubiera mirado Batman desde el perfil.




Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE
Un saludo y hasta la próxima.
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