...
La ruta propuesta para este sábado era subir al Vértice Geodésico nº 142 en altura
de la Comunidad Valenciana, Alto de
Titaguas, con 985 m de altitud, situado en el Término Municipal de Titaguas,
Valencia.
Para comenzar el año lo haríamos con una ruta que creo que nos
gustaría. Sólo con trabajar un poco el track en los mapas ya tenía ganas de hacerla
en ese momento. Una ruta entretenida, con
bonitas sendas, varias fuentes, el río encajonado, una buena subida, en fin, un
poco de todo.
Había visto que este recorrido ya lo hicieron Casiaventurilla en 2010, Pepelik y también Jose,
de Trotasendes Benicalap en 2011 y Simón Corresendas en octubre de 2013, pero
cada uno la adaptó a su gusto. Nosotros también le haríamos algún pequeño
cambio.
Desde Titaguas iríamos con los coches por el Camino Canales y
aparcaríamos antes de un corral abandonado. Comenzaríamos siguiendo el PRCV-41
que nos llevaría hasta el Vértice Alto de Titaguas. El vértice está suplementado sobre una plataforma de hormigón de unos 6 metros de altura. Seguiríamos un poco más y
abandonaríamos la pista por una senda que sale por la izquierda.
Ésta nos llevaría a unir con el PR-220, llamado Senda de la Madera,
que llega hasta el río Turia. Continuaríamos bajando por ella hasta el Barranco
de la Hoya de Mari Lázaro, que seguiríamos cerca de su fondo y llegaríamos hasta la
Fuente de la Caballera, acercándonos al lugar donde termina esta senda, ya en
el río, para ver el encajonamiento por donde discurre.
Volveríamos a la Fuente y continuaríamos por otra senda hasta la Fuente
de la Juncanilla. Iríamos un rato paralelos al río pasando por otra fuente hasta
una piscifactoría abandonada y la Fuente de los Baños. A continuación comienza
un repecho con escalones de piedra y bastante inclinación inclinación pero enseguida se suaviza. La senda nos llevaría hasta la pista que va hacia el
vértice y cuando confluyéramos con la de la mañana, la seguiríamos y regresaríamos
a los coches.
Aquí
podéis ver el vídeo de la Simulación de Vuelo sobre el track para que os hagáis
una idea fiel del recorrido:
Las predicciones eran que el día se presentara muy ventoso, nublado y con posibilidad de lluvia en algún momento, pero cuando llegamos allí tuvimos suerte porque sólo nos hizo viento en la zona del vértice, no nos llovió e incluso el día fue aclarándose poco a poco hasta llegar a salir el Sol. A ello acompañaba una temperatura que llegó a ser primaveral.
Nadie quiso perderse esta primera ruta del año y a la cita acudieron Mari y Jose, Almudena, Pili, Ana, Kiquet, Juan Carlos, Mariano, Manuel Carlos y un servidor. Miguel Arce se había apuntado pero llamó a última hora diciendo que no podía venir.
Nos quitamos de un plumazo un montón de pista nada atractiva y aparcamos ya en el PRCV-41, en un ensanchamiento de la pista, comenzando a subir poco a poco para empezar. Por el Este el Sol intentaba penetrar el grueso manto de nubes, brindándonos otro de esos amaneceres espectaculares.
Hay un momento en que las señales del PR se iban un poco hacia la izquierda pero ambos, el PR y la pista desembocan en un campo labrado. Al llegar a él hay que bordearlo por la derecha. (Cuando regresábamos, había en el campo trabajando un tractor y estaba quitando las piedras que delimitaban el camino. Soy muy mal pensado pero, o mucho me equivoco o el labriego tenía todas las intenciones de labrar también el camino y anexionárselo a su campo, con derecho o sin él).
Nuestra pista enseguida se convertiría en una buena senda que nos llevaría a enlazar con la cresta de la loma donde se encuentra el vértice. Allí han hecho un cortafuego de los de verdad, perfectamente limpio y como deberían ser y estar acondicionados todos los existentes, que después vienen las lamentaciones.
Desde arriba se veía la dormida población de Titaguas y, dominándola, el morrón de La Lámpara.
El amanecer seguía intentándolo y ahora había cambiado los colores de la gama de rojos tendiendo a los amarillos y naranjas. Continuaba el espectáculo.
Enseguida llegamos al suplementado vértice. Único lugar donde nos hizo viento y donde tuve que atar la cámara a uno de los pinos para poder hacer la foto de grupo.
Continuamos y, para librarnos de un buen tramo de pista, giramos después a la izquierda antes de una gran piedra tipo monolito, que puede hacer las veces de fita y que sirve de referencia. En unos metros enlazamos con una pista abandonada que nos fue llevando, ya metidos entre pinos, a enlazar con el PRCV-220, también llamado Senda de la Madera, por la que se supone que debían arrastrar los troncos hasta hacerlos caer al río, por donde eran transportados.
La preciosa senda nos bajando directamente hacia el río donde, desde lejos, ya se podían apreciar los cortados de roca.
La senda cada vez era más bonita, destacando el tramo que pasa por el Barranco de la Hoya de Mari Lázaro.
La senda desemboca en un lugar en donde hay hasta tres áreas recreativas en muy poca distancia. De la primera desconozco el nombre pero no vimos mesas y estaba todo como muy escampado. Tras cruzar el puentecito de piedra enseguida llegaríamos al Área recreativa del Molinillo.
Está perfectamente acondicionada, con paelleros, fuente, aseos y mesas. Unas esparcidas y otras curiosamente juntas, donde nos dispusimos a almorzar.
Tras almorzar, continuamos nuestro viaje pasando ahora por una especie de piscina vallada con una fuente tipo montículo, cubierta completamente de musgo y con un tobogán simulado en la otra parte.
Un poco más allá llegamos al Área recreativa de La Caballera, con otra fuente en la que hay una gran piedra en la que el agua debe surgir por arriba y bañarla toda, lo que hace que esté cubierta también por completo de musgo (el arquitecto debió ser el mismo que el de la anterior), dándole un original aspecto.
El área, al igual que la anterior, está perfectamente acondicionada y tiene fuente con agua. Nos acercamos aquí a ver el río, que nos llamaba con su murmullo.
Pasaba aquí con mucha agua y con fuerza.
Continuamos un poco más, ya que queríamos llegar al lugar donde según el mapa termina la Senda de la Madera, aunque por lógica donde seguramente terminara fuera aquí, ya que en este lugar se tiene un claro acceso directo al río.
En nuestro recorrido pasamos junto a este refugio muy bien conservado que se encontraba cerrado.
La senda acaba en un punto en que no tiene ya continuidad. Mariano intentó subir por la parte rocosa pero no era ya nuestro objetivo y se dio la vuelta antes de llegar arriba.
Regresamos por donde habíamos venido hasta casi el Área del Molinillo, donde una senda a la que hay que estar atentos, baja por la derecha cruzando un pequeño hilillo de agua.
Remontamos a continuación un tramo de pista hasta llegar a la Fuente de la Juncanilla, con agua.
Y, tras visitarla, seguimos por la pista hasta llegar al lugar donde debíamos abandonarla y seguir por senda, pero en ese lugar había unos cazadores que nos dijeron que les quedaban 15 minutos para terminar la batida de jabalíes y que ya estaban recogiéndose, por lo que esperamos mientras hablábamos con ellos y nos dijeron que habían abatido tres ejemplares, que después pudimos ver.
Una vez recogieron los perros continuamos nuestro avance. Esta senda es una maravilla y nos bajaba en unos pronunciados zig-zags por una espesa pinada.
En una de las revueltas que daba la senda a izquierdas, hay que estar atentos porque casi nos pasamos. A la derecha nace un senderillo que enseguida nos llevaría a un mirador natural llamado Los Conquetes. Es una Hoz que hace el río donde, debido a su estrechez, los gancheros debían afanarse al máximo para que no se les amontonaran los troncos que discurían por el río, en una labor peligrosa en la que, como recuerda el cartel, se jugaban la vida.
La fantástica senda nos bajó hasta el nivel del río y pasamos por los restos del refugio de madera, idéntico al que habíamos visto antes, que hace tiempo que se quemó y del que ahora sólo queda la base de hormigón.
Nos movíamos ahora por una profusa y verde vegetación de ribera y pasamos al lado la también curiosa Fuente de la Tosquilla. En esta zona les dio por hacer fuentes de construcción original, lo cual es de agradecer y resulta curiosa ésta especialmente, donde el agua sale por arriba y va recorriendo un canalillo en espiral hasta llegar a la base. Mariano dijo que le recordaba a las fuentes que hacían los moros por Granada, que también les gustaba jugar con la belleza del agua.
Un poco más allá nos encontramos con la piscifactoría abandonada de La Tosquilla en la que la transparencia de sus aguas daba idea de las buenas truchas que debieron criarse allí.
Toda el agua que alimenta la piscifactoría nace detrás de esas rocas, debajo de la montaña.
Nada más pasar este lugar llegamos a un poste que nos indicaba nuestro camino. Íbamos a subir ahora por la Senda de la Tosquilla. Comienza con unos escalones en los que hay que superar una buena pendiente de inicio, pero que después de llegar a una roca que hace de mirador sobre el río, se suaviza.
Ahora no nos quedaba sino disfrutar de esta también preciosa senda que en continuo pero cómodo ascenso nos llevaría hasta la pista del vértice donde habíamos estado esta mañana. Pili se colocó en cabeza y nos imprimió una buena marcha y un ritmo constante.
Al llegar a la parte superior y enlazar con la pista habíamos cerrado el círculo, por lo que sólo nos quedó repetir un tramo de lo que habíamos hecho por la mañana y llegar a los coches.
Una ruta preciosa, sencilla y con muchos alicientes que van salpicándola, lo que hace que sea amena en todo momento. A destacar la maravilla de paisajes, las pinadas frondosas, las fuentes, el agua, el encajonamiento del río y, sobre todo, la excepcional calidad de sus sendas.
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