A la cita acudieron Alicia y una amiga suya, Flori, Ana, Mariano y un servidor. Nos acompañó también el perro de Alicia, Grey.
Llegamos a Sacañet y aparcamos frente a la fuente de la Plaza del Ayuntamiento y a las 7:30 ya nos poníamos en marcha. Nada más arrancar, el cielo plomizo hizo que cayeran unas cuantas gotas que nos hicieron sacar los paraguas, pero enseguida paró y ya no llovió más en toda la mañana.
Saliendo del pueblo pasamos por la fuente de San Isidro, que visitaríamos de nuevo al final de la ruta.
Abandonamos el GR-10 nada más salir del pueblo y, atravesando unos campos abandonados fuimos en busca del barranco para enlazar con el PR - 63.2, que se dirige hacia Teresa. Pasamos por el Navajo y seguimos las marcas del PR, rumbo que mantendríamos durante un rato.
El paisaje que se observaba todo alrededor era un poco monótono. Se veían las consecuencias del tremendo incendio del año pasado, aunque la naturaleza ya estaba comenzando a brotar con fuerza. El día nublado todavía hizo que la gama de colores fuera menos variada, pero este cielo nublado, lejos de ser un inconveniente, nos vino de maravilla, pues en un paisaje tan despoblado nos mantuvo con una temperatura muy agradable durante toda la jornada.
Estas plantas nos iban acompañando durante todo el recorrido. Eran muy bonitas y algunas parecían hasta de plástico.
En esta ruta que habíamos confeccionado para hoy, los desvíos son constantes y hay que estar pendiente del gps para seguir el recorrido correcto. Pasamos por las ruinas del Mas de los Toros y nos detuvimos a degustar unas fantásticas moras, que en esta zona estaban especialmente dulces. Iba yo con ganas de encontrarme una higuera, pero las que vimos se habían quemado el año anterior y los brotes eran todavía muy jóvenes.
La senda del PR nos fue bajando hacia el Barranco de Pelayo, por donde circulaba un arroyito con agua y, justo al cruzarlo, nos encontramos con la Fuente del Berro, por decirlo de alguna manera, ya que la fuente se reducía a una tapa con candado.
A la altura de Las Lomillas, abandonamos el PR por la derecha atravesando las lindes de unos campos abandonados hasta enganchar con una pista que nos llevaría al Collado de la Fontcubierta. Lo pasamos y comenzamos a bajar hacia el Baranco de Medilla, por el que seguiríamos de vuelta. El recorrido del sendero tenía cierta complicación en el seguimiento, ya que con el bosque original, el sendero pasaría entre los pinos y se vería claramente, pero ahora todo era igual hacia donde miraras y nos tuvimos que guiar del GPS para poder recorrerlo. Este sendero, al igual que pasa con los tramos del PR-63-2 que no circulan por pista, puede que se acaben perdiendo si no los limpian, porque las zarzas y la vegetación está creciendo ahora sin control.
Buscamos unas losas de piedra durante la bajada y las aprovechamos para almorzar antes de bajar y así disponer de mejores vistas.
Bajamos a continuación a la pista que circula paralela al barranco, obviando los desvíos que no nos eran aprovechables, hasta que ya vimos claramente a nuestra derecha el Barranco Escura y a continuación las zetas que hacía la pista que nos iría subiendo hasta las cercanías del vértice.
Al llegar al waypoint que me había marcado como referencia, nos dirigimos campo a través al encuentro del vértice. Como todo estaba quemado, no tuvimos problemas para subir y encontrarlo y, aunque el día nublado nos privó de las vistas de alrededor, el buen humor y la amena conversación de Mariano no faltaba, que es lo importante.
Comenzamos el descenso intentando seguir unas marcas de senda local que habíamos visto, pero al rato fueron haciéndose más difíciles de encontrar y llegamos a la pista de vuelta igualmente.
Más adelante abandonaríamos la pista por la diestra para llegar a otra que recorría un cortafuegos que, evidentemente no cumplió su función. Ésta nos haría pasar por el Alto de las Monjas y, al bajar, la abandonaríamos de nuevo al llegar a un barranquito, que seguimos por la izquierda para enlazar con el GR-10.
El GR-10 tampoco es que esté muy bien conservado en algunos tramos, pero lo seguiríamos ya sin abandonarlo hasta llegar a la población.
Desde una loma ya se podía apreciar la población de Sacañet, donde teníamos los coches y vieron que yo ya no era necesario, pero me mantuvieron con ellos por deferencia, jeje.
Una vista más del paisaje sin vegetación. Sorprende poner al lado una imagen del satélite y ver cómo era la zona antes del incendio, pero está visto que es algo con lo que tenemos que vivir y que es recurrente y se vuelve a repetir y en las mismas zonas, cada cierto tiempo.
También llama la atención ver que las carrascas rebrotan y ya han renacido de sus raíces llegando al medio metro de altura, mientras los pinos, una vez que se queman, se mueren para siempre, su crecimiento es lentísimo y una vez que son adultos, son una tea resinosa esperando a que la enciendan. La naturaleza, siempre sabia, nos da la solución.
A falta de higos en la zona, pudimos probar unas manzanas, que también estuvieron sabrosas... y los higos ya llegarán.
Llegando al pueblo pasamos por la piscina municipal y al lado de ésta se encuentra el olvidado lavadero y un poco más alante la fuente de San Isidro, que habíamos visto al comenzar el recorrido (con agua). Llegamos a la Plaza del Ayuntamiento y a su fuente, donde teníamos aparcados los coches y dimos por terminada esta nueva aventura en la que, como siempre, hemos disfrutado de conocer el entorno, sus sensaciones y la buena compañía.
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE
Hola Pablo: siento haberme perdido esta ruta por mi comarca, pues mi intención era acompañarte, pero el sábado había nacido mi segundo nieto y me debía a la familia, ya le he comprado el bastón para que me acompañe a monte.
ResponderEliminarSaludos y hasta la vista
Hola Riquelme, enhorabuena por el nacimiento de tu nieto. Seguro que será un futuro senderista.
ResponderEliminarSaludos.