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Seguimos por la zona de Marines Vell. Esta semana tocaba volver a subir al Gorgo. En 2016 lo subimos desde Marines finalizando con una pedrera para llegar a la cima. Volveríamos a hacerlo así pero cambiando el punto de inicio, en una pista pasando aproximadamente 1 km la población. Así la recortaríamos un poco y también le cambiaríamos algún tramo de pista por senda.
A la cita acudieron Ángela, Pili, Quico, Manel, Rafa, Manuel Carlos y un servidor.
Tras aparcar en la parte cementada de la pista comenzamos esta ruta que haríamos en el sentido de las agujas del reloj.
Por ahí comenzaríamos.
Enfrente de nosotros y un poco a la izquierda asomaba la puntiaguda silueta de la Peña del Caballo. Llegaríamos a aquel collado pero giraríamos a la derecha para subir al Gorgo.
Desde el principio fueron incontables las matas de madroños que nos salieron al paso y cargados de frutos maduros. No he visto tantos en una misma ruta y eso que muchas veces los hemos ido buscando. Hay que tener cuidado porque comer muchos emborrachan.
En el collado de la Peña nos juntamos con unos corredores que tenían el mismo destino.
Ellos subirían por la senda sencilla ya que iban corriendo. Nosotros cogeríamos la senda de la derecha que subiría después por la pedrera.
Llegamos a la pedrera y tocó subirla poco a poco. Se sube bien y es bastante corta.
En la senda superior vimos que habían construido un refugio ilustrativo y una carbonera.
Llegamos a la zona del vértice y elegimos un buen sitio para almorzar con vistas.
Hicimos la foto de grupo.
Y después probamos el que se disparara sola con la detección de sonrisas. La de Pili la detectó seguro, jeje,
Desde allí arriba, aparte de los brillos del Sol sobre el mar, podíamos ver hacia la derecha la ciudad de Valencia. Se puede ver hasta el Palau de les Arts a la izquierda de la imagen. Siguiendo la línea de costa, la Albufera, Cullera y al fondo del todo el Montgó.
Nos despedimos del bonito lugar y comenzamos el descenso hasta el Collado. Allí tomaríamos la senda de la derecha en descenso.
Por encima de los pinos asomaba otro compañero fiel, el Penyagolosa.
El monte estaba precioso tras las lluvias de esta semana y rezumaba agua por todas partes. Al bajar enlazamos con la pista y enseguida la abandonamos por una senda que no habíamos hecho antes.
¡¡¡Aiboooo, Aiboooo, a casa a descansar!!!
Volvimos a enlazar con la pista y más tarde, un tramo del track que seguíamos hacía un recorte que ahorraba un requiebro de la pista. Lo tomamos pero la última parte de bajada de nuevo a la pista no está muy bien, aunque nosotros sí que bajamos.
Otro tramo de pista y nos volvimos a meter por otra senda que se acercaba al barranco pero lo seguía paralela. Con esto del confinamiento se nota que las sendas no principales como ésta se encuentran menos pisadas y la naturaleza enseguida trata de recuperar su territorio.
Tiene algún tramo un poco aventurero y muchos, muchos madroños.
Enlazamos con otra senda que viene de la pista y bajamos por ella al bonito barranco de la Hoya.
Este paso en el que hay que cruzar el arroyo es sobre el que teníamos dudas sobre si podríamos pasar por el agua que bajaría, pero llegados al punto no hubo ningún problema y era para recordar el verlo bajar así.
A lo lejos se marcaba la silueta del Castillo del Real.
La pista nos llevó a pasar por el poblado morisco de La Hoya, donde están reconstruyendo algunas de las casas.
Ya sólo nos quedaba seguir la pista para llegar de nuevo a los coches y nos despidió la vista del Pico del Águila, donde estuvimos la semana pasada.
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE
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