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"Una ruta con paréntesis"
"Una ruta con paréntesis"
Este sábado acompañé a Kiquet en su 10ª etapa del GR-7 a lo largo de la Comunidad Valenciana. Como las etapas las hacemos según nos conviene y sin seguir ningún dictado, en esta ocasión dispusimos ir desde Chelva hasta Charco Herrero, muy cerca de Villar de Tejas, o viceversa porque, para solucionar el problema de los coches en estas etapas lineales volvimos a dividirnos en dos grupos yendo cada uno en sentido contrario y nos intercambiamos las llaves de los coches en el momento en que nos cruzamos.
En esta ocasión como el desnivel era bastante mayor en el sentido "lógico" del GR-7, de Norte a Sur, nos tocó hacerlo a nuestro minigrupo por primera vez en el sentido natural. Kiquet se vino esta vez con nosotros (Juan Carlos, Manuel Carlos y un servidor) para así hacer él todos los tramos en el mismo sentido. En el otro grupo iban Mari y Jose, Carmen_K, Miguel y un compañero de trabajo de Kiquet.
Según las predicciones, el día se iba a presentar con fuertes rachas de viento, fresco y lloviznas intermitentes. A Las 7:30 comenzamos a caminar desde el área recreativa "Molino Puerto" de Chelva, paralelos al Barranco del Río Tuéjar, observados desde lejos por el Pico del Remedio y viendo cómo comenzaba a amanecer. Lo hacíamos por pista. Esta etapa puede considerarse como una gran pista con un paréntesis en la mitad, la zona de los Chorros de Barchel, por la que se circula por muy bonitas sendas, aunque no se hace tan pesada como otras porque tiene algo de variedad.
En esta ocasión como el desnivel era bastante mayor en el sentido "lógico" del GR-7, de Norte a Sur, nos tocó hacerlo a nuestro minigrupo por primera vez en el sentido natural. Kiquet se vino esta vez con nosotros (Juan Carlos, Manuel Carlos y un servidor) para así hacer él todos los tramos en el mismo sentido. En el otro grupo iban Mari y Jose, Carmen_K, Miguel y un compañero de trabajo de Kiquet.
Según las predicciones, el día se iba a presentar con fuertes rachas de viento, fresco y lloviznas intermitentes. A Las 7:30 comenzamos a caminar desde el área recreativa "Molino Puerto" de Chelva, paralelos al Barranco del Río Tuéjar, observados desde lejos por el Pico del Remedio y viendo cómo comenzaba a amanecer. Lo hacíamos por pista. Esta etapa puede considerarse como una gran pista con un paréntesis en la mitad, la zona de los Chorros de Barchel, por la que se circula por muy bonitas sendas, aunque no se hace tan pesada como otras porque tiene algo de variedad.
Cruzamos el barranco por un puentecito reformado que se parece algo al que cruzamos en Andilla en la etapa anterior.
La temperatura no era excesivamente fresca, no hacía viento ni lluvia y mientras caminábamos íbamos deleitándonos con las formas y colores de las nubes.
Sin más pena ni gloria y metidos en conversaciones llegamos a la Fuente Bercuta que tiene grifo y agua y pasamos por la aldea del mismo nombre, fotografiando la fachada de la pequeña Ermita que se encuentra en el lugar.
Llegamos así a lo mejor de la ruta, la pinada y las sendas que nos bajarían en fuerte pendiente hasta el río Turia. Desde arriba, a lo lejos podíamos ver ya las Casas de Barchel y agua cayendo por la cascada superior. Este tramo de senda nos recuperaba y hacía que nos sintiéramos henchidos al alejarnos de la Kryptonita de las pistas.
Llegamos al punto más bajo de la ruta, donde debíamos cruzar el Río Turia y se apareció ante nosotros, entre los rayos del Sol y la verde espesura, este magnífico puente colgante que parecía puesto allí como atrezzo para la escena del beso de una película romántica.
Rompiendo el hechizo, ya que los actores debían estar en el descanso y como, al pasar, el puente colgante se movía, nos dedicamos un poco a disfrutar con su balanceo.
Si el anterior era el lugar de la escena del beso, seguro que éste sería el de una petición más importante porque, a la frondosidad del lugar, las hojas cayendo y en los árboles, mostrando con fulgor la estampa del otoño, las enredaderas caminando con profusión tapizando los troncos de los chopos, los colores, el aroma a tierra mojada... ¿Qué le faltaba? ¿Música? Si es por eso, se la pongo.
Estuvimos un rato contemplando el lugar y disparando nuestras cámaras. Hicimos una foto de grupo y continuamos ahora por una senda tupida, estrecha, empinada, preciosa, aérea, por la que hay que circular con cuidado y que nos hizo tomar altura rapidamente ofreciéndonos de nuevo buenas vistas del cañón del barranco.
Pasamos por las Casas de Barchel atravesando en la subida varios cursitos de agua hasta en tres ocasiones, para lo que nos tuvimos que ayudar de los troncos y maderas que otra gente había utilizado para los mismos menesteres. Se nos pasaba la hora típica del almuerzo, pero pensábamos que era mejor hacerlo una vez culminados los desniveles más fuertes. Almorzamos y un poco más tarde nos cruzamos con la otra parte del grupo, contándonos, como siempre, lo que se iban a encontrar los otros en lo que les quedaba de recorrido: las partes más bonitas, las partes más duras, si tenían que tener precauciones en algún tramo, si las fuentes tenían agua, si la naturaleza ofrecía algo que llevarse a la boca, dónde estaba aparcado el coche....
Después de la foto de grupo continuamos un rato más disfrutando de la senda por la que circulábamos, hasta que abocamos en una pista y ya no cambiaría el firme hasta el final de la ruta. Lo bueno ean los paisajes que podíamos ver en la lejanía dada la altura a la que nos encontrábamos.
Subimos la interminable cuesta de la Loma de los Visos, bajamos al Collado de Nieva y vimos en frente un recto y empinado cortafuegos por el que se veía muy bien marcada una senda hasta arriba y estuvimos comentando si la utilizaríamos cuando tuviéramos que hacer la ruta de "Más de Mil" del vértice de Atalaya que estaba situado allí (ya veremos).
Volvimos a subir, esta vez hasta los Corrales de Ricardo, nuestra última subida, menos mal... y a lo lejos ya podíamos ver la aldea de Villar de Tejas, donde en un camino próximo tendríamos el coche esperándonos.
Cuando estábamos llegando, las nubes quisieron demostrarnos que nos habíamos escapado por poco y nos lanzaron unas tímidas gotas. Sólo Kiquet sacó el chubasquero por precaución, pero las gotas eran tan finas y espaciadas que practicamente no llegaban a mojarnos.
A las 13:30 terminamos nuestro recorrido. Nos montamos en el coche, llegamos a Villar de Tejas y preguntamos por el lavadero y allí procedimos a nuestro baño de pies en un agua clara que estaba muy fría. Y allí mismo, a cubierto, sacamos las neveritas y nos pusimos a comer, dando por terminada una ruta que, aunque tiene bastante pista, también depara algunos alicientes que distraen la mirada y que cuenta con el paréntesis que ya os comenté, como si de un oasis se tratara, de las sendas y la zona de los Chorros de Barchel.
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