...
Este sábado, aprovechando el diluvio universal caído la semana
pasada en la Comunidad Valenciana y ante un vídeo que me pasaron de la Cueva
del Turche con la cascada cayendo a toda potencia, la propuesta era la ruta del agua de Buñol
para ver si todavía podíamos presenciar algo de esa cascada, cosa que sólo sucede cada
mucho tiempo.
Para
llegar al punto de inicio seguiríamos la A-3 hasta Buñol y aparcaríamos en las
inmediaciones del parque de la Fuente de San Luis.
Haríamos
la ruta en el sentido contrario de las agujas del reloj para quitarnos de
encima primero la parte menos vistosa de pistas y asfalto. Pasaríamos por el
Mirador de la Cruz, después por la Cueva
de las Palomas y el Charco Mañán.
Visitaríamos
la poza de la Cueva del Turche desde arriba del acantilado y dando un rodeo
bajaríamos a ella para ver si cayera todavía algo de agua desde los 60 metros de
altura de la pared.
Después
continuaríamos hacia el pueblo pasando por la Fuente del Ciprés y regresaríamos a
los coches.
A la cita acudieron Ana, Pili, Mari, Manel, Jose, Rafa, Manuel Carlos y un servidor. Con un día fantástico por delante comenzamos a caminar por la ruta del agua de Buñol, bajando a las pasarelas de madera y yendo hasta el azud, donde se podía apreciar la cantidad de agua que todavía llevaba el río Buñol.
Volvimos y continuamos el sendero local hasta la carretera, donde nos desviamos por una senda en ascenso que ya recorrimos hace dos años cuando hicimos la ruta del Barranco de Carcalín y que podéis ver pulsando en esta misma frase.
Conforme íbamos ascendiendo ya se nos ofrecían buenas imágenes de la población de Buñol y de su castillo.
Pero fue al llegar al mirador de la Cruz desde donde pudimos tener una muy buena panorámica.
Continuamos de nuevo por la sendita utilizada por las bicis de montaña hasta que llegamos a las pistas superiores.
Ahora ya nos tocaba planear un rato entre pistas y carreterillas que iban atravesando zonas de chalets hasta llegar a la bajada al barranquito del río Juanes.
En el descenso vimos una ardilla que estaba juguetona y que se puso a saltar de rama en rama pero sin irse durante un buen rato encima de nosotros.
Caminando paralelos al río Juanes ya escuchábamos el rumor de las aguas saltando entre las rocas y enseguida pudimos ver cómo corría alegremente, mostrando la estampa que ya nos gustaría que se mantuviera así para siempre.
Al llegar a esta caseta derruida había que desviarse hacia la derecha para disfrutar del primer punto importante de la ruta de hoy, la Cueva de las Palomas, donde ya desde lejos veíamos cómo caía con alegría una bonita cascada desde la parte izquierda de la cueva. Precioso. Nunca he visto la Cueva tan bonita como hoy, en el estado real de humedad que debió tener durante muchos años.
Aquí tenemos la cascada, formando una poza en su caída. Fui pasando por el lateral de la derecha hasta situarme debajo de ella y poder tener otra visión.
Habíamos pensado almorzar aquí pero el ruido de la cascada era bastante fuerte y decidimos continuar y buscar un lugar más adelante.
Volvimos hacia la caseta derruida y por su derecha continuamos la senda.
El siguiente tramo nos llevaría por un terreno algo más abrupto y desde la ladera podíamos ver el Charco Mañán allá abajo.
Comenzamos a descender hasta el punto donde se puede ir hacia la derecha para ver el Charco o continuar por la izquierda. Como ya lo habíamos visto desde arriba decidimos continuar por la izquierda.
El senderillo nos llevaría por el lateral de una pequeña acequia y encontramos un buen lugar para almorzar en la misma senda y con este paraje detrás de nosotros, escuchando el rumor de las aguas y disfrutando del solete que nos hizo ponernos en manga corta siendo el 24 de diciembre, fum, fum, fum...
Costaba irse de allí pero continuamos. Vimos con el regocijo que sólo experimentan los que saben lo secas que suelen estar estas tierras, cómo bajaba agua de los campos formando un riachuelo para seguir alimentando el río. Siempre comentamos que con sólo que lloviera una vez al mes durante todo el año y diera una buena regada a los montes, la Comunidad Valenciana sería un completo Vergel.
Las marcas blanqui - azules nos llevaban ahora a cruzar el río Juanes y Jose, que iba delante, se giró y me dijo aquella famosa y fatídica frase: "Houston, tenemos un problema".
Veía que con la crecida del río no estaba sencillo cruzarlo sin riesgo de mojarse los pies. De modo que estuvimos buscando la mejor alternativa para ello y vimos un lugar donde se podía cruzar de piedra en piedra pasando primero los de piernas más largas y ayudándonos unos a otros. Aunque Jose y Mari no lo vieron claro y decidieron darse la vuelta y Bajar a la Cueva del Turche por otro camino y allí encontrarse con nosotros.
Aquí estamos eligiendo el mejor modo de cruzar.
Y aquí la alternativa que elegimos.
Por aquí ya se hundía el agua para lanzarse al vacío desde 60 metros y hacer el salto del ángel cayendo sobre la laguna de la Cueva del Turche.
Una vez cruzado el río continuamos por la sendita que nos llevó a un mirador que está en la parte superior del acantilado. Cuidado con acercarse al borde que está muy alto y la caída es vertical, sin rebotes ni nada.
Un poco más adelante bajamos un poco por otro senderillo que llevaba a la balma situada en la parte superior del acantilado. Aquí conviene darse la vuelta pues hay mucho patio y volver por la senda caminando con cuidado.
Enseguida llegamos a la pista principal que nos haría dar un rodeo para bajar a la Cueva del Turche.
Y allí llegamos, viendo cómo caía el agua del río Juanes formando una cascada espectacular. Teníamos muchísimas ganas de verla así, ya que siempre está seca y estuvimos un buen rato sacando fotos y disfrutándola para inmortalizarla desde todos los ángulos posibles.
Una vez bien disfrutado el fenómeno volvimos por el camino subiendo por unas escaleras que nos salían a la izquierda.
Subimos a una pista superior y más adelante nos desviamos por otra senda que salía por la derecha en descenso y que nos llevaría a la Fuente del Ciprés. En este momento todas las fuentes están con agua. Una gozada verlas así.
Llegamos a la población cruzando el puente sobre el río Buñol.
Y volviendo de nuevo por las pasarelas llegamos al Parque de San Luis, donde teníamos los coches, dando por finalizada esta fenomenal ruta en la que hemos tenido la fortuna de contemplar los barrancos, las cascadas y las fuentes de la zona como siempre deberían estar y ha sido una experiencia para guardar en la memoria.
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE
A la cita acudieron Ana, Pili, Mari, Manel, Jose, Rafa, Manuel Carlos y un servidor. Con un día fantástico por delante comenzamos a caminar por la ruta del agua de Buñol, bajando a las pasarelas de madera y yendo hasta el azud, donde se podía apreciar la cantidad de agua que todavía llevaba el río Buñol.
Volvimos y continuamos el sendero local hasta la carretera, donde nos desviamos por una senda en ascenso que ya recorrimos hace dos años cuando hicimos la ruta del Barranco de Carcalín y que podéis ver pulsando en esta misma frase.
Conforme íbamos ascendiendo ya se nos ofrecían buenas imágenes de la población de Buñol y de su castillo.
Pero fue al llegar al mirador de la Cruz desde donde pudimos tener una muy buena panorámica.
Continuamos de nuevo por la sendita utilizada por las bicis de montaña hasta que llegamos a las pistas superiores.
Ahora ya nos tocaba planear un rato entre pistas y carreterillas que iban atravesando zonas de chalets hasta llegar a la bajada al barranquito del río Juanes.
En el descenso vimos una ardilla que estaba juguetona y que se puso a saltar de rama en rama pero sin irse durante un buen rato encima de nosotros.
Caminando paralelos al río Juanes ya escuchábamos el rumor de las aguas saltando entre las rocas y enseguida pudimos ver cómo corría alegremente, mostrando la estampa que ya nos gustaría que se mantuviera así para siempre.
Al llegar a esta caseta derruida había que desviarse hacia la derecha para disfrutar del primer punto importante de la ruta de hoy, la Cueva de las Palomas, donde ya desde lejos veíamos cómo caía con alegría una bonita cascada desde la parte izquierda de la cueva. Precioso. Nunca he visto la Cueva tan bonita como hoy, en el estado real de humedad que debió tener durante muchos años.
Aquí tenemos la cascada, formando una poza en su caída. Fui pasando por el lateral de la derecha hasta situarme debajo de ella y poder tener otra visión.
Habíamos pensado almorzar aquí pero el ruido de la cascada era bastante fuerte y decidimos continuar y buscar un lugar más adelante.
Volvimos hacia la caseta derruida y por su derecha continuamos la senda.
El siguiente tramo nos llevaría por un terreno algo más abrupto y desde la ladera podíamos ver el Charco Mañán allá abajo.
Comenzamos a descender hasta el punto donde se puede ir hacia la derecha para ver el Charco o continuar por la izquierda. Como ya lo habíamos visto desde arriba decidimos continuar por la izquierda.
El senderillo nos llevaría por el lateral de una pequeña acequia y encontramos un buen lugar para almorzar en la misma senda y con este paraje detrás de nosotros, escuchando el rumor de las aguas y disfrutando del solete que nos hizo ponernos en manga corta siendo el 24 de diciembre, fum, fum, fum...
Costaba irse de allí pero continuamos. Vimos con el regocijo que sólo experimentan los que saben lo secas que suelen estar estas tierras, cómo bajaba agua de los campos formando un riachuelo para seguir alimentando el río. Siempre comentamos que con sólo que lloviera una vez al mes durante todo el año y diera una buena regada a los montes, la Comunidad Valenciana sería un completo Vergel.
Las marcas blanqui - azules nos llevaban ahora a cruzar el río Juanes y Jose, que iba delante, se giró y me dijo aquella famosa y fatídica frase: "Houston, tenemos un problema".
Veía que con la crecida del río no estaba sencillo cruzarlo sin riesgo de mojarse los pies. De modo que estuvimos buscando la mejor alternativa para ello y vimos un lugar donde se podía cruzar de piedra en piedra pasando primero los de piernas más largas y ayudándonos unos a otros. Aunque Jose y Mari no lo vieron claro y decidieron darse la vuelta y Bajar a la Cueva del Turche por otro camino y allí encontrarse con nosotros.
Aquí estamos eligiendo el mejor modo de cruzar.
Y aquí la alternativa que elegimos.
Por aquí ya se hundía el agua para lanzarse al vacío desde 60 metros y hacer el salto del ángel cayendo sobre la laguna de la Cueva del Turche.
Una vez cruzado el río continuamos por la sendita que nos llevó a un mirador que está en la parte superior del acantilado. Cuidado con acercarse al borde que está muy alto y la caída es vertical, sin rebotes ni nada.
Un poco más adelante bajamos un poco por otro senderillo que llevaba a la balma situada en la parte superior del acantilado. Aquí conviene darse la vuelta pues hay mucho patio y volver por la senda caminando con cuidado.
Enseguida llegamos a la pista principal que nos haría dar un rodeo para bajar a la Cueva del Turche.
Y allí llegamos, viendo cómo caía el agua del río Juanes formando una cascada espectacular. Teníamos muchísimas ganas de verla así, ya que siempre está seca y estuvimos un buen rato sacando fotos y disfrutándola para inmortalizarla desde todos los ángulos posibles.
Una vez bien disfrutado el fenómeno volvimos por el camino subiendo por unas escaleras que nos salían a la izquierda.
Subimos a una pista superior y más adelante nos desviamos por otra senda que salía por la derecha en descenso y que nos llevaría a la Fuente del Ciprés. En este momento todas las fuentes están con agua. Una gozada verlas así.
Llegamos a la población cruzando el puente sobre el río Buñol.
Y volviendo de nuevo por las pasarelas llegamos al Parque de San Luis, donde teníamos los coches, dando por finalizada esta fenomenal ruta en la que hemos tenido la fortuna de contemplar los barrancos, las cascadas y las fuentes de la zona como siempre deberían estar y ha sido una experiencia para guardar en la memoria.
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