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sábado, 15 de marzo de 2014

0140 - Vértices Geodésicos C.V.: San Vicente (987 m) A+ 645 m / 19,22 km

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Este sábado la ruta propuesta era subir al Vértice Geodésico nº 140 en altura de la Comunidad Valenciana, San Vicente, con 987 m de altitud, situado en el Término Municipal de Zucaina, Castellón. 



Para llegar al punto de inicio seguiríamos la A-23 hacia Teruel tomando la salida 42 y pasaríamos por Caudiel, Montán, Montanejos y San Vicente de Piedrahita, desde donde comenzaríamos a caminar.

Saldríamos de la población de San Vicente de Piedrahita hacia el Este, llegaríamos al Barranco de Santa Ana, del que seguiríamos un pequeño tramo para después salirnos por la derecha y, tras una empinada pero corta subida, llegaríamos al vértice de San Vicente.


Comenzaríamos un descenso que duraría algo más de 6 km por sendas hasta que enlazáramos con el viejo conocido GR-7. Lo seguiríamos para que nos ayudara a cruzar el Barranco de Palos, abandonando el GR cuando nos hubiera acompañado unos 4 km.


Nos meteríamos en el Barranco de Palos y caminaríamos por su lecho, cogiendo después por la derecha el Barranc del Mas del Camino. Más adelante hay una pista que lo cruza y como de este barranco no tenía referencias y se le veía bastante abrupto, llegados aquí decidiríamos la variante a seguir, dejándolo en "aventura" o yendo a por "aventura plus". Si ya teníamos bastante seguiríamos la pista por la derecha y llegaríamos a la población de San Vicente y a los coches.




Y si viéramos que el barranco tuviera posibilidades de continuar por él podríamos  intentar seguir por el interior hasta enlazar con el PR-111-2, que nos llevaría de vuelta a San Vicente, que es la idea que tenía en mente cuando planee la ruta. Como este último tramo barranquil sólo sería de un kilómetro y medio, si en algún momento no se pudiera progresar más, podríamos dar marcha atrás y salir por la pista comentada.


Aquí podéis ver el vídeo de la Simulación de Vuelo sobre el track para que os hagáis una idea fiel del recorrido:





A la cita acudieron Ana, Pili, Manuel Carlos y un servidor y siendo las 8 de la mañana ya nos poníamos en marcha desde la población de San Vicente de Piedrahita. Nos llevamos una grata sorpresa, ya que descartamos aparcar en la plaza porque se estaba montando un mercadito y lo hicimos siguiendo unos metros más la carretera, con la fortuna que, sin darnos cuenta habíamos aparcado justo al lado del lavadero, que siempre es nuestra intención.

Comenzaba bien pues el día. Un magnífico día soleado y sin viento y, aunque la temperatura era de cero grados cuando llegamos, enseguida iría subiendo.



 Nos pusimos en faena saliendo del pueblo y caminando por una curiosa senda trazada entre bancales.







Una combinación de pistas nos llevaría a pasar al lado de la Masía de la Coscoja y cuando estábamos próximos al Barranc de Santa Ana, atravesamos una portera. Por no pasar directamente entre las vacas, que estaban apostadas en su lecho, decidimos irnos un poco hacia la izquierda para buscar un mejor paso para cruzar el barranquito. Lo seguimos en paralelo por los lindes de un campo lateral y después bajamos y seguimos por el interior.








Ahora debíamos decidir cómo subir hasta el vértice. En principio quería intentarlo por una corta pero empinada canal, de la que se puede apreciar un poco de su comienzo al fondo de la foto, pero me había marcado un waypoint antes para pensar, cuando estuviéramos allí y la viéramos en realidad, si nos metíamos a esas horas tempranas ya en aventura o buscábamos una manera más sencilla de subir.

Ante la inclinación que se observaba, que estaba bastante tupida y que teníamos aventura más adelante, nos inclinamos por la segunda opción, que tampoco estuvo mal.



 Atacamos unas terrazas para ganar altura y cuando se acabaron los campos olvidados, seguimos a la trocha buscando las partes más despejadas, por un monte que no suponía ningún problema.







Cuando cogimos algo de altura se nos permitió ver a nuestra izquierda la silueta de nuestro fiel acompañante, el Penyagolosa.





Llegamos a la parte alta y plana de la loma y buscamos el vértice, que estaba a nuestra derecha.



Buenas vistas desde allí y todo despejado en los 360 grados. Lástima la bruma que nos negaba algo de nitidez pero nos había tocado un día espléndido y... no se puede tener todo, jeje.

Coloqué el monopié bricolagero que me fabriqué y que en esta ocasión no era mecido por el viento y procedimos a la inmortalización del momento.










San Vicente, allá abajo, aumentado con el zoom.



 Para el primer tramo del descenso desde el vértice íbamos a utilizar un trozo de un track de Toni Martín, pero en lugar de hacer una curva hacia una ruina que en él había, nosotros seguimos rectos intentando seguir un antiguo sendero que se veía pintado en el mapa topográfico, aunque como el monte allí arriba era de buen caminar y se encontraba buen paso, el teórico sendero se nos quedó a nuestra derecha y nosotros "tiramos por el medio".


 Enseguida llegamos a una pista abandonada, por la que anduvimos charlando animádamente un rato. Después ésta seguía por la izquierda pero nosotros nos salimos rectos, sin senda definida durante un tramo, pero caminando entre unos pinares muy chulos, altos y frondosos, siguiendo el track que teníamos previsto y que nos llevaría a enlazar con una pista inferior.






Una vez en la pista y maravillándonos de esa inmensa pinada, decidimos parar a almorzar. Tan bien se estaba allí, que de haber sacado una mantita seguro que nos hubiéramos quedado disfrutando del entorno y hubiera peligrado el resto de la ruta.



Pero no, aparte de a comer, habíamos venido a andar, y con esfuerzo abandonamos el apacible lugar de sesteo para continuar caminando a través de la pinada. Aquí unas fotos de muestra:












Siempre en descenso, cruzamos la carretera CV-196 y nos incorporamos a uno de los que seguramente es uno de los tramos más bonitos del GR-7.







Salimos de la pinada a una pista de tierra y tras un largo trecho sobre ella (es lo que tiene también el GR-7) y a la vista de la vieja aldea de La Artejuela a nuestra izquierda, el GR se salía de la pista y continuaba hacia el barranco. En este punto yo me avía puesto un waypoint de aviso ya que en el mapa topográfico del IGN aparece pintado el recorrido del GR por otro sitio y ahorra una buena curva y, aunque estábamos casi seguros de que era un error de quien lo pintó en el mapa en ese punto, ya que estábamos allí queríamos comprobarlo. Por ello caminamos un poco por la carreterilla hacia la derecha para ver si encontrábamos rastro de la supuesta bajada, pero, efectivamente, podemos asegurar que no existe. Volvimos al poste del GR e iniciamos el descenso.












Llegamos al lecho del Barranc de Palos y, aunque nuestro destino estaba hacia la derecha, seguimos incombustibles las señales del GR que nos enviaba hacia el lado contrario.




Tras recorrer un tramo del Barranco, el GR hacía un giro brusco y, elevándose a una cota algo superior, lo recorría en paralelo, ahora sí, en dirección a San Vicente y nuestro destino.





Vista de La Artejuela desde la otra margen del  barranco.












Aunque sabíamos que más tarde tendríamos que dejar la seguridad del GR. La verdad es que fue él quien nos abandonó sin que nos diéramos cuenta, ya que nosotros seguimos el track previsto y no vimos el punto en el que se fue por la izquierda buscando otros derroteros.



 Caminábamos ahora por el lecho del Barranc de Palos, donde no hay camino ni sendas, tan solo rastros de la vacas. A veces se podía caminar mejor y otra peor, pero había que estar siempre atento a no engancharse con las zarzas y los rosales silvestres.























Tras pasar este pequeño oasis de aguas muy claras y cuando ya estábamos enfilando el Barranc del Más del Camino, llegamos a un punto en que la cosa se complicaba. El barranco, aparte de cerrarse por la vegetación, también comenzaba a estrechar sus paredes, siendo cada vez más complicado buscar un paso para seguir avanzando. Ésta era una de mis preocupaciones cuando tracé la ruta y compartí mis dudas con Xavi durante la semana, que fue de la misma opinión. El barranco, con la información que nos proporcionaban los mapas desde casa, se veía complicado y lo que veíamos mal era que el tramo que había que pasar "obligatoriamente" se pusiera difícil antes de llegar a la escapatoria. Porque en la escapatoria se podía decidir si continuábamos por el interior o nos íbamos por la pista hacia el pueblo, pero antes no.

Todavía nos quedaban algo más de 600 metros de barranco para llegar a la escapatoria fácil que tenía prevista, pero continuar a partir de aquí ya no era viable. Consulté el mapa y vi que en la otra ladera del barranco y a unos 150 metros de nuestra posición circulaba una antigua pista y había que llegar hasta ella. Cruzamos el arroyito y subimos por la ladera hasta llegar a la pista en un recorrido que, aunque tenía algo de inclinación, no nos supuso problemas.






¡¡Bien!! Ya estábamos en la antigua pista, que estaba en el mapa y, por suerte ¡existía!, que no siempre son sinónimos el que esté en el mapa y que exista.


La pista estaba tan olvidada,  que para nuestra fortuna y disfrute, parecía convertirse en senda. Circulaba a través de la pinada, muy frondosa y que nos proporcionaba sombra.




Tuvimos que cruzar este reguerillo, que resulta ser el Arroyo de Cortes, hasta en cuatro ocasiones, no revistiendo dificultad ninguna de ellas.










 La pista nos condujo hasta la "escapatoria" y allí, primero, nos felicitamos de poder haber encontrado la alternativa de la pista para salir del barranco, porque hubiera sido duro, si no imposible continuar por él y, segundo, que vimos que continuar a partir de allí también por el interior del barranco no era posible, pero son cosas que hasta que no estás en el sitio no sabes en realidad cómo se van a presentar. Ahora ya lo sabíamos y continuamos por la pista hacia el pueblo, que sigue el recorrido del PR-111.3.



 Una vista atrás a las pinadas que recorren al Barranco de Palos por el que habíamos circulado.






Ya teníamos a la vista la población de San Vicente de Piedrahita y estos 3 kilómetros desde el cruce del barranco hasta los coches, en continua subida, se estaban haciendo durillos.



El pueblo nos recibió con una fuente en sus primeras calles. Un agua muy fresca.


Y en la plaza, ya llegando a los coches, una fuente con varios caños, muy bonita y que me recordaba en cierta manera a la de Xodos.

 
Terminamos la ruta con el tradicional baño de pies, en un agua helada que tenía ese lavadero, pero que nos proporcionaba un último disfrute y nos dejaba como nuevos tras el esfuerzo.









Una ruta que nos ha dejado muy buenas impresiones. Es espectacular caminar por esta zona llena de pinadas que parecen auténticas alfombras verdes. Todo son aromas y sensaciones que lamentablemente no se pueden trasladar a las imágenes, pero desde las que os podéis hacer una idea.

Lo abrupto del terreno hace que no sea sencillo planear una buena ruta circular e interesante en condiciones, aunque ésta que hemos hecho a nosotros nos ha gustado y es de las que no nos importaría repetir, pero hay que tener en cuenta que a nosotros nos gusta la marcha, la aventura, el descubrimiento y que no nos importa mucho el pincharnos algo o tener que afrontar alguna que otra empinada subida o bajada indefinida. Si alguien busca una ruta paseo y sin complicaciones, desde luego debe buscar otra cosa o hacer una variante más corta y asequible, pero si quiere disfrutar de la aventura, de las enormes pinadas y de un punto de dureza, desde luego es una de las suyas. En la montaña a veces hay que pagar un precio, en moneda de esfuerzo, para poder disfrutar estas cosas en vivo y en directo. Lo que no me agradó mucho fue ese final de 3 km por pista finales, pero como era una improvisación ya no se podía hacer otra cosa ¡y bien que nos vino! jeje.

Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE

1 comentario:

  1. Magnífica ruta, i és que si no se prova mai se sap com eixirà.
    Molt interessant el barranc i amb aigua que amb la seca que tenim ja és difícil. Caldrà fer-li una visita a San Vicente i als seus pinars. Llàstima no poder acompanayar-vos.

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