Aparcamos al lado del lavadero de Patró y a las 8 en punto comenzamos a caminar por la carretera hacia el Oeste.
Teníamos que ir por esta llanura de la Vall de la Gallinera hasta casi el final de la Sierra que se ve en la imagen para después subir a la cresta y recorrerla por arriba hacia aquí.
Mirando hacia atrás ya se podía ver también el, desde aquí, pequeño agujero de la Peña Foradada a donde llegaríamos antes de bajar de la Sierra más tarde.
Continuamos en animada charla, calentando así las piernas y quitándonos de encima la parte de pista o carretera de la ruta al comienzo de la jornada, como solemos hacer. Aunque en la primera foto aparecía muy lejos el final de la Sierra, ahora ya lo teníamos a tiro y podíamos dintinguir los restos del imponente Castillo de Benissili, que visitaríamos a continuación.
Abandonamos la carretera por la izquierda y comenzamos a acercarnos a la falda de la montaña atravesando los muchísimos campos de cerezos, que estaban mostrándonos los preciosos colores de sus hojas antes de perderlas definitivamente hasta la primavera.
Comenzamos la subida por la senda serpenteante y enseguida se nos pasó el poco fresco que teníamos dando paso a un día fantástico, claro y sin viento.
La adrenalina comenzaba a circular al sentirnos tan pequeños ente las grandes moles de piedra y sabiendo que íbamos a disfrutar de esta fenomenal ruta en todo su recorrido. Una ruta muy montañera.
Una buena pendiente nos separaba del Castillo que ya podíamos ver a nuestra derecha.
Hay un punto en el que la senda se bifurca. La que sigue recto es la más cómoda y las dos van al Castillo. Los últimos de la cola decidimos coger la de la derecha que nos dirigía a unas escaleras metálicas que se veían a lo lejos y que nos permitirían conquistar el castillo desde la parte inferior, mientras que los otros lo harían por la superior ¡¡Los teníamos rodeados!!
Cuando llegamos a las escaleras metálicas las encontramos cerradas con una cadena pero nos colamos por su lateral y subimos por ellas. Después continuamos la estrecha senda en ascenso.
Contemplábamos los restos de lo que seguramente fue un gran Castillo. Sólo hay que ver esta gran "solución habitacional".
Llega un momento en el que la senda desaparece y hay que hacer una trepada bastante vertical. Para nosotros no supuso problema y nos ayudamos unos a otros en algún momento, pero de la que debieran abstenerse aquellos que no estén acostumbrados a trepar por las rocas o que tengan algo de vértigo. Para ellos recomiendo que sigan por la otra variante y que conquisten el Castillo por la parte superior, la vía natural. Además, por aquí nos podrían tirar aceite hirviendo.
Aquí el resto del grupo llegando por la senda normal de subida. En la llegada al Castillo coincidimos con dos senderistas y uno de ellos me reconoció y me dijo que era seguidor de nuestro blog. Le dije que me alegré de que nos hubiéramos encontrado y como el momento era justo cuando estábamos saltado la valla del Castillo, que así cuando leyera an adelante las crónicas, nos recordaría "en acción".
En el Castillo hay una zona llana con un estupendo mirador, desde donde destaca la figura del Benicadell mostrando sus agresivas crestas y su mejor perfil, al más puro estilo Julio Iglesias.
El Benicadell muy aumentado con el zoom. Entre esas dos crestas subimos hace bastante tiempo cuando le tocó el turno a su vértice, en una fenomenal ruta que sin duda repetiremos con el tiempo.
Abandonamos esa bonita zona del Castillo mirando atrás con cierta nostalgia. En cierta manera ese emplazamiento te atrae magnéticamente.
En el mapa topográfico vimos dos errores. Uno es el emplazamiento donde está dibujado el Castillo, que no es real porque aparece dibujado debajo mismo de el Tossal de Xarpola, al cual nos dirigíamos a continuación, cuando el Castillo ya lo habíamos visitado hace rato.
La mole del Tossal también es preciosa, adjetivo que llegaré a desgastar en todo el recorrido por esta ruta.
Un pasito por las rocas y ¡Alehop! ya estábamos arriba y nos acercamos hasta el otro borde para almorzar a la orilla del acantilado con unas fenomenales vistas de la Vall de la Gallinera y del Benicadell y todas las Sierras hacia donde podían perderse nuestras retinas.
Hacía bastante tiempo que algunos compañeros no habían podido venir a las rutas y este almuerzo fue como una especie de celebración. Había de todo y las dos botellas de vino que trajo Kiquet se evaporaron como si al abrirlas hubiésemos liberado al genio de la lámpara.
Comenzamos el descenso volviendo un poco sobre nuestros pasos,... ¡más o menos!, debido al genio de la lámpara.
Y ahora ya caminaríamos por el cordal durante todo el recorrido.
A lo lejos y allá abajo se veía la población de Patró donde habíamos dejado los coches.
El Castillo desde arriba.
En el recorrido haríamos continuos toboganes y en la cima de uno de ellos había instalada una cruz de hierro.
Lo que teníamos delante por disfrutar.
Una vista atrás con el Benicadell a la derecha y el Montcabrer en el centro de la imagen.
Al fondo de nuestro recorrido nos llamaba la atención una elevación con unas antenas en su cima. Se trata de El Miserat (756 metros), continuación de esta Sierra y que pone fin a este fenomenal valle y como tiene vértice subiremos a él en otra ocasión.
El recorrido por la cresta con sus sube y bajas y las vistas que nos ofrecía no tenía desperdicio. Tuvimos mucha suerte de que nos hubiera tocado este día tan claro.
Patró de nuevo.
Este SUBE y baja ya había que ponerlo con mayúsculas. Se veía frente a nosotros la silueta de la senda que se dirigía a aquella canalita sin contemplaciones.
Últimos metros de la exigente subidita.
Y continuamos cresteando. Una maravilla. Estábamos ahora en el Tossal dels Quartesos, el penúltimo antes de llegar a la Peña Foradada.
Ante la rotundidad de la Sierra casi se enmascaraba el que debía ser el principal objetivo de la excursión, que no era otro que la coronación del vértice del Peñal Gros.
Lo que habíamos recorrido...
...y lo que teníamos por delante.
Patró de nuevo en una bonita postal.
Llegamos al punto que da nombre a esta Sierra, la Peña Foradada y continuamos la senda que la bordea por la derecha para situarnos bajo ese formidable arco. Continuando por arriba podríamos haber ido a su parte superior.
Hicimos una foto de grupo en tan emblemático lugar.
A nuestra derecha se veía la continuación de la Sierra y la empinada bajada que deberíamos tomar un poco más adelante para bajar a la llanura.
Vimos delante de nosotros la Penya Alta y la Cova del Moro, que figuraban también en nuestro plan previsto pero como se hacía tarde y seguro que su visita y vuelta hasta aquí nos llevaría más de media hora, decidimos abortarla y comenzar el descenso.
La bajada por lo que parecía tan empinada senda no lo es tanto, ya que va haciendo continuos zig-zag y se baja muy bien. La senda que tomaríamos nos llevaría justo debajo del acantilado vertical de roca donde se asienta la Peña Foradada.
Caminamos por la sendita que nos llevó sin problemas a una pista asfaltada.
Patró entre las hojas de los cerezos.
Aquí tuvimos un despiste, no sé si por ver la señal de proximidad de una playa nudista.
Según el track que había trazado debíamos coger una pista que nos saldría por la izquierda casi paralela a la carreterilla que llevábamos. Pero pista no vimos, sólo un pequeño trazo de senda, del que nos percatamos pero al que no hicimos caso porque pensamos que un poco más adelante encontraríamos la pista. Pero no. Esa sendita debía ser el comienzo de lo que después se convertiría en pista y que debíamos haber seguido.
Siempre nos cuesta volver atrás, por lo que continuamos recto pensando en enlazar más adelante. Aquí nos engañó un poco el otro error del mapa topográfico o el cambio que haya sufrido el terreno con el paso de los años. Según el mapa podíamos tomar una pista de tierra que tras una curva a izquierdas enlazaría con nuestro recorrido previsto pero al llegar al sitio sólo había pinos y aliagas en un tramo bastante tupido. Continuamos un poco más allá hasta unos campos de cerezos para seguir intentando la unión con nuestro track, pero acababan en un barranco por el que no se podía bajar y la subida hacia nuestra senda aparecía en sus primeros metros bastante cerrada. Después en casa he visto en la foto del satélite que sólo se trataba de unos metros y que podríamos haber subido sin problemas a unos campos labrados, pero en el terreno las cosas no se ven igual, por lo que decidimos desandar el camino y volver a la pista asfaltada y continuar ya por ella y la carretera hasta Patró. Estas variaciones e investigaciones que hicimos las he quitado del track para no liar a la gente que quiera repetir nuestro recorrido y el track que he colgado va por la carretera, aunque sigo pensando que si hubiéramos cogido aquella sendita tal como estaba previsto, el recorrido hubiera sido mejor.
Sin más que contar y entre tranquilas conversaciones llegamos a la población y a los coches dando por finalizada esta fenomenal ruta que recomendamos sin dudarlo. Una maravilla.
En este mapa marco en rojo el recorrido realizado y que está en el track que he subido a wikiloc y en azul el recorrido previsto donde se ve el tramo de senda que no utilizamos y que nos hubiera ahorrado un buen tramo por asfalto.
Pablo una muy buena ruta, buen trabajo el que has realizado y una muy buena explicación en la cronica. Saludos
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