El río bajaba con poca agua pero, aún así tuvimos que hacer uso de las piedras para pasar en un par de ocasiones.
La pista nos condujo hasta las pinturas rupestres de los Corrales de Silla. Subimos a verlas, aunque a las horas que eran y con el día nubladillo, no conseguimos ver nada.
Más adelante dejamos a nuestra derecha un refugio forestal, que debe venir de maravilla en caso de lluvia. Pasamos por el “Nevero”, que se encuentra “súper-restaurado” y a continuación podíamos ver cómo se encajonaba el río en el estrecho de La Lácaba.
En este otoño escaso en madroños, pudimos ver algunas matas, pero en lugares inaccesibles. A lo que sí tuvimos acceso fue a una gran cantidad de moras gordísimas y nos pusimos como ellas: “morados”, tanto que alguno ya temía que nos fueran a sentar mal.
Pasado el estrecho, cruzamos la Rambla pasando por la abandonada Masía de Arquelita y ya veíamos enfrente la subida del cortafuegos que tendríamos que acometer a continuación.
Sorteando las lindes de algunos campos que habían labrado llegamos a la base del cortafuegos, teniendo que hacer una trepadita fácil entre las rocas. Después el ancho cortafuegos estaba despejado y se caminaba por él sin dificultad, recorriendo la parte alta de las Lomas del Chinchel, aunque en constante y exigente pendiente.
Tras la reconfortante paradita continuamos hasta que tuvimos que encarar la fuerte bajada que nos llevaría al Barranco del Fraile. Aquí tenía reseñas de una vieja senda, que intentamos seguir y la verdad es que no se nos dio mal y encontramos despejado el camino en todo momento hasta la pista que recorre el Barranco. No opinaban así los buitres, que comenzaron a sobrevolarnos por si alguien tropezaba.
La aventurera Raquel en plena acción.
Al cruzar el arrollito que cruza el barranco hubo otro festival de moras, ya que se mostraban ante nosotros como si fueran racimos de uvas y no era plan desperdiciar la ocasión.
Esto no se come, son los frutos del rosal silvestre, pero estaban en todo su apogeo y lo llenaban todo de un intenso color.
Tras continuar un trecho por la pista nos salimos de ella por la izquierda para seguir el rastro de otra senda, que nos llevaría por la cresta de las lomas del Barranco de la Perdiz hasta enlazar de nuevo el cortafuegos, que desembocaría en las pistas de la Cañada de Arriba, que llevan al Buena Leche.
Me impresionó la frondosa masa forestal que todavía puede visitarse por aquí. Lo recordaba todo más seco de cuando participé en la media marathón de montaña de Tuéjar hace un par de años y me llevo la alegría de poder haberlo visitado ahora con este fulgor y haber cambiado de opinión.
De vez en cuando nuestros ojos no podían dejar de fijarse en la imponente mole donde se encuentra el vértice del Cabezo de Alpuente, que ya recorrimos en otra ocasión.
Llegamos al vértice y su Caseta de Vigilancia Forestal, donde estuvimos conversando con el guarda, que nos fue nombrando los pueblos que se veían a lo lejos.
Como curiosidad, se da la circunstancia que el vértice Buena Leche es vértice Regente, abreviatura de Red Geodésica Nacional por Técnicas Espaciales, formada por unos 1.150 vértices, uno por cada hoja del mapa topográfico nacional 1:50.000. Por supuesto, cada uno de estos vértices forman parte de la Red de Orden Inferior (ROI) constituida por los 10.944 vértices geodésicos existentes en todo el país. Esto de los vértices no es algo sólo "nacional" sino que se extienden formando una red por todo el planeta.
Volviendo del paréntesis geodésico, continuamos por la pista que, de seguirla, nos llevaría al Alto del Gamonal y de hecho, aunque intentábamos estar pendientes de ver el inicio del desvío, como no hay ninguna referencia física, ni fita, ni una entrada clara, al ir hablando nos pasamos el desvío y tuvimos que dar la vuelta. Encaramos así el poco claro inicio de la senda que nos llevaría, tras recorrer el lateral de unos campos de almendros, a enlazar con una preciosa Senda Local, que primero atravesaba una buena pinada y después, siempre en descenso y a media altura, por el lateral del Barranco de Nieva.
La senda, muy buena en su trazado, aunque algo descompuesto su firme en algunos puntos por el continuo paso de motos de trial, abocaba a la pista por la que iniciamos el recorrido en la mañana.
El brezo también estaba en plena floración y nos obsequiaba con sus característicos tonos rosados y otra variante de color blanco, menos habitual.
Al llegar al restaurante del Azud, preferimos tomar la variante de la derecha para visitar la zona recreativa, el río y sus pozas, llegando de vuelta a los coches a las 14:00 horas.
Nos despedimos de esta ruta con las refrescantes imágenes del lugar y dimos por terminada esta gratificante jornada. Felicitar a nuestra joven senderista, Raquel, que hizo la ruta como uno más y que nos dejó impresionados con su fortaleza y seguridad en todo momento.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE
Sigo tu web con interes, cuando le tengo que explicar a alguien que es un vertice geodésico le remito al libro cinco semanas en globo de Julio Verne y a tu web
ResponderEliminarHola Toni, qué comentario más chulo. No digo más que se rompe la magia. Deja que flote en el ambiente, jaja.
EliminarGracias.
Un saludo.
Pablo.
Hola, una puntualización, el deterioro de las sendas no es debido al paso de las bicicletas, sino por el remontar senda arriba de motos de trial. Las senda del barranco de Nieva que habéis visitado fue creada por los miembros de la peña ciclista local MTB Tuéjar. Regularmente se realizan trabajos de mantenimiento y adecuación de la misma y otras, con la colaboración de nuestra peña hermana senderista Andariel.
ResponderEliminarLa pena es que estas actuaciones de mejora duran poco, debido a como te cuento la frecuente visita de motos de trial.
Sabemos que muchas veces pagan justos por pecadores ;-)
Hola Llargo Tuéjar, ya está rectificado. Gracias por el apunte.
EliminarUn saludo.