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sábado, 26 de marzo de 2011

0030- Vértices Geodésicos Más de Mil C.V.: Picayo (1304 m) / A+ 814 m / 21,69 km

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"Una ruta con todo"



Esta semana íbamos a hacer una ruta con subida al Vértice Geodésico número 30 en altura de la Comunidad Valenciana, el Picayo, con 1304 m de altitud. Está situado en el Término Municipal de Villafranca del Cid.

A la cita acudieron Mari y Jose, Manuel Carlos, Salva y un servidor.

Después de toda una horrible semana, gris, ventosa y mojada, teníamos ante nosotros un día estupendo, luminoso, sin viento y con temperaturas agradables. Buscando una gasolinera desesperadamente (casi como el título de la película), ya que las anteriores que habiamos pasado estaban cerradas todavía, al pasar por Ares vimos a Nuria, Paco y Ximo en un coche que tiró detrás de nosotros. Habían quedado con José Manuel para recorrer un tramo del GR-7 y decíamos bromeando que si se habían perdido del grupo acoplarse a nuestra ruta si querían.

Cuando paramos en la gasolinera de Vilafranca, ellos también lo hicieron y es que habían quedado en Ares pero se habían adelantado y el bar no estaba todavía abierto, con lo que se dirigían a Vilafranca para tomar un café. Nos alegró mucho verlos y haber coincidido de esta forma tan casual.

A las 8 en punto comenzamos a andar, dirigiéndonos hacia la bonita senda por la cresta de la loma que nos enseñaron los compañeros de Vilafranca la vez anterior.



Llegamos a la zona recreativa y giramos a la derecha, teniendo en frente el Cañón donde se encuentran las Cuevas del Forcall. Dejamos el Cañón a la derecha y nos fuimos por la izquierda en sentido ascendente por senda y llegamos a un abrevadero con una fuente con agua corriente resguardada dentro de una caseta.



Seguimos por la senda ascendiendo en unas zetas y atrás podíamos ver cómo nos alejábamos de Vilafranca y, enfrente nuestro, los primeros azagadores por los que teníamos que pasar.




De vez en cuando las paredes de piedra nos deparaban pequeñas sorpresas, como arquitos, puertezuelas o aberturas para el agua y pequeños animales y refugios como éste, para una sola persona.

Seguimos la senda y abandonamos la principal, apartándonos por la derecha. Enseguida llegamos al Vértice del Picayo, que nos pareció peculiar porque parecía capado y no presentaba el clásico cilindro de hormigón, quizás porque algún karateka había estado entrenando con él como en la tercera imagen. Tampoco es que le hiciera falta mñas altura ya que está situado en el borde de un acantilado y con unas vistas inmejorables.






Nos hicimos la foto de grupo y a continuar. Al lado del Vértice hay una caseta de vigilancia forestal y una mesa de madera con bancos. Un muy buen lugar para almorzar, pero era todavía muy pronto para nosotros.



Teníamos por la izquierda la silueta del Peñagolosa, todavía nevado, y ya van tres semanas en las que vemos que la nieve permanece en su cumbre. A este paso la vamos a pisar cuando hagamos la MIM en mayo, jeje.



Cuando llegamos al Corral del Mas de Forés nos desviamos a la izquierda sin senda aparente y llegamos al punto donde teníamos que descender: una canal con un desnivel del 41% y Jose mirando con cara de circunstancias me preguntó: "Pablo, ¿es por ahí por donde tenemos que bajar?" Pues sí, era por ahí. Empezó a circular la adrenalina aventurera por nuestras venas y poco a poco fuimos descenciendo. Después de los primeros metros comenzaba una larga pedrera entre paredes verticales.

Las lluvias de la semana habían dejado el terreno en muy buenas condiciones, ya que estaba como almohadillado y se circulaba bastante bien por las piedras. Hubimos que tener especial cuidado en dos puntos de la bajada, ya que unos alambres de espino para el ganado la atravesaban lateralmente y no se ven con claridad hasta que los tienes encima. Ojo si alguien la intenta bajar corriendo porque se puede llevar un buen susto y hacerse bastante daño.





Como el descenso lo hacíamos de modo cuidadoso y el río, al que nos dirigíamos, estaba todavia muy lejos allá abajo, decidimos parar a almorzar en un sitio con unas vistas estupendas de todo el valle, en unas rocas a mitad de descenso de la pedrera y teniendo a nuestra derecha una pared vertical que sólo se puede describir con dos palabras jesulinescas: im-presionante.



Parece que en esta zona hay una gran colonia de buitres y de vez en cuando desde detrás de la pared y a media altura de ella surgía volando uno de los buitres que se sorprendían con nuestra presencia, deleitándonos con su planeo en busca de las térmicas. Esto amenizaba aún más nuestro almuerzo y era una gozada ver su tamaño y la gracia con que volaban.



Una vez satisfechos continuamos nuestra bajada buscando el mejor paso para el descenso.




Antes de terminar la pedrera nos desviamos a la derecha por una intuible senda y después fuimos durante bastante rato a la izquierda hasta que llegamos al Mas de Foresgos.



Hacia abajo algunas vistas nos recordaban imágenes de Pirineos por el verdor, desnivel y caracer montañoso de la zona.





En las imágenes 2 y 3 tenemos detrás la canal y la pedrera por la que acabábamos de descender y no podíamos ocultar nuestras caras de satisfacción.




Una vez que llegamos al Mas de Foresgos abrimos una portera y pasamos hasta una especie de mirador para ver las vistas, pero nos fuimos enseguida ya que las que habíamos tenido desde arriba habían sido mucho mejores. Seguimos ahora por pista hacia el río. Nos maravillaba lo cambiante del paisaje. Lo árido de la primera parte de la ruta por los azagadores de piedra en seco, la pedrera, el verdor en la masía, un precioso bosquecillo de carrascas y ahora los pinos con un verde intenso por el inicio de la primavera y lavados por las lluvias recientes.



Al publicar la propuesta de la ruta había dicho a los que iban a venir que se trajeran las zapatillas de agua porque por las lluvias, el río Monleón llevaría agua y habría que vadearlo dos veces. Si iba muy crecido buscaríamos otra opción que tenía en cartera. Cuando íbamos aproximándonos ya oíamos el ruido del agua, nuestro sentido arácnido empezaba a vibrar y pudimos ver ya desde arriba que íbamos a tener otro momento interesante.




Llegamos al Molí de Colau y echamos una última vista atrás al lugar de donde habiamos venido y podía verse arriba de la montaña la caseta forestal donde se entontraba el vértice y el lugar de la pedrera por el que habíamos bajado.



Cuando estuvimos en el lugar donde la pista atraviesa el cauce vimos lo que ya sospechábamos., que el agua la atravesaba por completo y en algunos puntos con cierta fuerza. Fuimos más a la derecha buscando un paso donde el agua cubriera menos y lo encontramos en una zona en que el río se divide en dos brazos. Manuel Carlos y Salva prefirieron volver atrás y cruzar por la pista y yo pasé primero por aquí para que Mari y Jose vieran hasta donde me llegaba el agua, an algún punto hasta las rodillas. Tras de mí pasaron ellos, deseando llegar a la otra orilla con rapidez de lo fría que estaba el agua y a continuación cruzamos el otro brazo, alcanzando la pista del otro margen y reuniéndonos con los otros.



Anduvimos por la pista sin quitarnos las chanclas, ya que no mucho más tarde tendríamos que volver a cruzarlo. Efectivamente, en los alrededores de la Masía de Peñablanca lo volvimos a cruzar. Aquí el río era muy ancho y el agua se mantenía también hasta las rodillas.



Lo fuimos cruzando disfrutando del momento, que algunos hubiéramos deseado que se volviera a repetir más veces en lo que quedaba de ruta y grabé un pequeño video de Manuel Carlos y Salva mientras lo cruzaban, en el que pueden escucharse sus jadeos de placer.



Mientras Manuel Carlos y Salva miraban con pena cómo nos despedíamos del río, nos internamos ahora primero por una pista en desuso que enseguida se convertía en difusa senda y después en intuitiva senda. Había que tener cuidado porque en algunos puntos la pendiente era fuerte y algunos tramos bastante aéreos.




En estas imágenes puede verse nuestro disfrute por este magnífico paraje. Comenzaba ahora una larga y pronunciada subida por el interior del Barranc del Mas Nou, una preciosidad en el que Salva impuso un ritmo cómodo de marcha, sin prisa pero sin pausa.








Llegamos al final del barranco y tras continuar un buen rato por una fabulosa pinada, tuvimos que abandonar la pista ya que ésta se iba distanciando poco a poco de nuestro objetivo, así que giramos a la derecha y por un agradable campo a través entre los altos pinos fuimos a enlazar con la pista que subía por el cortafuegos.



Más adelante volvimos a salirnos de la pista por la derecha circulando entre azagadores y sendas que nos llevaron hasta el Museo de Piedra en Seco, una zona donde al aire libre están concentradas muchas construcciones que muestran el arte de las gentes de estas tierras, mejor dicho, de estas piedras.





Pasamos por unos azagadores por los que ya habíamos caminado la vez anterior con la agradable compañía de nuestros amigos de Vilafranca y atravesando el Pla de Mosorro llegamos al borde de la elevada planicie desde donde había una vista inmejorable de Vilafranca.


Pasamos por el restaurado lavadero y nos adentramos en la primera calle del pueblo, donde a la derecha y al final teníamos aparcado el coche.



Terminamos la ruta a las 15.10. Lo entretenido de las pedreras, el Barranco y sobre todo el divertido cruce del río, hizo que nuestro deleite sabatino se prolongara más. Procedimos al baño de pies en la fuente con un agua helada, como muestra Jose con su gesto y nos dispusimos a comer en uno de los bancos de la plaza.

Cuando acabamos fuimos con el coche al bar de la gasolinera de la entrada de Vilafranca, donde Jose nos invitó a un café por su Santo de la semana pasada. Aún hicimos una parada más, como si nos costara despedirnos de estas tierras, en la nave Outlet de productos deportivos de primeras marcas como Salomon y North Face que hay en la entrada de Vilafranca, y tras curiosear un rato entre los productos emprendimos el regreso.





Una magnífica ruta y muy completa porque ha tenido su componente senderista, montañero, aventurero y de deleite visual. Hay rutas que piensas que tardarías mucho en repetirlas pero ésta es de las que te dejan un muy buen sabor de boca y una sensación gratificante de haber participado en una gran ruta.

Quisiera agradecer la ayuda del track de Jesusmon que encontré en wikiloc y los consejos de Sergi, del Albergue La Parreta en Vilafranca, gran conocedor de la zona, con el que por indicación de Xavi (Goterris) estuve intercambiando e-mails que me fueron de mucha utilidad.



Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track pulsando aquí: PABLOONCE.
Pulsad si queréis ver la Presentación de Más de Mil.

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