En esta ocasión no acudimos muchos a la cita, quizás por la lejanía y porque se había calificado la ruta como de dificultad media-alta, pero nos alegró mucho el volver a ver algunas caras que antes formaban parte de los habituales como Almudena y Juan Navarro.
Menos mal que nos ayudó la meteorología con un manto de neblina que difuminaba la luz del sol, aunque nos privó de las magníficas vistas (alguno se quedó con las ganas de ver a las chicas guapas de las playas de Ibiza) . Cuando no se movía la escasa brisa, la sensación de calor aumentaba enseguida.
Cuando acabamos con la visita enlazamos con el grupo avanzado que nos estaba esperando en un saliente rocoso y seguimos admirando el paisaje desde las alturas.
Atravesamos verdaderos prados de jaras blancas y cuando llegamos arriba pudimos ver un rebaño de cabras senderistas que nos miraban con curiosidad.
Por aquel entonces, la sección radical del sindicato ya reclamaba la hora del almuerzo y nos dirigimos cerca del único árbol que se divisaba para dar cuenta de las viandas. En este caso José Miguel, en ausencia de Riquelme que desde Amsterdam nos ha prometido unos caldos deliciosos, sacó de la mochila una garrafita de dos litros de un vino "graduado" y nos dijo que no teníamos bemoles para acabárnosla. La verdad es que quedaron unos dedos... pero porque nos faltaban unos cuantos amiguetes.
Como el lugar donde almorzamos era zona de frecuente paso y estancia de las cabras -hasta había que ir con cuidado de no confundirse al coger las aceitunas- debía haber en el suelo más de una pulga que se dieron un festín con algunas de nuestras tiernas piernecitas, sobre todo con las de Carmen_K.
Continuamos con nuestro particular serpentear por las crestas de la sierra y como aludiendo a la metáfora, Juan Navarro encontró la muda de la piel de una serpiente que se encontraba completa, con cabeza y todo.
Como siempre, y sobre todo de bajada, la alegría reinaba en el grupo. José Miguel iba aleccionando a José Manuel sobre las peculiaridades de las montañas cercanas y Almudena que se había reincorporado en esta ruta, se encontraba tan feliz que parece que hasta levitara (fijaos en que parece que no toque el suelo).
Tras pasar por el restaurante de Coll de Rates se encontraba una señora en la carretera vendiendo cerezas y fueron varios los que compraron para llevar, cada uno dos kilos bien pesados y ahí están las imágenes que lo corroboran. En el lugar donde hicimos la foto de grupo se encontraba una original composición en relieve mostrando la orografía cercana, donde Toni se calzó en sus dedos las botas de siete leguas y ascendía que se las pelaba.
Ya todo en descenso por una bonita senda empedrada desde la que se veía una ladera transformada en terrazas que en otros tiempos estaría toda plantada de almendros u olivos y en esta era de modernidad, totalmente abandonada.
De regreso a los coches José Miguel, que había venido en su autocaravana, nos obsequió con cervezas y coca-colas bien fresquitas que había dejado enfriar en la nevera. Todo un anfitrión.
Un saludo y hasta la próxima.
Pablo, agradecer tu bonita cronica,pues hay detalles que me los perdi, aunque como sabes estubimos, estupendas fotos, gracias Jose y Mari
ResponderEliminarUna ruta con unas vistas muy buenas,y eso que estaba medio nublado,el ver todas las sierras que e recorrido a mi alrededor desde un nuevo punto de vista a sido toda una experiencia.
ResponderEliminarHola Pablo:
ResponderEliminarYa de regreso de mi largo periplo por las tierras de Europa, y como lo prometido es deuda ya tengo reservadas algunas botellitas de buen vino frances, San Emilión (Burdeos) Valle del Loira, etc.
Espero estar pronto con vosotros para trasegarlas por el gaznate.
Sobrelas rutas que habeis hecho solo tengo que decir ¡preciosas!, aunque la última os ha dejado alguna señal (por los arañazos)
Nos vemos pronto
Hola Riquelme, mmmm, esperando probar esos magníficos caldos y aderezados con buen humor. A ver si nos reencontramos pronto.
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