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sábado, 30 de mayo de 2009

La Serra de les Agulles. Lineal. Tavernes.

"Si hay que ir, se va...."

"Uno que se va a una casa de citas y le toca una de estas sádicas. Metidos en faena, ella le empieza arañar por todos lados. Cuando termina, va camino de su casa y piensa que qué le va a decir a su mujer, ya que va todo arañado. ¡Ah, ya sé! Entra en su casa, coge al gato y se lo pone por la cabeza. Sale la mujer y le dice: ¡¡Mira como me ha puesto el gato, todo arañado!!, y le dice la mujer: ¡¡Mátalo, mátalo, mira como me ha puesto a mi de chupetones!!"

Pues algo parecido le tuve que decir yo a mi mujer al llegar a casa. Menos mal que ella no me dijo lo de los chupetones....
Esta semana José Manuel nos propuso hacer una ruta por la Serra de les Agulles partiendo de Tavernes de la Valldigna. De ella le había hablado Antonio, que ya la había hecho en otras ocasiones.

Estaba previsto que fueran unos 19 km., y José Manuel la había calificado de dificultad ALTA y no se equivocó. Yo, que la desconocía, había hecho bromas con lo de los arneses, pero....¡vaya tela! La ruta era lineal, se iba y se volvía por el mismo camino (menos una variación al final del regreso). Este tipo de rutas no son de las que se encuentran entre mis primeras preferencias. Prefiero las circulares porque siempre vas viendo cosas nuevas. En cambio, en rutas lineales de ida y vuelta, vuelves por donde ya has pasado y si hay un tramo difícil o que no te gusta, lo tienes que hacer dos veces.

Nos juntamos 11 senderistas (menos mal que no fuimos más). Al principio hacía fresquillo ya que empezamos muy temprano pero como enseguida empezamos a subir por la Senda dels Amoladors, esa sensación duró poco. Esta senda empedrada va zigzagueando en continuo ascenso y nos ofrece buenas vistas de las imponentes moles y del paisaje según vamos tomando altura.


Cerca de la base de una de ellas, Antonio nos mostró una canal aérea en la cual para cruzarla habían instalado un “puente tibetano” de esos de tres cables, uno para los pies y los otros para cada mano, que tendría unos tres metros de longitud y que se dirigía a una pared vertical en la cual había un cable y los escalones que se pueden apreciar en la foto. La verdad es que estaba tentador, ya que el trayecto no era muy largo pero impresionaba y no conectaba con la senda que llevábamos.


El final de la senda acaba en unos altiplanos que fuimos atravesando y que tenían diferentes nombres: La Sangonera, el Pla del Bancal del Cavall y el Pla de la Font del Barber. Al llegar a la base de la Serra de les Agulles abandonamos la pista y enfilamos por una senda que ya nos hizo añorar los pantalones largos (¡¡cuanto los eché de menos!!, si lo hubiera sabido...) pues estaba muy tupida de coscojas, carrascas, palmitos y romeros que nos arañaban constantemente, tanto es así que al rato nos escocían las piernas y los brazos de los continuos arañazos.


Esta senda, también de subida, contaba con la dificultad que os he comentado y con que había que ir cresteando la Sierra por pasos a menudo poco marcados y entre las piedras, con lo que las piernas de rodilla para abajo se iban cargando debido a los diferentes esfuerzos y tensiones. Y menos mal que iba por delante Mariano con la corvella despejando algunas de las ramas más molestas, que si no…


Almorzamos posicionados como si estuvieramos encordados, en línea sobre una de las aristas de la sierra y como no podíamos levantarnos nos íbamos pasando de uno a otro, como una cadena de ida y vuelta, las aceitunas, el vino, los frutos secos y las galletas.


Lo que os contaba antes y el calor que comenzaba a hacer cuando no soplaba ni una pequeña brisa hizo que, con buen juicio, primero Mari Piqueras y después Jaume se quedaran a esperarnos para reservar fuerzas para la vuelta. La situación se iba complicando cada vez más porque el ángulo de las crestas se iba cerrando, hasta llegado un punto en el que ya veíamos la cruz y a Antonio pasando de la única manera que se podía que era sentado a caballo en la cornisa, con una pierna a cada lado y con precipicio en las dos vertientes. En ese momento Toni y yo nos miramos y nos dijimos que no valía la pena el riesgo, que era muy alto y decidimos no pasar. Lo mismo decidieron otros como Kiquet, Juan Navarro o José Manuel, que se acercaron más pero también pensaron lo mismo. Al final pasaron 4. Creo que fueron Antonio, (rectifico la crónica para decir que sí pasó Manuel Carlos), Carlos (un amigo que se había traido Antonio) y Mariano.


Nosotros comenzamos el duro regreso. Otra vez arañándonos constantemente. Nos encontramos primero con Jaume y después con Mari y el grupo se fue fraccionando. Por delante se fueron Mariano y Kiquet, después íbamos Mari y yo, a la que había encontrado dudando en una bifurcación. Continuamos un rato juntos y después dijo que se esperaba al grupo de José Manuel, después iban José Manuel y Juan Navarro y por último Antonio, Toni, Carlos, Jaume y Manuel Carlos.

Kiquet y Mariano se habían marchado por delante y Mariano me había dicho que él iba a ir a la Font de la Sangonera, a la que se podía llegar mucho más adelante desviándose un poco. Como mi agua iba escaseando yo sólo tenía en mente que quería llegar a la fuente, bebérmela toda y mojarme la cabeza. Cuando terminé de bajar la sierra y aboqué a la pista, así se lo hice saber a José Manuel por el walkie y tomé el caluroso camino. Ahora que observo el mapa con calma, veo que en ese punto en que enlaza la senda con la pista y en el que hay un pino solitario, si en lugar de seguir por la izquierda, que era nuestro camino, me hubiera desviado a la derecha, enseguida hubiera llegado a lo que está marcado como la Font de Rovira (aunque desconozco si lleva agua).

Como digo, continué por la pista y tras un buen rato, primero me encontré a Mariano que venía de la fuente (¡¡qué envidia!!) y decía que no hacía falta que subiera, que él había cogido agua, pero le dije que tenía en mente refrescarme en la fuente y que me iba para allá. Comencé la subida y me encontré a Kiquet que también volvía del mismo sitio y me dijo lo mismo y yo también me repetí. Al final llegué a la fuente de la que manaba un hilillo de agua, pero fría, que me supo a gloria. Desde allí se veía el mar bastante despejado.


En esos menesteres estaba cuando me llamó Toni al móvil diciéndome que ellos cinco, que conformaban el último grupo, se iban a quedar en el pino que había al llegar a la pista y que he descrito antes, ya que tanto Antonio como Jaume iban bastante mal por el calor (las temidas pájaras) y que Antonio había llamado a su hijo para que fuera a ese punto a recogerles con el coche y llevárselos a donde teníamos aparcados los nuestros. Que continuáramos y no les esperáramos.

Cosas de las coberturas telefónicas. Me comuniqué con José Manuel por el walkie y se lo hice saber. Mariano y Kiquet, que eran los más fuertes, se dirigieron de vuelta para llevarles agua, aunque ambos al final volvieron sobre sus pasos pensándolo mejor, ya que iban a recogerles con el coche.

Yo por mi parte me dirigí de vuelta a la pista desde la fuente por otra senda, haciendo un triángulo (Mariano lo había hecho por la mañana) y cuando comencé la senda dels Amoladors me encontré con José Manuel, Juan Navarro y Mari Piqueras que llegaban a ese punto al mismo tiempo que yo. Comenzamos el descenso y nos desviamos por otra variante de la senda, la senda de los Borregos, que ahorraba tiempo pero era más agreste y empinada que la otra. Aquí el cansancio de las piernas ya se dejaba sentir y ya las tenía bastante cargadas. Después se nos unió Kiquet y más tarde Mariano y en un trayecto que se me hizo larguísimo llegamos a la zona de los coches donde, menos mal que todo había ido bien y nos estaban esperando “los cinco” con grandes garrafas de agua (ya se habían bebido una entera).
En resumen una ruta que no volvería a repetir . Lo pasamos bastante mal.

Cambiando de tercio. Por mi parte, mi cuñado me había dicho que les organizara una excursión para el domingo y tras contemplar varias opciones al final me decidí por llevarles a ver los Estrechos del río Ebrón, ruta que había hecho con el grupo en marzo y que ya conocía.

Nos llovió en la carretera mientras nos dirigíamos a Ademuz pero al llegar lucía un sol espléndido. Yo llevaba la idea de bañarme a la vuelta en la zona de los estrechos. Me tenía como hipnotizado la claridad de esas aguas y la belleza de ese paraje y llevaba el bañador puesto debajo del pantalón para facilitar las cosas.

Esta vez nos habíamos llevado una mochila con zapatillas de agua para cruzar el río y bien que hicimos, ya que además del tramo de las piedras, en el vado en el que había dos troncos para pasar, ahora sólo había uno y era muy fácil resbalarse. El recorrido por las zonas entre el río y las paredes de piedra también estaba en ocasiones muy resbaladizo por lo que yo me metía de pies en el agua y les ayudaba a cruzar (el agua sigue estando helada).

Llegamos hasta el puente de tierra de La Fonseca y cuando empezamos a volver nos cayo un chaparrón bestial que nos quitó el calor de golpe (¡que lluvia más fría!) y como no habíamos previsto que lloviera nos dejó empapados.

Más tarde, mientras mi mujer y yo nos habíamos quedado un poco retrasados para cambiarnos de zapatillas, empezó a caer una granizada con mucha fuerza y nos refugiamos en una de las oquedades de las paredes del barranco, pensando en si los demás habrían hecho lo mismo. Pero cuando llegamos a los coches nos dijeron que les había pillado ya fuera de esa zona y no había donde cobijarse porque debajo de los árboles se mojaban igual.

Una vez secos y con el sol fuera otra vez decidimos cambiar de sitio y buscar algo más resguardado para comer. Emprendimos el regreso y nos apartamos en un área recreativa cerca de Castielfabib y menos mal que una parte tenía techo porque cuando estábamos comiendo y con las mesas desplegadas nos volvieron a caer varios chaparrones, algunos de ellos acompañados de sol. Tiempo primaveral.

Se lo pasaron todos muy bien y les encantó la ruta. Mis sobrinos ya me están pidiendo otra para el mes que viene. Ventajas de tener un tío senderista.

Un saludo y hasta la próxima.
Podréis descargaros el track de las dos rutas clicando aquí: ROCACOSCOLLA.
(Aunque en esta ocasión la primera no os la recomiendo, jeje).
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sábado, 23 de mayo de 2009

PRCV-158 Parcent - Coll de Rates. (Circular)

"Está bien ser abstemio.... pero con moderación"
Esta semana José Manuel nos llevó a una ruta que hace ya bastante tiempo José Miguel le venía proponiendo. Según me comentó éste en un momento de la ruta, fue una de las primeras salidas por montaña que hizo, ya que vivía por la zona y le apetecía investigar y que provocó que desde entonces germinara su aficción al senderismo. Se trataba de hacer el PRCV-158 desde Parcent, subiendo al Coll de Rates y volver.
En esta ocasión no acudimos muchos a la cita, quizás por la lejanía y porque se había calificado la ruta como de dificultad media-alta, pero nos alegró mucho el volver a ver algunas caras que antes formaban parte de los habituales como Almudena y Juan Navarro.
Menos mal que nos ayudó la meteorología con un manto de neblina que difuminaba la luz del sol, aunque nos privó de las magníficas vistas (alguno se quedó con las ganas de ver a las chicas guapas de las playas de Ibiza) . Cuando no se movía la escasa brisa, la sensación de calor aumentaba enseguida.



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sábado, 16 de mayo de 2009

Fuentes de Ayodar. (Circular)

"Entre grupos senderistas Paz y Amor "......... "¡¡¡y el plus pa el salón!!!"

Este sábado José Manuel había propuesto hacer el III encuentro de Rocacoscollá Senderismo con el C.E. Villareal, jugando esta vez en la cancha de ellos, por lo que fue Toni Martín el que se encargó de preparar la ruta y hacer de guía. La ruta elegida fue hacer una circular con inicio y fin en Fuentes de Ayodar de unos 14 km., que ellos ya habían hecho antes.

Puede que como la dificultad anunciada fue "media-baja" se apuntó mucha gente, ya que de nosotros fuimos 34 y de ellos 6. (He modificado la cantidad una vez leída la crónica de José Manuel).
Llegamos a Fuentes de Ayodar y aparcamos los 9 coches que componían nuestro séquito a la entrada del pueblo, donde tuvimos la suerte de aparcarlos todos juntos en fila india y nos dirigimos andando un poco más allá, donde estaba previsto encontrarnos con el grupo de Villareal.


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domingo, 10 de mayo de 2009

PRV-92 Calles - TorreCastro - Peña Cortada - Calles

Como la familia quiere que les organice rutas de vez en cuando y no quiero perder mis salidas de los sábados con el grupo, en ocasiones me toca “doblar” como en este fin de semana, en que he salido sábado y domingo.

Como ellos no están acostumbrados a mucho pateo intento elegir rutas no muy largas, fáciles y que sean vistosas para que les siga apeteciendo salir. Para esta ocasión elegí la de Peñacortada. En muchas crónicas he visto el famoso acueducto y la gente caminando sobre él y tenía ganas de verlo en directo y sentirme dentro de esas fotos.

El día aparecía brumoso pero se fue despejando y al final hacía hasta calor. Llegamos a Calles por la CV-35 y aparcamos al lado del río. Iniciamos el recorrido dirigiéndonos hacia la Ermita de Santa Quiteria. Tras rebasarla vimos en un chalet una caprichosa construcción y un cartel que anunciaba nuestro destino pero me llamó la atención que pusiera “Piedra Cortá”, así, tan castizo. Lo de 3 km., es si se sigue directamente a Peña Cortada, pero nosotros nos desviamos antes. Nuestra ruta tuvo unos 9 kilómetros.



Pasamos por debajo del viaducto y nos introducimos en la Rambla de Alcotas. Aquí hice el cambio porque al llegar a un poste que indica seguir recto hacia Peña Cortada o ir a la derecha hacia Torre Castro, decidí primero ir hacia éste y hacer primero la subida estando frescos y dejar lo bueno, con los túneles y el acueducto para el final.



Comenzamos la ascensión que no nos daba mucha tregua y al fondo asomaba el Pico del Remedio de Chelva con sus antenas, famoso porque hace unos meses parte del Grupo Rocacoscollá participó en una media maratón que incluía la dura subida a ese pico (vale, es broma el que sea famoso por eso, pero no el que participáramos).


Al culminar la subida llegamos a Torre Castro, una cueva en la roca con restos de piedras, en la que se entra por una parte y se puede salir por la otra para continuar. Desde allí se tenía otra inmejorable imagen del Pico del Remedio que se ve en esta ocasión con una perspectiva que le hace parecer un gran volcán.

Al comenzar la bajada y a la sombra de unos pinos decidimos parar a almorzar. Una vez repuesta la energía continuamos el descenso por un tupido barranco en que la senda baja encajonada. Lo crecido de las plantas y el que hay varios pinos caídos hace que a veces se tenga que pensar por dónde es mejor pasar.

El barranco desemboca en la senda de subida a Peñacortada, muy pisada. Hay que ver la cantidad de gente que circula por esta senda.

Continuando, llegamos a los primeros túneles y ya vimos al fondo el corte de la peña, o sea, la "Peña" "Cortada". Como diría Belén Estéban: "¿Me entiendes?"


Y comenzamos a atravesar los túneles, yo agachado, que los romanos se ve que eran algo más bajitos. Uno de los tramos es completamente oscuro y cuando te cruzas con la gente tienes que ir a la palpa.

Llegamos a donde está el corte de la peña. He leído que todavía la gente se pregunta el porqué los romanos hicieron aquí este corte en la montaña cuando podían haber hecho otro túnel más como los otros y ahorrarse esta faena extra, pero no he encontrado una explicación convincente a este punto.

Al salir de la grieta enseguida está el esperado acueducto romano. Fotos de rigor,…., a cruzarlo…., más fotos y a comenzar el regreso.


Volvimos sobre nuestros pasos hasta enlazar con la senda de regreso que comienza con una bonita senda de bajada en zigzag protegida por barandillas de madera y termina con un puente y escalones que nos dirigen a un arroyo. Como teníamos calor y queríamos descansar un rato decidimos parar en la sombra y poner los pies en el agua y aprovechamos que nos habíamos traído las zapatillas de agua por si había charcos en los túneles, que no nos queríamos haber perdido la vista del acueducto por nada del mundo.



Tras un rato de frescor continuamos con la ruta enlazando enseguida con una pista y más adelante con la que habíamos pisado en el inicio. Como nos habíamos traído también una nevera para comer por ahí, al regresar y ya con el coche recorrimos un par de kilómetros hasta un área recreativa de la que había visto el panel antes de entrar al pueblo. Cuando llegamos allí nos encontramos con la particularidad de que no hay sitio donde aparcar el coche ¡No sé qué gran idea habrá tenido alguien!, y lo tuve que dejar arrimado al arcén. La zona disponía de sombra, mesas con bancos, fuente y….espárragos, ya que habían rozado el monte y se veían desde lejos como si nos estuviesen esperando. Aún nos quedó tiempo en el regreso para hacer una pequeña parada en la cascada de Domeño.




Un saludo y hasta la próxima.
Podéis descargaros el track clicando aquí: PABLO ONCE
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