"Trío de ases"
Este sábado correspondía subir al Vértice Geodésico nº 24 de la Comunidad Valenciana en altura, con 1321 m de altitud, "Ares", situado en el Término Municipal de Ares del Maestre.
A la cita acudieron Mari y Jose, Salva, Juanvi, Black, Carlos, Xavier (Goterris) y un servidor.
Las previsiones del tiempo eran que iba a hacer fresco, sin viento y que nos podía caer algún chubasquillo de agua nieve o de nieve.
Aunque no íbamos buscándola porque este invierno es el que más nieve hemos pisado, la verdad es que pensábamos en que nos gustaría que hubiera algo, ya que siempre hace ilusión.
Saliendo de Sagunto empezó a caernos una tromba de agua, pero decíamos entre nosotros que fuera cayendo, que la que cayera, esa ya no nos mojaba. Paramos en el Decathlon de Villareal a recoger a Xavier y Carlos. El primer As de la jornada fue precisamente esta doble incorporación. Carlos es corredor de montaña y Xavier es el conocido en wikiloc como Goterris, del que tantos tracks he consultado y me hizo mucha ilusión que me dijera que quería unirse a nosotros en esta ruta. Los recogimos y continuamos hasta el punto de inicio.
Cuando llegamos a Ares nos esperaba el segundo As de la ruta. La sonrisa nos llegaba de oreja a oreja ya que la estampa era de postal, con la muela toda blanca y además no habíamos pasado por nieve hasta que subimos el Coll d'Ares. Antes, nada.
Aparcamos en la plaza y una vez pertrechados, comenzamos a andar a las 8 de la mañana y, en contra de lo acostumbrado, empezamos bajando.
Gozamos ya de inicio en la bajada en zetas pisando un buen colchón de nieve, que conforme nos alejábamos de la población, iba desapareciendo.
La ruta la había planeado hace bastante tiempo y tenía un recorrido previsto de 20 km, por eso en la bajada, continuamos un tramo más cruzando el Barranc de la Canaleta y atravesamos una zona de pinos, para circular después por dentro del Barranc de Cantallop.
Yo, este día estrenaba cámara, aunque aún no me había dado tiempo a probarla, pero siempre me ilusiona trastear con algun nuevo gadget electrónico y estaba contento con la compra, porque me parecía que había pagado un precio muy bueno para las prestaciones que anunciaba (siempre dentro de su rango), una compacta digital no de gama alta, pero bastante equilibrada. Este es un ejemplo de su zoom óptico de 15x con estabilización dual. En la primera imagen vemos Ares allá al fondo y en la segunda lo tenemos aquí con el zoom aplicado desde la misma distancia.
Nuestro camino enlazó con el SL-CV-45 y fuimos visitando los 5 molinos de harina construidos durante la segunda mitad del siglo XVIII. Xavier me ha mandado el enlace a la página del Ayuntamiento de Ares donde se da toda la información de este sendero y a la que podéis acceder pinchando aquí.
Continuamos caminando por bonitas sendas en dirección a los otros molinos.
Como íbamos en leve pero continuo ascenso, pronto comenzamos a pisar nieve de nuevo.
Desde aquí ya podíamos ver la zona del Salt, sin "Salt-o" de agua en esta ocasión, ya que había nevado más que llovido.
En la segunda imagen tenemos una de las balsas de los molinos, donde iban acumulando el agua para hacer funcionar estas pequeñas obras de ingeniería.
Una vez visitado el Molí de la Roca teníamos a la vista la cornisa por la que tendríamos que pasar ahora.
Y ahora os explico el tercer As. Mientras íbamos caminando por la cornisa, se ve que una de las veces que guardé la cámara en la funda, no cerré el seguro y de pronto vimos como mi cámara nueva caía dando vueltas por el precipicio sin poder hacer nada para remediarlo. Imaginad cómo se nos quedó la cara, sobre todo la mía.
Asomándonos un poco, vimos que había una terraza un poco más abajo, pero Salva y yo habíamos oído como si cayera abajo del todo. Les dije que aprovecharan aquí para almorzar y Salva y yo nos fuimos al trote de vuelta hasta el Salt y el Molí de Roca para ir por la base del acantilado a ver si la encontrábamos. Aunque ya pensaba yo que sería para darle un temprano entierro porque debería estar destrozada y ya me veía en la tienda el lunes comprando otra igual, que tampoco pasa nada; fastidia, pero son cosas que pasan.
En la imagen inferior las flechas rojas indican el camino que íbamos siguiendo y la flecha roja gruesa, el lugar por donde había caído la cámara. Salva y yo retrocedimos por las flechas amarillas, mientras que después nos encontramos con Xavier, que había salido siguiendo las flechas verdes y bajando por la otra parte.
En esta otra imagen que tomé con el estupendo zoom cuando más tarde estábamos en frente, desde arriba de la muela, se aprecia mejor el sentido de nuestra marcha, el lugar donde había caído la cámara y las flechas amarillas por donde pasamos Salva y yo buscándola.
Desde arriba oímos que Carlos había visto brillar la pantalla en algún momento y había encontrado una manera de bajar hasta la repisa (espero que sin riesgo) ,donde la cámara había quedado enganchada en unas ramas frenando su, entonces sí, fatal caída al segundo tramo del acantilado. Cuando llegamos y nos juntamos con todos, me la entregó e increíblemente sólo tenía un pequeño arañazo en uno de los laterales. Se ve que había caído rodando de canto y que no había golpeado fuerte con ninguna piedra. Carlos, como digo, me la dio, probé a ver si funcionaba y el zoom nos saludó emergiendo con alegría y me dijo: "Bueno, hazme una foto por el rescate", y aquí la tiene en la imagen central: ¡Gracias Carlos!
Debido a este incidente, la crónica podía haberse quedado sin fotos, las quehabía hecho hasta ahora y las que hice después. Acto seguido nos pusimos manos a la obra con el reconfortante almuerzo.
Reanudamos la marcha y teníamos a continuación la preciosa faja del Barranco de Cantallop.
Un lugar precioso pero en el que hay que ir con cuidado y donde alguno bromeaba y me decía que sujetara bien la cámara, porque había una buena caída.
Mientras caminábamos por el estrecho paso, de uno de los agujeros de la pared rocosa salieron dos cabras montesas, que saltaron por encima de nosotros con una elegancia como si flotaran en el aire.
Salimos de la faja y el paisaje acumulaba aquí una buena capa de nieve.
Continuamos un tramo más y, aunque a partir de aquí el track que yo había pensado continuaba dando una vuelta más grande, decidimos acortar e ir directamente hacia la Font de Regatxolls. Aquí os dejo una muestra más del zoom (que aún funcionaba). En la primera imagen tenemos a Salva que había parado a ponerse de nuevo la chaqueta y había quedado retrasado y en la segunda, desde la misma distancia acercado con el zoom ¡Cómo disfruto!
El trozo de recorrido que dejamos circulaba paralelo a un vallado que tenía toros bravos, como se aprecia en la imagen central.
De aquí en adelante la nevada habia sido copiosa. En el muro de piedra vimos las marcas del sendero y dijimos que parecía que las había hecho un tigre mariquita, que se había pintado una uña de cada color.
No sé quien habría avisado a la quitanieves para que viniera a facilitarnos el paso... ¡si yo quería la ruta aventurera!
Llegamos al lavadero que está al lado de la Font de Regatxolls y el refugio acabado y sin estrenar por problemas burocráticos y nos volvimos a poner las polainas porque a partir de aquí ya nos harían falta.
Llegamos a la nevera y las chaquetas ya habían vuelto a la mochila. Tentados estuvimos de mandar también el polar para adentro, pero pensando que arriba haría más fresco, los mantuvimos.
Un poco más adelante de por donde camina Salva en la primera imagen es desde donde capté la imagen que os puse antes para indicar el lugar donde se había quedado la cámara. En la tercera imagen vimos unas cabras montesas.
Las dos cabras de antes eran parte de una buena manada, como se aprecia en estas tres fotos.
Ya sé que son muchas imágenes en esta crónica, pero es que cuando vas a guardar la cámara ves otra cosa y piensas que cómo no vas a hacerle una foto a eso.
En el recorrido un tanto tortuoso que había ideado, nos acercamos mucho a Ares y era un lugar donde si hubiera habido necesidad alguien podía haberse quedado en los coches, pero el único que sí que aprovechó el momento fue Xavier, al que le calaban un poco las botas y quiso acercarse al coche para coger unas específicas de nieve que portaba y ya nos cogería.
Continuamos pues alejándonos de nuevo de Ares para llegar al vértice geodésico. Aquí había tanta nieve que los cojines de monja estaban completamente cubiertos y parecía el pasaje de la película "Alien", cuando los huevos de aliencillos están en la cueva.
Subimos a lo alto de la muela y comenzamos a caminar por el altiplano. Ahora aquí había momentos en que el pie se hundía a veces 20 centímetros.
Estas imágenes me recuerdan a Scott y Amundsen en su "Carrera hacia el Polo".
En la imagen central tenemos a Xavier que ya venía con sus botas secas.
Llegamos al Vértice, objetivo principal de la ruta, y tras hacernos la foto de grupo y tomar alguna caloría y yo un café, del que ya llevaba un rato con ganas, continuamos hacia el tramo aventurero de la jornada que yo había previsto (como si no tuviéramos ya suficiente, jeje).
Cuando construí la ruta, para que tuviera la longitud acostumbrada y visitar el vértice, se me ocurrió que podíamos bajar por el Antiguo azagador de la Mola, que tiene bastante desnivel. Se ve en la tercera imagen, pero había que llegar hasta él y un buitre ya observaba su oportunidad.
Estuvimos dudando un momento porque la pendiente imponía en un principio, pero no había ninguna vía por allí mejor para bajar, así que "a lo hecho pecho" y, con cuidado y poco a poco, fuimos bajando con un pequeño destrepe incluido.
Ahora ya nos quedaba regresar a Ares manteniendo la cota. Obsérvese la curiosa bisagra de esa puerta de madera. Un poco más tarde (quinta imagen) pasamos por la Font de Pere Sancho. En esta zona íbamos abriendo y cerrando porteras continuamente.
Un último repechito y ya tuvimos a la vista Ares.
Con esta estampa de postal navideña llegamos al pueblo, nos cambiamos de calzado y alguno continuó con la tradición pediluvia como los del Betis: "Manque nieve".
¡Uf! Una ruta que a mí me ha parecido espectacular por todo. Por los paisajes, por los pasos de las fajas, por la aventura, por la compañía, por la nieve, que muchos decíamos que nunca habíamos pisado tanta ni tanto tiempo seguido en una ruta, y por su punto de esfuerzo, que ésta sí lo tuvo, ya que 20 kilómetros, la mayoría de ellos por nieve, al final se notan en las piernas.
Advertir que hay zonas en las hay que tener especial cuidado, porque lo de la cámara, si pasa, se compra otra y no hay más problema.
Nos vinieron muchas veces a la cabeza, dos de los habituales, como Manuel Carlos o Kiquet, a los que seguro que les hubiera encantado participar en esta ruta. Comimos en los bancos de piedra que hay bajo los arcos de la plaza y nos tomamos un café en el bar, despidiéndonos con una sensación de que habíamos hecho una de las rutas inolvidables, hasta otra ocasión.
Enhorabuena Pablo, por tan magnífica excursión, por tu brillante crónica, por tu desbordante ilusión y entusiasmo montañero y por tu ¡cámara!, compañera inseparable de tus salidas y porque la odisea tuvo un final feliz.
ResponderEliminarMis recuerdos a tod@s.
Un fuerte abrazo,
Luis.
Por lo que he podido ver en la crónica, una ruta fabulosa, va ha ser difícil que la superes. Yo también me acorde de vosotros el sábado, me hubiera gustado acompañaros pero me fue imposible.
ResponderEliminarEnhorabuena por los tres ases en especial por el tercero, ya tuviste suerte.
Saludos Kiquet.