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Este sábado la ruta propuesta era subir al Vértice Geodésico nº 340
en altura de la Comunidad Valenciana, Llorença,
con 436 m de altitud, situado en el Término
Municipal de Teulada, Alicante.
Llevaba
tiempo viendo crónicas de esta ruta clásica y tenía muchas ganas de hacerla.
Cuando la semana pasada vi la fenomenal crónica de nuestro amigo Simón Corresendas, ya no
me pude resistir y creo que era ahora el momento propicio para llevarla a cabo, pues conforme avanzaran
los días haría más calor para una ruta de costa.
La
subida al vértice iba a ser sólo anecdótica ya que la ruta consistiría en la visita a cuatro preciosas calas que hay en la zona: Granadella, Testos, Llebeig y Moraig. Para llegar al punto de inicio copio
las indicaciones de Simón: “Por la autopista de Alicante, salida Ondara-Denia,
dirección Alicante-Jávea, seguimos dirección Jávea, sin entrar en Gata de
Gorgos, después de unos 3 o 4 km., en una rotonda que hay unas velas con
gaviotas metálicas, cogemos dirección Benitachel, (no entrar al pueblo),
pasamos un Masymas e inmediatamente a la izquierda empezamos a subir a la
Urbanización Cumbres del Sol, cuando veamos un letrero que indica Centro Hípica
Los Girasoles, es donde dejaremos los coches”.
Desde
la Urbanización Cumbres del Sol cogeríamos el PRCV-354 que nos llevaría hasta el
Mirador de Levante y después, por un senderillo, bajaremos por la cresta hasta
las ruinas del Castillo de la Granadella.
A
continuación bajaríamos hasta la Cala de la Granadella, la visitaríamos y
subiríamos de nuevo haciendo un pequeño círculo que nos llevaría de vuelta a los
coches. Aquí cogeríamos los coches y subiríamos por la carretera hasta la parte
alta de la urbanización, donde se encuentran las antenas y el vértice Llorença
(no podía faltar). Bajaríamos hasta un aparcamiento y dejaríamos allí el coche.
En este mismo punto nacen las tres rutas que haríamos a continuación.
Primero
bajaríamos por el Barranc de l'Infern hasta la Cala dels Testos. Para ello, en el
último tramo hay tres pasos por cuerdas que después habría que subir. La última
es la más dura. Como el trayecto es de ida y vuelta, el que quiera podría
quedarse a esperar a que subieran los que se hubieran decidido a bajar.
Volveríamos
donde tendreíamos el coche. Subiríamos un poco por la carretera y desde allí mismo seguiríamos el SL-50 que nos
llevaría por una bonita senda que va por debajo de los acantilados con preciosas
vistas del mar en todo el recorrido y que nos acercaría hasta la Cala Llebeig,
volviendo por la misma senda hacia los coches. Cogiendo los coches bajaríamos hasta la Cala Moraig, famosa por su cueva y aún haríamosuna última subida para ver la espectacular falla de la Cala
Moraig.
Aquí
podéis ver el vídeo de la Simulación de Vuelo sobre el track que he preparado
para que os hagáis una idea fiel del recorrido:
A la cita acudieron Mari, Pili, Ana, Carlos, Jose, Manuel Carlos y un servidor. Gracias a las precisas indicaciones de Simón, a las 7:30 ya estábamos en el lugar de inicio de la ruta, al lado de la Hípica de la Urbanización Cumbres del Sol. Nos habíamos parado antes en un mirador que vimos en la carretera para admirar el mar de nubes, más bien de niebla, que nos acompañaría durante toda la jornada.
Comenzamos a caminar por el PR y se podía ver detrás nuestro el Puig de la Llorença, donde se ubica el vértice del mismo nombre y al que subiríamos más tarde pero con los coches.
Por el camino podíamos ver los inicios de la Primavera.
En cuanto pasamos la parte alta y comenzamos a descender, pudiendo ver el mar, ya todo fue un espectáculo, a pesar de la espesilla niebla, que tampoco había querido perderse nuestra visita.
En esta ocasión cambiamos los buitres por gaviotas.
Hay que tener cuidado si nos aproximamos a mirar desde los acantilados.
Ya se apreciaba a nuestra izquierda el entrante que hace el mar y que termina en la Cala Granadella.
En aquella punta del fondo es donde se encuentra el Castellet de la Granadella. Parece ser una antigua torre de vigía.
La Granadella aumentada con el zoom.
El Castillo tenía vigilantes silenciosos.
Otra buena caída desde aquí.
Después de visitar los alrededores del Castillo comenzamos una subida para bordear una loma rocosa, que nos permitiría llegar a la Cala. Desde arriba las ruinas parecen las de una Nevera, a las que tanto estamos acostumbrados a ver.
Una pequeña destrepada, hasta con cadena para ayudarse, aunque no es necesario.
Otro paso con cadenas de apoyo. Tampoco hicieron falta. Quizás si el terreno está resbaladizo tras algunas lluvias, vengan bien.
Nos maravillaban los cambios de color que hacía el fondo del mar en los alrededores de la Cala.
Esta senda nos llevaría a cruzar un barranquito que daba paso a una nueva subida por otra senda con barandilla.
Llegados a la Cala de la Granadella, toda para nosotros, procedimos a fotografiarla y allí mismo almorzamos, al sonido del ir y venir de las olas.
Teníamos compañía por si nos dejábamos algo.
Una vez disfrutado el momento continuamos caminando, ahora por el interior de un barranquito, siguiendo las indicaciones de la Variante Teulería.
La primavera recién estrenada nos recibía con un festival de colores.
Después de un pequeño tramo por el barranco, vimos las señales de la senda que nos haría subir por la izquierda, en fuerte ascenso. A nuestro paso vimos una casa derruida y un horno. Éste, en buenas condiciones.
Regresábamos a los coches haciendo un círculo, más bien una raqueta y ya teníamos enfrente el vértice de Llorença. Creíamos que después de unas horas ya se habría disipado la niebla, pero no era así, sino que volvía a entrar por la izquierda, como se aprecia en la imagen.
Cogimos los coches y subimos hasta el vértice, aparcando al lado mismo. Espero que no nos acostumbremos a esto, jeje.
Como se puede comprobar el espeso manto de niebla persistía.
Desde allí podíamos ver bien el Montgó, que se encuentra bastante próximo, por su cara más agreste.
Entre la niebla parecían asomarse el puntal de Moraira y más allá el Peñón de Ifac.
Nada, que la niebla no se iba.
Nos fuimos con los coches al segundo aparcamiento y desde allí comenzamos bajando unos peldaños de escalera que enseguida nos metieron en el frondoso Barranc de l'Infern. Un barranco muy bonito por cuyo lecho discurre la senda y que nos iría llevando a la segunda Cala del día, la Cala dels Testos.
En una revuelta del barranco ya tuvimos a la vista la Cala, pero aún había que superar unas pequeñas pruebas.
Se trata de superar tres saltos que están equipados con cuerdas de nudos. El primero es el más fácil.
El segundo es el que más impresiona porque desde arriba se ve muy liso, aunque cuando nos metimos en faena vimos que había algunos apoyos.
La Cala cada vez más cerca...
Y el tercer paso, donde se va bajando bien hasta que se llega al final, en que si se sigue recto es demasiado vertical. Lo mejor es irse hacia la izquierda e ir buscando apoyos, que los hay y así se supera sin problemas. A la cuerda le falta un metro para llegar al suelo, pero como la mayoría medimos más de un metro... jeje.
También hay un cable en este paso, en el que se puede ir hacia la izquierda desde arriba e ir ayudándose por este cable negro que hay dispuesto en las rocas.
Conquistamos la playa, también toda para nosotros, aunque después apareció un buzo. A la izquierda hay una pequeña cueva.
Vista hacia el barranco por donde hemos bajado. Muy chulo.
Y hacia la derecha lugares a donde iremos ahora pero no por el agua.
De regreso hacia las cuerdas y a encararlas de nuevo.
A mí subirlas me pareció más sencillo que bajarlas. Aunque no nos dieron problemas en ningún sentido, cuando subes vas viendo donde poner las manos y los pies y, si en algún punto lo necesitas, ahí tenemos la cuerda para apoyarnos en el ascenso. Se puede hacer de manera sencilla o más espectacular, como Carlos. Depende de cómo quiera cada uno.
Subiendo el paso intermedio.
Una última vista a la Cala dels Testos. Nos despedíamos de ella.
Y por el Barranc de l'Infern de vuelta a los coches. Desde ahí mismo, caminamos un poco por la carretera y enseguida vimos a nuestra izquierda el comienzo del Sendero Local, SLV-50, que nos llevaría a la Cala Llebeig. Aproximadamente 50 minutos para ir y otros tantos para volver.
Toda esta senda transcurre por debajo de los acantilados y con el mar allá abajo, a nuestra izquierda.
Increíble el tío, dónde se hizo el chalet. Desde luego sí que tiene que tener buenas vistas.
La senda discurre siempre bajo las paredes rocosas.
Hubo un momento en que vimos allá abajo la Cala Moraig, que habíamos dejado para el final, en la que se apreciaba la entrada a la cueva y a la derecha la senda que lleva a la falla.
Vistas hacia atrás, hacia la izquierda. Con el zoom podíamos ver la Cala dels Testos, donde habíamos estado hace un rato e incluso la playa y la cueva.
Durante el recorrido vimos varias construcciones que aprovechaban los huecos de la pared.
Un derrumbe que ya tendrá bastante tiempo nos hizo pasar entre algunas rocas.
Llegamos a un punto que parecía la "Escuela Taller de Fitas", porque se habían entretenido en hacer multitud de ellas. Si alguno necesita alguna para señalizar un desvío ya sabe donde puede venir a buscarla.
Ya comenzábamos a ver los primeros avances de la Cala Llebeig y los cambios de color de su fondo. Las aguas en esta zona son transparentes.
Simón, ya tengo mi propia foto de la Cala. Lástima que la niebla tamizara un poco las vistas.
Ahora nos quedaba un fuerte descenso para llegar hasta ella, en el que la senda iba haciendo lazadas para facilitarlo.
Por la derecha hay una senda que continúa por el Barranco de la Viuda, pero no estaba en nuestra agenda.
Conquistada la playa procedimos a inmortalizar el momento y ante ese "lavadero" de lujo, no pudimos renunciar al deseo de refrescar nuestros pies.
Tras un rato de disfrute del lugar, emprendimos el regreso subiendo por la senda por donde habíamos venido.
Durante todo el recorrido seguíamos maravillándonos con las vistas, tanto de las rocas como del mar, que hacían una perfecta combinación. Manuel Carlos llamó mi atención sobre una roca que colgaba de lo alto y en la que vimos la similitud de una gárgola natural.
Llegamos a los coches y nos montamos en ellos para bajar por la carretera hasta la Cala Moraig, última de la jornada.
Fuimos hacia atrás para encarar la senda que lleva a la falla. Es aconsejable aparcar cuando se baja con el coche en las primeras plazas que aparecen y así no se tiene después que volver a subir andando hasta aquí.
Allá abajo se veía la vista de uno de los sifones, y se parecía un puente de piedra.
Vista de las rocas que componen la falla del Moraig. La semana pasada vi la película "El juego de Ender" y esas formas puntiagudas se asemejaban a las que habían en el planeta de los alienígenas.
Desde el borde de la falla se ve allá abajo el otro sifón. En el cartel explicativo se dice que el lugar ya era visitado por los fenicios y que existe una corriente de agua dulce subterránea de donde se aprovisionaban las barcazas.
Bajando a la Cala, a la derecha de la entrada de la cueva hay unos escalones y una senda que sube hacia unos acantilados y desde la que se puede ver, tanto el interior de la cueva, como el sifón que se veía desde arriba, cuando estábamos en la falla.
Y la foto del interior de la cueva. Espectacular. Llevaba años queriendo estar aquí y sentirme parte del entorno pudiendo tomar esta fotografía.
Aquí terminamos la ruta de hoy y nos desplazamos a las aguas de la Cala Moraig para sentir sus aguas y comer en las piedras de su playa.
Se me han acabado los artículos para calificar esta ruta. Si queréis podéis buscarlos por la crónica, ya que sería repetirme. Ahora, aunque nos lo cuenten, ya tenemos nuestra propia experiencia y podemos deleitarnos con los recuerdos de haber estado en ese maravilloso lugar. Teníamos muchas ganas de hacer esta ruta desde que la veíamos con envidia (sana) en las visitas de otros compañeros. Hay que tener las precauciones normales al acercarse voluntariamente a los acantilados y llevar bastante agua y una batería de repuesto para la cámara fotográfica, porque estoy seguro de que haréis muuuuuuchas fotos.
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí:
PABLOONCE
Seguro que no os defraudará, hay que saber ver, valorar y disfrutar lo bueno y bonito que tenemos.
ResponderEliminarUn abrazo a todos
Fantástico el reportaje, Pablo, al igual que la planificación de la ruta y la compañía. ¡Muchas gracias por hacer sentirme como en casa! Cuando me lo permitan las circunstancias seguro que volveré a salir con vosotros... ¡y esta vez estaré más preparado, en lo que a comida se refiere!
ResponderEliminarSaludos,
Carlos
Hola Carlos, vuelve cuando quieras.
EliminarSaludos.
¡Hola Pablo y demás amigos!, me encanta que os haya gustado, ya os dije que no os defraudaría.
ResponderEliminarLeyendo la crónica he vuelto a disfrutar tanto como haciéndola, no os dejasteis ni un solo rincón que explorar, conociéndote Pablo, sabía que no hacia falta decirte mucho.
¡Oye!, no os sepa mal la poca nieblecita que tuvisteis, eso fue lo que hizo que os pudierais mojar los pies, nosotros nos hizo sol, pero no veas como estaba el mar, no podías arrimarte de las olas que venían.
Un fuerte abrazo
Sí, el mar estaba totalmente plano y en calma y tuvimos suerte de que no nos lloviera, que era lo que nos preocupaba y decían las previsiones. Así que estuvo fenomenal. Un diez.
EliminarUn abrazo.