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Este sábado la ruta propuesta era subir al vértice geodésico nº 217
en altura de la Comunidad Valenciana, Cabeza, con 786 metros de altitud y
situado en el Término Municipal de l’Alcora, Castellón.
Hace dos semanas, cuando estaba preparando la ruta para este
vértice estaba sopesando desde donde atacarlo y como no me decidía contacté con
Xavi (Goterris) que siempre me ofrece alternativas. De aquellas conversaciones
me llamó la atención el Barranc del Salt del Cavall y como la ruta existente
que une ese barranco y el del Llosar en una misma ruta da para una estupenda
jornada de senderismo por sí misma,
decidí hacer esa semana la ruta del Salt del Cavall.
En esta ocasión volvíamos a Araia para hacer la ruta del vértice
que se nos quedó pendiente. Con dos de los tracks que me pasó Xavi y alguna pequeña
variación íbamos a hacer el recorrido por esta zona, que siempre es interesante.
Saldríamos de Araia por la carretera por donde habríamos venido para
pasar por el Mas dels Coixos y más tarde por el Mas de Antolino. Seguiríamos por
la pista para, después del Mas de Parra, dejar que la pista se fuera por la
derecha en busca del Cabeço Roig, mientras nosotros seguiríamos rectos por el
azagador. Mas tarde y ante la loma donde se asienta el vértice, subiríamos por
su falda a la trocha. Bajaríamos por la otra parte, también sin senda definida
para llegar al lecho del Barranc de la Font d’Oriola.
Enlazaríamos con una senda que nos llevaría al lecho del Barranc del
Llosar y nada más tocarlo nos volveríamos a salir por la derecha en ascenso para
llegar hasta el Collado de la Foia Picuela, que nos bajaría a las cercanías de
la Font d’Oriola. Desde aquí nos dirigiríamos hacia el viejo Molí del Ros
siguiendo el tramo de investigación que recorrió Xavi buscando viejas y
olvidadas sendas. Desde el Molí del Ros seguramente seguiríamos la pista que va
cercana al lecho del barranquito que nos devolvería a Araia.
Para llegar al punto de inicio seguiríamos la A7 hacia Castellón,
CV-10, CV-20 hacia Onda. Desde Onda, CV-21 hacia La Alcora y desde allí CV-191
y 192 hasta Araia, donde aparcaríamos en las proximidades de su lavadero.
A la cita acudieron Pili, Ángela, Ana, Quico, Paco, Mariano, Manuel Carlos y un servidor. Con un día totalmente primaveral aparcamos al lado del lavadero y comenzamos a caminar hacia el Sur para llegar hasta la carretera por la que habíamos venido.
Pasamos por el Mas de Torner y el Mas dels Coixos y por la Fuente del Regalo, que tiene un pequeño lavadero adosado.
Fuimos dejando atrás la civilización, circulando ahora por pista, que nos dejaba ver a lo lejos los barrancos por los que habíamos pasado hace dos semanas.
La pista se convirtió en bonita senda y nos llevó a pasar por el Mas d'Antolino.
El día estaba tan claro que se veía perfectamente toda la línea que forma la Sierra de Espadán.
Volvimos a pisar pista en las inmediaciones del Corral de la Brisca y pasamos por el Mas de Parra, siguiendo la línea divisoria de Términos.
La ausencia de vientos hacía que las neblinas remolonearan en los valles mientras arriba estaba totalmente despejado.
Ya veíamos a la derecha la caseta forestal al lado de la cual se asentaba el vértice Cabeza. Abajo aumentada con el zoom.
Ya casi nos disponíamos a atacar la subida por esa falda de la montaña. Un poco más adelante y ante la proximidad de un ribazo en la derecha nos tiramos ya de la pista y comenzamos a ascender.
El terreno no ofrece ninguna dificultad y hay que tomarse la subida con calma disfrutando de las vistas. En esta imagen podemos ver detrás de Paco la fenomenal estampa de la Peña Saganta.
Llegamos a la cumbre y nos encontramos con la grata sorpresa de la presencia de una fenomenal mesa de piedra con sus bancos, en los que nos aposentamos a almorzar con unas vistas impresionantes. Recomiendo a los que quieran subir a este vértice que traten de hacer coincidir el almuerzo o la comida en este punto. La sensación es muy placentera.
El día tan claro nos permitía una buena visión de 360 grados en la que destacaba, cómo no, la presencia del Penyagolosa.
Dejamos el vértice dirigiéndonos hacia el Norte, en principio siguiendo unas tímidas fitas de piedra.
Enseguida tuvimos ante nosotros la empinada bajada, intentando no irnos hacia la izquierda para no llegar al acantilado.
Al fondo la silueta del Barranc de la Roca Llarga, muy interesante.
La bajada tiene mucha inclinación y hay que estar pendientes de que no se desprendan piedras que puedan rodar hacia abajo y provocar un accidente a los que van adelantados.
A pesar de la inclinación, su componente rocoso hacía que el terreno no fuera proclive a los resbalones.
Mariano, el espíritu libre, nos abandonó cuando dejamos el vértice porque quería correr dando una vuelta por una pista y encontrarnos al final de la bajada. Cuando todavía nosotros estábamos entretenidos en el rocoso y empinado descenso, que se hacía lento por la precaución, lo vimos ya acercándose con su camiseta naranja venir por aquella pista de abajo que aumentamos con el zoom.
La bajada nos llevó en su punto más bajo hasta el lecho del Barranc de la Solaneta, que cruzamos.
Remontamos un poco el barranquito por la otra parte, ya que por su fondo está muy tupido.
Y bajamos lateralmente en busca de la pista por un rastro de senderillo.
El senderillo nos bajó demasiado y al final se pierde, nos fuimos después hacia la izquierda en busca de la pista, circulando por unos bancales llenos de aliagas. Hubiera sido mejor subir un poco de vuelta por el senderillo y pasar por los bancales superiores que estaban más limpios. (Para otra ocasión).
Llegamos a la comodidad de la pista, que nos llevó a cruzar el Barranc d'Oriola y después dejamos la pista por la izquierda para continuar de nuevo por senda.
Coincidimos en este tramo con el recorrido que hicimos cuando bajábamos desde el Barranc del Llosar hace dos semanas.
Más adelante nos desviamos por la derecha hacia el Collado de la Foia Picuela, lo superamos, descendimos y nos fuimos por la diestra para buscar la Font d'Oriola.
La pista nos bajaba hasta el barranco y un poco antes vimos una olvidada pista que salía hacia la izquierda y nos fuimos por ella. Nos llevó hacia el lecho del barranco y las inmediaciones teóricas de la fuente. Ante la ausencia de algún tipo de indicación, el grupo se fue hacia la derecha en su busca por el barranco y yo hacia la izquierda. Esta fue mi zona de rastreo.
Ellos encontraron una tapa de registro en cuyo interior circulaba agua.
Yo me adentré por una zona cada vez más frondosa hasta que no pude continuar por las zarzas, pero detrás de ellas se escuchaba el correr del agua. Retrocedí un poco y subí al bancal contiguo, que estaba lleno de aliagas. Continué por él hasta superar las zarzas anteriores y bajé del bancal como pude. Conseguí llegar hasta donde salía el agua. Parecía salir de la pared y había una vieja y pequeña acequia que la canalizaba en parte, aunque desconozco si aquello sería la fuente.
Ahora el problema era salir de allí, porque por donde había venido no me apetecía volver a subir y por donde miraba estaba lleno de zarzas. Mariano intentó acercarse a mí por el barranco pero el matorral también se lo impedía. Al final encontré una zona por la que pude salir aunque no apta para repetir.
Como conclusión: creo que no encontramos la fuente y esta parte del recorrido se la pueden ahorrar los que la repitan, a no ser que tengan más información de la que disponíamos nosotros y puedan localizar la fuente si es que existe.
Mariano y yo volvimos a la pista, nos desviamos por una senda por la derecha y alcanzamos al resto del grupo que ya estaba en las inmediaciones del Molí del Ros.
Aquí comenzaba otra aventura. Mi idea, ante el recorrido que hizo Xavi en uno de sus tracks, era llegar al Molí del Ros e intentar seguir una senda que según el mapa del Tossal Topografíes, partía de allí mismo y enlazaba enseguida con una pista que nos llevaría hasta Araia. Además ellos, que hicieron el recorrido inverso, llegaron hasta aquí, pero cuando bajamos del Mólí del Ros, nos encontramos con una acequia. Caminamos por su borde hasta que pudimos, ya que después de superar la vegetación llegamos a un barranquito y allí no se podía continuar. Estuvimos viendo posibilidades de bajar a cruzar el barranco pero era imposible, no había por donde meterle mano. Todo eran zarzas y en desnivel, por lo que decidimos volver hacia arriba.
Caminando por el borde de la acequia.
Regreso al Molí del Ros.
Llegamos de nuevo al Molí y yo estaba en mi interior bastante fastidiado por no poder continuar con el recorrido previsto, ya que estábamos muy próximos al final de la ruta. Se decidió volver a recorrer la senda por la que habíamos venido hasta la pista y después continuar por ella hasta el Mas del Rogle, dando un buen rodeo y por ella hasta Araia.
Cuando íbamos subiendo, nos encontramos conque en el mapa se veía una posible senda marcada con puntos, que nos llevaría directamente al Mas del Rogle, pero me sabía mál meter al grupo en otra aventura y ya de cara al final de la jornada, ya que habíamos disfrutado a estas horas de varias en esta ruta y no sabíamos si la senda existiría y estaría practicable.
Fuimos por tanto a lo seguro y continuamos por la pista hasta llegar al Mas del Rogle. Si la volviera a hacer seguiría esa posible senda para ver cómo está.
Bajamos por la pista una vez pasado el Mas del Rogle y vimos con un poco de frustración allá el Molí del Ros, donde habíamos estado y que estaba formidablemente cerca. Si hubiéramos podido pasar nos hubiéramos ahorrado una buena vuelta.
Llegamos a Araia y al lavadero donde disfrutamos de sus frescas aguas y nos tomamos un vermouth fresquito con los pies en el agua. Un placer con el que nos obsequió Ángela.
Allí mismo sacamos las neveritas y disfrutamos de una fenomenal comida en la que el buen humor y las risas fueron las protagonistas, dando final a una estupenda jornada de senderismo y aventura con una ruta muy entretanida.
Os dejo con otro Capítulo más de "Las flores de Paco". Ahora vienen cargaditos porque estamos en plena primavera.
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE
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