Llegamos al lecho del Barranc de l'Infern. Supongo que lo llamarán así porque cuando aquí pegue el Sol debe hacer un calor de "mil demonios". Como siempre, al principio es divertido andar por las piedritas hasta que pasa un rato y ya estás hasta el gorro y quieres volver a pisar tierra firme ¡Si es que uno se cansa de todo...!
Allí tenemos el grupo a lo lejos ya que Manuel Carlos y yo nos habíamos parado a comer algunos higos de las muchas higueras que bordean el cauce (aprovechando que no había venido Nuria y nos dejaba alguno). Poco después nos vimos metidos de patas en este berenjenal, bueno, en realidad no eran berenjenas sino una espesura de matas que nos iban dejando sus recuerdos en forma de sus semillas pinchosas enredadas en los calcetines.
En la ruta de les Agulles estrenaba camiseta y dió la casualidad de que la ruta fue complicada y la llené de enganchones y en ésta, estrenaba calcetines y quedaron casi para la basura porque al intentar quitar las bolitas de pinchos, te llevabas parte de la lana tambien.
Al fondo llegamos a la peculiar presa de Isbert. Dadas las condiciones orograficas de esta zona con el profundo barranco, en época de tormentas el lecho recoge mucha agua en poco tiempo y esta presa se hizo para frenar las avenidas. Como el lecho es muy poroso después no tarda en filtrarse. En algún momento hubo una escalera que por la parte derecha permitía subir para ver el otro lado de la presa pero dicha escala se ha perdido en su mayor parte debido a la acción del agua y del tiempo. Había unas cuerdas colgando por las que algunos intentaron trepar por la pared.
Tras el momento "presa" fuimos presa del hambre pues se aproximaba la hora del almuerzo y José Manuel se aprovechó de que el sector radical del sindicato de senderistas estaba pensando en otras cosas para retrasar la hora del almuerzo hasta las 10 y media ¡Dónde iremos a parar! jeje.
El almuerzo lo hicimos prácticamente llegando a la Cova y cuando dimos cuenta de las viandas nos dirigimos hacia ella entre grandes bloques pulidos por la acción del agua. Aquí el lecho del barranco se encajona mucho.
Vamos atravesando el cañón hasta llegar a un pequeño destrepe donde se produce el inevitable tapón.
Al final se llega a un lugar donde tras atravesar un gran agujero hay una poza con agua que dificulta el paso. Algunos lograron pasar e intentar encaramarse por unas anillas metálicas que hay clavadas en una pared, pero la última de ellas se movía por lo que renunciaron y regresaron.
Volvimos sobre nuestros pasos hasta una fita grande que había en el lecho del río y que indicaba el inicio de la empinada senda que teníamos que salvar para salir del barranco. Ya desde arriba se aprecia esta bonita imagen del mismo.
Una preciosa ruta sin complicaciones, de las que hacen que repitas, y que se hace mejor sin mucho sol o en épocas más frescas pero teniendo cuidado de que no llueva.
Como siempre, muy divertida tu cronica de la ruta.
ResponderEliminarY las fotos hablar por si solas de cada momento descrito.
Muy bueno de del "berenguenal" jejeje
Nos vemos pronto.