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Este sábado volvíamos con
los vértices y al más puro estilo, es decir, no había encontrado ningún track que subiera al vértice para que me sirviera de guía y tendríamos
que improvisar uniones de pistas con sendas y varios tramos de campo a través
para solucionar esta ruta que había intentado montar aprovechando el monte
disponible que nos dejarían las autovías de la zona.
Subiríamos al vértice nº
362 en altura, Castellet, de 373 m de altitud, situado en el Término Municipal
de Algar de Palancia, Valencia.
Saldríamos de Algimia de
Alfara en el sentido de las agujas del reloj quitándonos, como siempre que se
puede, el tramo de asfalto al principio. No tardaríamos en meternos en faena
subiendo por la Pujada dels Civils a la Partida de la Hedra. Bajaríamos,
cruzaríamos el Barranco de Arginas y subiríamos a la loma donde se encuentra el
vértice Castellet.
Utilizaríamos unas calles
de la Urbanización Montes de Palancia e improvisaríamos una bajada para volver al cruzar el
barranquito. Subiríamos al Picayo Redó y bajaríamos de nuevo a la población de
Algimia de Alfara y a los coches.
Sería una sencilla ruta en
principio, aunque habría que ver cómo estarían esos campo a través que había intentado
trazar desde el mapa por la zona más viable.
Para llegar al punto de inicio seguiríamos la A7 hacia Sagunto para coger la A-23. Pasaríamos Gilet y Estivella y nos saldríamos por la salida 14 para dirigirnos a Alfara del Algimia, donde aparcaríamos.
A la cita acudieron Pili, Mari, Ángela, Jose, Juan Carlos, Quico, Rafa, Manuel Carlos y un servidor.
A las ocho de la mañana nos pusimos en marcha hacia la izquierda, para hacer la ruta en el sentido de las agujas del reloj, dejando también a nuestra izquierda la Vía Verde.
Tras la semana de lluvias, este sábado iba a ser la única ventana en que el tiempo nos permitiría ver el Sol, porque al día siguiente volverían las lluvias de nuevo y la mañana nos regaló un precioso amanecer.
Al fondo la silueta de la Sierra Calderona, que últimamente hemos visitado bastante.
A nuestra derecha destacaba la mole rocosa del Picayo Redó, al que subiríamos al final de la ruta atacándolo desde atrás.
Nos quitamos de encima el tramo de asfalto y encaramos con ganas de calentarnos el cortafuegos, que para nuestra fortuna habían limpiado recientemente.
A la altura de las torres eléctricas abandonamos ese cortafuegos principal para seguir otro por la izquierda y así poder subir por la Pujada dels Civils. Nos acercamos a una zona de chalets pero antes de llegar giramos a la derecha por rastros de senda intentando seguir el track que me había marcado. Se circula bien y sin problemas aunque a veces desaparecía totalmente el rastro y había que improvisar para seguir subiendo.
Al fondo se veía la loma donde se encontraba el Vértice Castellet, lugar en el que teníamos previsto almorzar.
Comenzamos el descenso hacia el Barranco de Arginas, que tendríamos que cruzar. Éste fue el punto más aventurero de la mañana, aunque no el único. Bajamos campo a través hasta que la ladera se fue espesando de matorral.
La pendiente aumentaba y había que ir con cuidado en la bajada, ya que el terreno estaba húmedo por las lluvias de la semana pasada, sobre todo al bajar y cruzar una acequia que encontramos.
Al trazar el track desde casa había visto una línea blanquecina desde la foto del satélite que podría parecer una senda o un lugar por el que caminar en este punto, pero debió ser esta acequia estando más limpia en el momento en el que hicieron la foto. La verdad es que hacia donde debíamos ir, hacia la izquierda, no se podía a no ser que camináramos por el interior de la misma mojándonos hasta los tobillos y sin saber si tendría continuidad, como muestra la imagen inferior.
Intenté bajar al barranco entre los romeros y la vegetación para ver si se podía llegar pero se llegaba a un cortado y no se podía continuar hacia abajo, por lo que decidimos seguir la acequia hacia la derecha y buscar otro punto de ataque al barranquito.
Llegamos a una curva a derechas y a su izquierda vimos un sitio donde se podía intentar comenzar a probar de nuevo la bajada. Llegamos a más de lo mismo. También había un cortado pero con menos altura que el anterior. Nos fuimos hacia la izquierda y vimos un sitio por el que ya se podía bajar, aunque hay que hacer una destrepada con el consiguiente cuidado y sólo apta para gente que esté habituada.
Si alguien hace esta ruta y no se atreve o no ve con seguridad bajar por aquí debería intentar continuar hacia la derecha porque al final se llega a unos campos de naranjos, bien siguiendo el trazado de la acequia, si es viable o campo a través desde aquí.
Lo fundamental es estar seguros y en este caso si desciende uno primero ya puede ir indicando y ayudando a los demás.
Como se ve en la imagen, estábamos al lado del cauce, pero una caída de más de 6 metros nos impedía continuar.
Llegamos a lecho del Barranco de Arginas y lo encontramos con el agua corriendo como en sus mejores días, supongo que por las abundantes lluvias recientes. Así solían estar estas ramblas y barrancos y daba gusto verlo así. Es una sensación parecida a cuando vimos el río Monlleó lleno de agua de parte a parte hace unos años y tuvimos que cruzarlo. Son cosas que no suelen suceder y que hay que retener en la memoria.
Buscamos un sitio por el que cruzar sin mojarnos los pies y bordeamos por la parte de abajo de un chalet, a través de unos campos de algarrobos. Salimos a una carreterilla asfaltada y nos metimos por una pista a la derecha que nos bajaría de nuevo al barranco. Caminamos un momento junto al cauce y salimos de él a unas pistas y mirando ya hacia la derecha y arriba, la ladera por la que tendríamos que subir.
Se veía claramente una tubería que subía directamente a los depósitos de agua que se encuentran al lado del vértice. Nosotros subiríamos por la parte de la izquierda de la tubería, ya que por la derecha había algunos cortados.
La subida fue cómoda. Sólo había que superar el desnivel y con el aliciente de que, aunque algo más tarde de lo habitual, ya que nos había entretenido la bajada al barranco, nos esperaba el gratificante momento del almuerzo en el vértice.
Llegamos a las calles asfaltadas de la parte alta de la Urbanización y sólo nos quedó seguir por ellas hasta los depósitos y el vértice, que curiosamente se halla enclavado encima de las paredes de un robusto bunquer o nido de ametralladoras, resto de la guerra civil.
Una vez disfrutado el momento del almuerzo continuamos con la ruta descendiendo por las calles de la urbanización para dirigirnos a una zona en la que había visto desde abajo con Google maps la existencia de unas cuevas y pensé que sería interesante visitarlas. Además desde este punto el tramo para llegar a la parte inferior era más corto.
Abandonamos de nuevo la seguridad de las pistas y nos lanzamos campo a través buscando el mejor paso. No ofrece más complicación que el ir caminando por la ladera rocosa.
Al poco rato ya podíamos ver la zona de las cuevas, aunque no tienen profundidad y son abrigos naturales en la roca caliza, pero curiosos y llamativos.
Continuamos descendiendo en diagonal hacia la derecha y nos encontramos con otro obstáculo muy parecido al que habíamos tenido anteriormente. De nuevo nos hallábamos ante una acequia y la frondosidad y el desnivel nos impedían continuar bajando.
Mientras el resto del grupo llegaban a ella, me aventuré hacia la izquierda para buscar una zona por la que poder bajar y la encontré aunque estaba algo alejada y en contra de nuestra dirección.
Volví con el grupo y lo intentamos hacia la derecha siguiendo por encima de la acequia y resultó bien, ya que llegamos a unos campos de naranjos y pudimos enlazar con las pistas de abajo y después con la carretera.
Abandonamos después la carretera por una pista por la izquierda que nos llevaría casi hasta el chalet que habíamos bordeado al bajar de la montaña al principio de la jornada y llegamos de nuevo al lecho del Barranco de Argina, bromeando con que si subiríamos ahora por el mismo sitio por donde habíamos bajado.
Pero no tocaba ahora. En su lugar caminamos por la pista hacia la izquierda, encontrándonos con que en el lugar de vadeo corría tal cantidad de agua que sólo lo recordarán los más viejos del lugar y tuvimos que buscar un lugar por el que cruzar la corriente sin mojarnos las botas y subir a una terraza de la otra ladera que nos permitiera volver a la pista, haciendo de nuevo otro tramito aventurero.
Llegamos al otro lado del vado y continuamos ahora alternando pistas entre los naranjos hasta que los abandonamos y cogimos una senda que nos iría acercándonos en una cómoda subida hacia el siguiente destino.
Aún nos salimos una última vez de la pista para hacer un pequeño campo a través y enlazar con la pista principal que nos subiría al Picayo Rédó.
Arriba hay un buen mirador y una caseta de observación forestal.
Buenas vistas desde aquí de Algimia de Alfara, desde donde habíamos partido.
Desde aquí nacía una senda que nos iría bajando hacia la zona de chalets y la carretera y sin más llegamos a los coches terminando esta entretenida ruta.
Una zona en la que no hay senderos homologados pero desde la que se puede componer una rutilla bastante entretenida, como la que nosotros hemos disfrutado para acometer la subida al objetivo de otro de los vértices de Menos de Mil de la Comunidad Valenciana.
El hacer cosas nuevas tiene lo que tiene, ese punto de aventura y adrenalina ante lo inesperado y lo que se disfruta con la sorpresa de encontrarse todo por primera vez y tratar de sortear en cada momento lo que va surgiendo. A nosotros nos gusta esto.
Hay gente más moderada o con otras expectativas a la que esto no le gusta y prefiere la comodidad de seguir rutas sin sorpresas y es entendible, por eso hay rutas para todos los gustos y preferencias. Lo fundamental es saber lo que uno quiere y disfrutar con ello, que la montaña da muchas posibilidades.
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí:
PABLOONCE
Hola,
ResponderEliminarme he divertido mucho leyendo la crónica.
Saludos,
Miguel Arce