A la cita acudieron Pili, Ana, Manuel Carlos y un servidor. A las
7:40 ya estábamos aparcados al lado de la Casa del Moreno, donde hay un ensanchamiento
al comienzo de una pista en el que caben un par de coches.
Comenzamos a caminar por la pista para buscar la senda que nos
permitiría subir a la parte alta de la montaña. De repente nos vimos iluminados
por un intenso color rojizo que nos hizo darnos la vuelta para contemplar un
espectáculo de luces y colores que no nos esperábamos.
Dicen que madrugamos demasiado y que eso se hace duro, pero si
después encuentras que puedes disfrutar de momentos como éste, me parece que el
esfuerzo queda sobradamente recompensado.
Un tupido mar de nubes se extendía bajo nosotros, mientras que por
la parte superior otras nubes caprichosas tamizaban la potencia del Sol para
que éste únicamente pudiera iluminar la escena por el medio, atacando
directamente la parte superior del mar de nubes y dando al conjunto una belleza
que podéis corroborar en las imágenes.
Encontramos sin problemas la senda de subida, estrecha y empinada,
como tiene que ser y comenzamos a subirla despacio ya que se prolongaría
durante un kilómetro. Durante la subida y aprovechando para tomar aire, eran
muchas las veces que volvíamos la vista atrás, como para querer impregnar
nuestra memoria una vez y otra de tan mágico momento, so pena de convertirnos
en estatua de sal o de dar algún tropezón.
Poco a poco la luz del día fue cogiendo fuerza mientras seguíamos
las fitas que indicaban el rastro de la senda de subida y llegábamos, tras un
collado, al último tramo, en el que tuvimos que hacer una leve trepadita.
Puede apreciarse en las imágenes, viendo los campos de
abajo, que habíamos cogido bastante altura en poco espacio de terreno.
Una vez arriba, en el Puntal de Quiles, pudimos ver tras la loma
de la cantera, la Sierra del Reclot, por donde circularíamos a la vuelta y, más
allá, la Sierra de l’Algayat, con su Penya de la Mina, que recorrimos junto a
Jose y Mari en mayo de este año y que nos traía buenos recuerdos.
La fina senda que había visto en las fotos de satélite, continuaba
por la cresta de esta sierra, que forma parte de la Serra de la Taja y veíamos
como seguía su trazado por encima de las lomas.
En esta imagen Manuel Carlos nos logró cazar, con mucho tino, con la Luna en medio.
Nos acercábamos al Algarejo, donde comenzaba el punto de unión de
esta Sierra con la del Reclot, y mirando hacia atrás ya veíamos el gran valle
que se formaba entre ambas.
Las vistas desde el vértice son amplias en todas direcciones,
destacando las de la cantera de mármol más grande que existe en uso en la zona
y donde nos quedábamos pasmados observando cómo habían cortado la montaña a
“taquitos” como si fuera queso con un cuchillo.
Era muy fácil imaginarse a los esclavos de las películas ante
imágenes como ésta, aunque con la tecnología de ahora, los de las pirámides
hubieran hecho maravillas.
Esta ruta también podría haberse llamado la “ruta del tomillo”, porque no creo haber visto tantas matas juntas
en una misma ruta y, además, como estaban en flor, hacían que todo el rato
estuviéramos rodeados de su fragancia.
Pasamos por el tramo que unía las dos sierras y con otra subidita
nos plantamos en la cima de la Teula. Desde aquí teníamos una vista directa del
otro valle y de la Serra de l’Algayat en toda su longitud, viendo en su perfil
perfectamente la ubicación de la Penya de la Mina y su vértice.
También se observaba desde aquí el imponente y abrupto desnivel
que había en la parte Sur de toda esta Sierra del Reclot.
Ante nosotros teníamos ahora nuestro siguiente objetivo: Seguir la
cresta de la Serra del Reclot, con un perfil que se antojaba divertido y con
una buena caída continuamente a nuestra derecha.
Algunos tramos, como éste, convenía hacerlos por la parte de la
izquierda y no arriesgar.
Superada la parte más llamativa, todavía nos quedaba un buen
trecho de cresteo que, aunque más fácil, se hace lento, pues hay que estar
atento continuamente a donde se pone cada pie entre las rocas.
Nos encontramos a nuestro paso con una de las canteras de mármol
abandonadas, una vez que lo que queda ya no supera la calidad que se exige.
A nuestra izquierda, en la otra Sierra y cerca de los coches
aparecía otra enorme cantera, con la que ya se habían comido un buen trozo de
montaña.
De vez en cuando aparecían abandonados artilugios y “trastos” de
los que no es fácil averiguar la función que tendrían en las explotaciones.
Aún pasamos por otra cantera más. Una bien grande, que parecía
también en estado de abandono. Es de lamentar que se consienta que las empresas
explotadoras no cumplan con alguna clausula en sus contratos que les obligue a
regenerar de la mejor manera posible el
paisaje una vez que haya concluido su explotación. Que depositaran una generosa
fianza antes de la firma del contrato, a devolver cuando se hubiera constatado
que hubieran realizado la regeneración. Parece fácil de pensar para nosotros, los humildes mortales ¿verdad? ¿y
porque les parece tan difícil a los políticos de turno?
Pasadas las 14:30 llegamos a los coches, no sin antes visitar un par de higueras, muy abundantes en esta zona de Alicante, donde pudimos probar por fin los higos de este año. Nos refrescamos y desplegamos una mesa a la sombra de unos pinos cercanos y nos dispusimos a comer, dando así por terminada esta entretenida ruta.
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE
Estupendas fotografías Pablo, en especial las del espectacular amanecer y mar de nubes y esas en las que parece que vais a tocar la luna.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias Dani. Fue de esos días especiales en que coinciden todo el cúmulo de circunstancias y va y tienes la suerte de estar ahí para disfrutarlo y recogerlo.
EliminarAprovecho para felicitarte a tí también por todo el recital de magníficas fotos y vistas con que nos has regalado este verano.
Un saludo.
Pablo