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"Yo..., mi, me, conmigo"
"Yo..., mi, me, conmigo"
Este no es el título real. En esta crónica el título estará por el final. Vamos a empezar por una especie de adivinanza, a ver si sabéis a qué se refiere:
“Yo soy tu más fiel compañero. Soy tu mayor ayuda o tu carga más pesada. Te empujaré hacia delante o te arrastraré al fracaso. Estoy totalmente a tus órdenes. La mitad de las cosas que haces podrías delegarlas en mí y yo las haría rápida y correctamente. Se me puede manejar con facilidad: sólo tienes que ser firme conmigo. Enséñame exactamente cómo quieres que haga una cosa y, al cabo de pocas lecciones, lo haré automáticamente. Soy el servidor de todos los triunfadores y, desgraciadamente, de todos los fracasados también. Con los que eran fracasados, he producido fracasos. No soy una máquina, aunque trabajo con toda la precisión de una máquina unida a la inteligencia de un ser humano. Puedes usarme para obtener beneficios o para arruinarte, a mí me da igual. Tómame, enséñame y sé firme conmigo y pondré el mundo a tus pies. Sé blando conmigo y te destruiré… ¿quién soy?......."
Por circunstancias, este sábado no pude acompañar a Kiquet en su etapa del GR-7, así que me propuse hacer una rutilla corta y cercana el domingo. Es una de mis rutas fetiche y que me gusta hacer al menos una vez al año, sobre todo por estas fechas y así aprovecho para bañarme en el río al final, cuando ya llegas acalorado y te apetece mucho meterte en el agua. Así no la notas ni fría, te refresca un montón y te lo tomas como un premio merecido.
Es ésta una ruta que me gusta compartir. Me gusta que me acompañe siempre alguien que no la haya hecho porque siempre la disfrutan, por su variedad, sus paisajes, los acantilados, el río, las pequeñas sorpresas… no sé, tiene muchas cosas para que sea una ruta entretenida, pero esta vez había poco tiempo de maniobra para que la gente se decidiera y no pudo ser. Al final me tocó hacerla solo y aunque la aproveché yo, me sabía un poco mal que alguien más no pudiera haberse venido y la disfrutara también. Tal vez en otra ocasión, pero en esta me tocaba bailar solo. Buena oportunidad para recibir los consejos de mi amigo Will en cuanto a mi estilo de baile y practicar ahora que no me veía nadie.
Decidimos empezar pronto para comenzar con el frescor de la mañana. Mi idea era terminarla sobre las 12 del mediodía. A las 6:30 ya estábamos caminando desde la Fuente de los Chorros, en Gestalgar. Lo mejor es aparcar en una explanada de cemento que han habilitado al lado del polideportivo, ya en la carretera paralela al río, porque después se llena todo de coches.
Decidimos empezar pronto para comenzar con el frescor de la mañana. Mi idea era terminarla sobre las 12 del mediodía. A las 6:30 ya estábamos caminando desde la Fuente de los Chorros, en Gestalgar. Lo mejor es aparcar en una explanada de cemento que han habilitado al lado del polideportivo, ya en la carretera paralela al río, porque después se llena todo de coches.
Llegamos a la zona de baños de El Motor donde tuvimos la suerte de que no hiciera nada de viento y así pillar la superficie del agua como si fuera la lámina de un espejo.
Cruzamos la pasarela de cemento sobre el río para cambiar de margen y tomamos la pista que nos dirige hacia una bifurcación. El río a la derecha, donde el ruido del agua hizo que nos acercáramos para ver el paso de cemento y hacerle una foto.
Nosotros tomamos la izquierda para dirigirnos hacia la Fuente del Morenillo. Romántico lugar, con su estanque de aguas cristalinas, su frondosidad y frescor, su tono de penumbra, al agua goteando de la piedra musgosa y la proliferación de helechos culantrillos. Un sitio que encandila y donde vale la pena detenerse a escuchar y abrir bien los ojos para abarcar toda la escena.
Volvimos a la senda anterior y la cogimos en sentido ascendente que, en lazadas nos va haciendo coger altura rápidamente. Cuando llegamos a la curva ya tenemos una buena vista del río y del paisaje que nos vamos a encontrar.
Seguimos subiendo ahora por estrecha senda y cambiamos de vertiente. Nos asomamos ahora a las lomas de la parte del Barranco del Barco. Aunque están verdes hay que imaginarlas cuando estaban pobladas de pinos hace unos años, antes de un gran incendio.
Cuando terminamos la subida y antes de continuar rectos, nos desviamos a la derecha para subir a la Peña María. Es una senda, por momentos difusa, donde hay que seguir el tramo más pisado y tras una pequeña trepadita llegamos a lo más alto, teniendo una vista magnífica de la parte que acabamos de hacer, con Gestalgar al fondo apoyado en la ladera y el río abajo. Si miramos un poco más a la izquierda veremos abajo la antigua presa destrozada y el final del espectacular cañón por el que volveremos. Incluso se ve la senda que pisaremos.
Volvemos a la senda que dejamos y seguimos rectos en dirección siempre al Balneario de Chulilla. Si volvemos la vista atrás podemos contemplar la Peña María, donde estábamos hace un momento. Los tiempos que indican las señales son un poco exagerados. En la ida llegué media hora antes de lo que ponía y en la vuelta, tres cuartos de hora antes.
Pasamos ahora por una zona en que no se oye absolutamente nada y donde siempre me paro a escuchar el silencio. De pronto aparece ante nosotros la Hoya de Cherales, una transformación de terreno de montaña en un gran campo de naranjos regados por goteo, que siempre me sorprende por su, para mí, desubicación.
Pasamos por el mojón de los tres términos: Gestalgar, Chulilla y Sot de Chera y llegamos a la entrada de la finca, donde seguimos ahora por pista cruzando el Río Sot, afluente del Turia, que siempre tiene un curso vivaz y remontamos altura escuchando como discurre el río allá abajo, con una buena vista de todo el barranquito y su enlace con otro más grande que es el que tomaremos de vuelta.
Cuando llegamos con la pista a su punto álgido vemos Chulilla allá al fondo.
Enlazamos con la carretera y desde arriba podemos ver las edificaciones del Balneario de Fuencaliente (o de Chulilla). Llegamos a un desvío que, por la derecha, nos llevará en dirección al Balneario. Antes de llegar a él veremos a la izquierda la antigua presa con indicaciones de “zona peligrosa”. Hay que subir por sus escalones y cruzarla por arriba. Veremos cómo la fuerza del agua de la riada del 57 dobló la compuerta de hierro. Hay dos maneras de bajar de aquí, una es por los escalones de cemento y después jugando al laberinto por encima de los muros de la piscifactoría abandonada y otra es continuar por arriba un poco más y bajar por unos escalones de metal. Ahora han limpiado de ramas los escalones y se baja bien.
Paramos a almorzar en la zona de la piscifactoría, lugar tranquilo donde siempre me detengo y allí, compartiendo mi bota conmigo mismo, almorzamos agradablemente.
Ésta es una flor que no suelo encontrar en las rutas que hago pero que siempre encuentro aquí.
Continuamos siguiendo el PR y enseguida y sin saber cuando hemos entrado, nos encontramos circulando por el interior de un enorme antiguo canal, en el que todavía se ven las marcas de la altura por donde circulaba el agua, a unos tres metros de altura.
Más adelante veremos a la derecha del camino las ruinas de la antigua fábrica de esmeril de corindón y algo más adelante llegamos a la Presa de Molina. El sendero nos lleva a cruzar por un puentecillo de cemento y veremos que tenemos que andar por encima del murete del canal.
Especial atención a este punto. El canal tiene más o menos un metro de profundidad pero en ocasiones el agua llega hasta arriba y corre con fuerza. Hay que ser en este punto especialmente cuidadoso en no cometer un error y caer al agua ya que más adelante el canal se introduce dentro de la montaña y no sale sino unos kilómetros más allá. Siempre que escribo sobre este punto insisto en la conveniencia de que hubiera instalados en esta entrada unos barrotes metálicos que impidieran que nadie se colara dentro.
Tan pronto estamos a nivel del agua como estamos arriba y la vemos allá abajo. Pasaremos ahora por un bonito tramo en el que la senda se estrecha y pasa por una zona algo vertical. Han instalado unas cadenas para apoyarse y que nos sintamos más seguros, que nunca vienen mal. Más adelante encontraremos otro tramo. Hay que tener cuidado en esta zona, para disfrutar del entorno con el río y las pozas discurriendo allá abajo pero sin bajar nuestras precauciones.
Al salir de una curva vimos el gran cañón de roca anaranjada y la senda por la que tendremos que circular allá a lo lejos perfectamente definida. Es un momento para detenerse a tomar algo de líquido y deleitarse con las vistas.
Más tarde hay un momento en que nos encontraremos en el lecho del río y veremos que nuestra senda se bifurca. No hay marcas, pero aunque la tentación es seguir la de la derecha, debemos seguir por la izquierda, en sentido ascendente. La otra, al final no tiene salida ¿Qué por qué lo sé?
Un poco más allá aparece erguida ante nosotros la figura de la Peña María, donde se dan cita a menudo grupos de escaladores y llegaremos al final del cañón y a la Presa Vieja, que veíamos desde arriba de la Peña al inicio de la jornada y que se derrumbó en 1919, a las pocas horas de su inauguración por un fallo en su construcción. En la tercera imagen vemos la salida momentánea a la luz del canal que se introdujo en la montaña unos cuantos kilómetros atrás.
Al llegar a la altura de la Peña, cogimos un camino por la derecha y cruzamos el río por un puentecito de obra, llegando hasta la base de la Peña, de donde nace una fuente de agua fresca y lugar de obligada parada.
Volvimos a cruzar el puentecito y caminamos por la senda rehabilitada y delimitada por troncos. Llegamos a un punto en donde hay un cartel que indica la dirección para ver el Acueducto de los Calicantos y cómo íbamos bien de tiempo, para allá que nos fuimos en fuerte subida. Al llegar no se ve nada más que lo que aparece en la foto que os pongo y que es parecida a la que está en el poste indicador. Lo que sí se ve desde arriba es la población de Gestalgar allá adelante y el gran cañar que nos protegerá del sol, ya que la senda circula por debajo de él.
Llegamos a la zona de los Baños del Motor a las 11: 15, bastante antes de lo que tenía previsto. Aquí finalizaba la ruta. Hice una foto a los que se estaban tirando desde lo alto de la roca y me puse en bañador, tirándome al agua y disfrutando del premio merecido.
Por si no lo habéis adivinado, el resultado de la adivinanza y título oculto de esta crónica es: “El hábito”. Por eso, por el buen hábito que tenemos ya instaurado en lo más profundo de nosotros es por lo que no he podido resistirme a salir aunque fuera solo.
Me ha servido, además, para darme cuenta de que en la próxima ocasión en que realice esta ruta voy a investigar una alternativa para evitar un buen trozo de pista y algo más, que no desvelo hasta que vea si puede hacerse.
En cuanto al baile... voy a seguir divirtiéndome a mi manera y sin correcciones, que es como más se disfruta...
En cuanto al baile... voy a seguir divirtiéndome a mi manera y sin correcciones, que es como más se disfruta...
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track pulsando aquí: PABLOONCE
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