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Este sábado la ruta
propuesta era subir al vértice geodésico nº 358 en altura de la Comunidad
Valenciana, La Cumbre, con 392 m de altitud, situado en el Término Municipal de Cheste,
Valencia.
Buscando cómo dar la
vuelta a un vértice de nuestra lista cercano, vi que podía apoyarme en un track
que Alex de Casiaventurilla realizó en 2013 junto con el grupo La Casica de
Pedralba y que se basaba en dos senderos locales, el SLV-77 y el SLV-78. Era una ruta circular con el vértice en medio pero al que ellos no subían.
Nosotros cambiaríamos el
lugar de inicio y le añadiríamos la subida al vértice.
Haríamos la ruta en el
sentido de las agujas del reloj saliendo desde el Albergue de La Cárcama y
dirigiéndonos hacia la zona de La Manga. Subiríamos a la caseta forestal y
cuando estuviéramos acabando esa lengua que hace el track, nos saldríamos de los
senderos marcados hacia unas ruinas. Desde allí buscaríamos si existiera una senda
que nos llevara hacia el vértice y si no la haríamos nosotros campo a través
buscando el mejor paso. No sería un tramo largo.
Visitado el vértice nos
dirigiríamos a unos campos para volver a unir con las pistas y pasaríamos por dos
aljibes. Más tarde volveríamos a abandonar las marcas para hacer un pequeño
recorte y bajar directamente al Barranco del Cuchillo, por el lecho del cual
caminaríamos. Pasaríamos por la base de la Peña del Pardal y regresaríamos a los
coches.
A la cita acudieron Ana, Mari, Nolo, Juan Carlos, Jose, Rafa, Manuel Carlos y un servidor. A las ocho de la mañana ya estábamos en el lugar de inicio, el solitario Albergue de La Cárcama. Aparcamos bajo los pinos de su explanada y nos dispusimos a caminar por las pistas.
Duraba todavía la humedad de las lluvias de la semana pasada, lo que hacía al monte estar más vivo, más limpio y pleno de aromas.
A la derecha de la pista enseguida vimos un enorme horno de cal en el que nos hicimos una foto.
El día se presentaba fantástico, sin viento y con una temperatura agradable regalándonos un precioso amanecer.
Los primeros rayos de Sol fueron para los más altos, y no me estoy refiriendo a Juan Carlos, sino a los montes de Chiva, con el Pico Yerbas dominando.
A nuestra derecha a lo lejos se podía distinguir la caseta forestal que sería el punto más alto de nuestra ruta y que en la imagen de abajo acercamos hacia nosotros con el zoom.
También a nuestra derecha se podía ver el solitario vértice geodésico que, como no recibe muchas visitas, seguro que agradecería la nuestra para ver si así volvía a estar "en el candelabro", como la inolvidable frase aquella de Sofía Mazagatos.
Aunque sean ruinas, las múltiples construcciones abandonadas que se van encontrando en la ruta dan ese punto nostálgico que hace recordar el protagonismo de la agricultura y ganadería en los muchos de los ahora olvidados campos.
Hay que estar atentos, a la altura de una de estas construcciones, y tomar la pista de la izquierda en lugar de la principal que sigue recto. Enseguida la pista se va convirtiendo en fina senda y circula entre los pinos, que sí, quedan muchos aún por aquí aunque no lo parezca a pesar de los incendios.
Dimos un repaso a algunas matas de madroños que encontramos de las que todavía pendían sus rojos frutos en un estado excelente de maduración. Cada mata de esta especie va a su ritmo y algunas ya hace tiempo que han perdido el fruto mientras que otras a estas alturas los tenían maduros e incluso todavía verdes.
Excelente mañana para caminar por esta ruta sencilla.
La pista nos subía ahora al punto más alto, la caseta forestal que ya veíamos rompiendo el horizonte arriba de la loma y detrás de nosotros se levantaba con sus dulces pliegues la bonita Sierra de Chiva.
Distintas imágenes de la Sierra de Chiva. Algunas son agrestes, ésta con una visión relajante, a lo que ayudaba mucho la extraordinaria claridad del día que nos había tocado y en el que las retinas podían recrearse a lo largo de los muchísimos kilómetros de distancia que permitía la visión de 360 grados que se observaba desde la Caseta Forestal.
Todo el que visita esta caseta queda prendado. De su sencillez, de su limpieza, de la simplicidad y a la vez coquetería, de sus fenomenales vistas y enseguida se lanza la imaginación a lo bien que se puede utilizar y lo gratificante de los momentos que se pueden pasar en un sitio sin pretensiones ni lujos como éste.
Una muestra de las lejanas vistas desde la Caseta.
Continuamos por la pista descendiendo un poco para acercarnos hacia el vértice. Tras pasar un cruce en el que hay una gran conejera a nuestra izquierda, nosotros seguiríamos rectos para, al poco, meternos campo a través al desaparecer la pista en un campo de algarrobos. Fuimos buscando el mejor paso por los rastros más despejados y no ofrece ningún problema.
Llegamos al poco visitado vértice, que no está incluido en los senderos locales de la zona y desde el que también se observan buenas vistas y nos paramos allí a almorzar disfrutando de la calma del paisaje.
Una vez concluido emprendimos el descenso por otro sitio distinto al de subida para ir de nuevo al encuentro de las pistas del sendero local.
También bajamos sin problemas localizando los sitios en los que ir bajando de las terrazas de los campos labrados.
Abajo llegamos a una pista en desuso que nos llevaría hacia la principal y que tomaríamos por la derecha, circulando entre los campos muy cuidados. Pasamos por dos aljibes que estaban llenos de agua hasta arriba por las recientes lluvias.
La pista nos llevaría más adelante entre campos de naranjos y nos iría acercando irremisiblemente al lecho del Barranco del Cuchillo. En el punto en el que la pista lo vadea nosotros tomaríamos el lecho del cauce hacia la derecha y caminaríamos por su interior.
El fácil tramo por dentro del barranco nos metía un poco más en la naturaleza y añadía otro aliciente a la ruta.
Poco a poco nos acercábamos a las paredes rocosas de la Peña Pardal, a las que los cambios de color de sus piedras les dan un punto de belleza.
Tras la parada para su contemplación continuamos hasta llegar a un vadeo cementado en el que tomaríamos ya la pista por la izquierda en ascenso dejando el barranquito. Allí mismo hay un poste señalizador que nos indicaba que sólo faltaban 15 minutos para llegar al albergue donde habíamos iniciado la ruta.
Y en cómoda charla llegamos de nuevo al Albergue de La Cárcama y a los coches, dando por finalizada esta sencilla pero gratificante ruta en la que hemos podido disfrutar de una buena jornada senderista.
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí:
PABLOONCE
Pablo: Muy buena ruta, entretenida y agradable,tranquila un dia muy bueno para caminar y charrar con los compis.
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