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"Oh happy day"
(Relajaos.... respirad hondo)
Para este sábado había cambiado el vértice que tocaba por otro más cercano en la zona de Alicante, ya que uno de los nuestros tenía que estar pronto en casa. Pero durante la semana, sobre todo desde las páginas oficialistas (que suelen ser siempre también muy catastrofistas) no hacían más que asustar con que por allí iban a caer chuzos de punta, por lo que el viernes volví a cambiar la ruta y propuse una que estuviera alejada del litoral pero en la que no tuviéramos que invertir mucho tiempo en el desplazamiento.
Propuse entonces una ruta para subir al Vértice Geodésico nº 54 en altura de la Comunidad Valenciana, Mampedroso, con 1212 m de altitud, situado en el Término Municipal de Aras de los Olmos, Valencia.
Esta ruta la tenía preparada desde el año pasado, cuando hicimos el vértice de Erilla, que está muy próximo y en la que el punto de inicio estaba en el mismo lugar. En aquel entonces estuve dudando en si hacer los dos vértices juntos e incluso preparé el track, pero después pensé que en lugar de fusilar un vértice por que sí, salían dos buenas rutas independientes y como para nosotros lo de los vértices no es una carrera sino una excusa para recrearnos en las salidas de los sábados, preparé ambos tracks y además saliendo del mismo sitio, la Ermita de Santa Catalina. Un lugar en el que ya hemos estado varias veces y que nos resulta agradable, muy sereno, con fuente y abrevadero, césped, parque... un ejemplo de cómo mantener cuidada una Ermita y su entorno.
Haríamos la ruta en sentido contrario a las agujas del reloj siguiendo en una buena parte el PR CV-130 “La Muela-Peñablanca” y el nuevo (desde 2009) PRCV-323. Saldríamos desde la Ermita de Santa Catalina en dirección hacia Losilla, desviándonos antes hacia la izquierda pasando por los Molinos de Las Viñas y Las Torcas. Seguiríamos por la Umbría del Tajadal y la de Peñablanca y subiríamos al Mompedroso, regesando después a los coches.
A la cita acudieron Mari y Jose, Kiquet y un servidor. Deseamos desde aquí mucha suerte a Manuel Carlos que quería participar en la Carrera de montaña de Chelva.
A las 7:50 nos pusimos en marcha. Todavía era noche cerrada, soplaba un vientecillo fresquete y el cielo estaba despejado. Subimos los escalones que hay por la parte de atrás de la Ermita, cruzamos la explanada que sirve de parking y comenzamos a circular sobre la Senda Verde o senda botánica SLCV-63. Las inscripciones de los carteles que indican los nombres de las plantas ya no existen o son ilegibles.
Todavía en penumbra y ayudados por los frontales fuimos recorriendo la senda. Vimos a lo lejos la localidad de Losilla de Aras todavía dormida e iniciamos el descenso. Los topes de madera que delimitan los escalones improvisados están cada vez en peor estado y necesitan una reparación. Pasamos al lado de la monumental sabina la "Travina Cuatro Garras", aunque más adelante vimos unos ejemplares más grandes y en mejor estado de salud.
A lo lejos podíamos apreciar las nubes enmarañadas en las montañas. Llegamos a la carretera y anduvimos unos metros hacia la izquierda hasta ver una pista que nos sale por la derecha. La seguimos recto despreciando las dos primeras pistas que nos salen por la derecha. Seguimos la tercera que nos sale por la derecha y un poco más adelante enlazaremos con el PRCV-323 que viene (o va, según se mire) de Losilla. A continuación llegamos a un poste multiseñalador donde nuestro PR se cruzaba con el PR 130 y el GR-37. Giramos a la derecha y fuimos todos juntos unos metros hasta otro poste que se encuentra en un barranquito. Al menos eso parecía ahora porque se trataba del Barranco del Escaiz y, aunque no lo parezca en ese punto, enseguida nos sorprendería. Seguimos ahora en solitario por el PR 323 circulando un corto trecho por el barranco, que cruzamos, y continuamos por la senda en ascenso.
Tras pasar la loma se abrió ante nosotros el fantástico Barranco del Escaiz, aquello que cruzamos antes con forma de tímido arroyuelo. La sensación de profundidad es enorme.
Ahora venía un largo descenso que nos permitió disfrutar de las vistas y de las opciones de nuestras cámaras que no paraban de disparar a todos los lados. La senda, aunque a priori no tiene complicación, es un poco aérea y hay que observar las debidas precauciones.
Nuestra vista se dirigía tanto hacia la parte del cañon que habíamos pasado como a lo bueno que nos quedaba por transitar.
En continuo descenso llegamos al punto más bajo de la ruta, el río Arcos, que tuvimos que cruzar. El estrecho tronco de pino era inservible para cruzarlo, por lo que mientras unos intentaban pasarlo por allí, yo me fui un poco más arriba para ver si encontraba otro paso. Cuando ya me iba a dar la vuelta, ví un sitio donde se estrechaba el cauce y había una piedra cerca de la otra parte, con lo que tras un pequeño salto me coloqué en la otra orilla.
Cuando, por la otra margen, volví donde estaban los otros ví que Mari y Jose habían optado por descalzarse para cruzar y Kiquet lo había hecho por encima del resbaloso pino ayudándose de un bastón.
Tras el refresco continuamos entre las hojas caídas de los chopos a los que aún les quedaba algo de oro en sus copas y pasamos por los molinos de las Viñas y de las Torcas.
Una vez sobrepasados llegamos al punto donde debíamos vadear de nuevo el Arcos. Esta vez Kiquet vio a la derecha un sitio donde había unas piedras que nos facilitaron el paso sin problemas.
A partir de aquí se inciaba un ascenso continuo por una senda entre carrascas por la Umbría del Tajadal, algunas con gran cantidad de líquenes, que nos fue haciendo ganar altura rápidamente.
Llegamos a un mirador natural formado por unas rocas que daban al acantilado, lo que nosotros llamamos un lugar perfecto para almorzar, y dicho y hecho nos apostamos y procedimos con ello en tan magnífico lugar, que nos permitía observar tanto el paisaje como los movimientos de las nubes con una buena profusión de tonalidades.
Una vez hubimos cumplido con ese siempre agradable trámite, continuamos por la senda que nos fue subiendo poco a poco por el lateral del barranco.
De vez en cuando teníamos que pararnos a contemplar aquello. Era necesario hacer fotos a lo que generósamente nos mostraba la montaña ycuando acababas de guardar la cámara tenías que volver a sacarla. A continuación vino uno de esos momentos "sin palabras":
Otro de los grandes momentos llegó cuando nos acercamos al paraje de El Navarejo y podía observarse Peña Blanca a la izquierda y al otro lado del río, Peña Rubia, con el color naranja que le da el nombre.
Como Kiquet tenía que estar pronto en casa decidimos acortar la ruta prevista en unos dos kilómetros y en lugar de seguir por el PR 130, al llegar al poste nos desviamos por la izquierda siguiendo el PR-323, que nos llevó por un barranquito en un ascenso bastante fuerte. Llega un momento en que el PR cruza y sube un poco por la otra ladera, pero nosotros vimos bien seguir por el interior, ya que más adelante volvían a cruzarse. La pendiente por donde nosotros subimos es bastante fuerte en alqunos tramos, desconociendo si es más suave si se siguen las marcas.
Al final nos salimos del cauce del barranquito y subimos por la derecha por donde fuimos viendo que estaba más despejado y llegamos hasta la cima de Peña Blanca ¡¡Espectacular!! Otro perfecto lugar para almorzar. Las vistas hacia todos los lados eran estupendas, como atestiguan las fotos.
Kiquet no paraba de moverse nervioso de una parte a otra de la cresta. Parecía que no quería perderse nada de aquel tremendo paisaje y que todo quedara reflejado en su cámara.
Allá abajo se veía el Arcos, siempre encajonado, y la pista por la que circula el PR-130 que habíamos previsto seguir en un principio.
Desde Peña Blanca seguimos las marcas blanqui-amarillas y llegamos a la pista que circula por el enorme cortafuegos. Cuando llegamos a la altísima antena que nos sirve de referencia giramos a la izquierda y cuando llegamos al collado nos desviamos a la derecha para ir hacia el vértice. Nos hicimos la foto de grupo y nos fuimos de allí a buen ritmo ya que las nubes venían como Picachu... ¡evolucionando!
En la tercera imagen puede verse la Ermita de Santa Catalina, donde teníamos el coche. Todavía teníamos que bajar, cruzar la carretera y buscar el mejor punto de ascenso que nos ahorrara las lazadas de la subida. Tuvimos suerte y encontramos un buen camino entre las terrazas de los campos, que además nos premitió probar algún racimillo perdido de las uvas de la zona.
Llegamos a la Ermita a las 13:40 y mientras estábamos en el momento "baño de pies" comenzaron a caer las primeras tímidas gotas, por lo que la cervecita nos la tuvimos que tomar ya en el coche y de camino de vuelta.
¡Sin Palabras! Una ruta sensacional que nos ha sorprendido porque no nos esperábamos que fuera tan espectacular. Incluso a mí, que había manejado los planos y fotografías aéreas, me dejó sin habla. La realidad superaba a la imaginación. Los senderos están perfectamente marcados y casi no hace falta ni el GPS, aunque siempre es una ayuda. Algunas sendas son bastante aéreas y hay que tener las normales (o más) precauciones si nos acercamos a las orillas de los precipicios.
Por todo esto pienso que ha sido un "Happy day" y al igual que en la canción, no sabíamos al principio si la ruta iba a estar tan bien, si nos llovería y no teníamos ni idea de que esa maravilla se escondiera al otro lado de la montaña que habíamos visto ya de lejos en otras ocasiones.
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track pulsando aquí:
PABLOONCE
Bonita ruta y con muy buenas vistas y además te respetó el tiempo mejor que mejor...
ResponderEliminarUn saludo
Jose
TROTASENDES BENICALAP
Pablo, que razón tenéis tú y Kiquet en cuanto a la calidad de la ruta, Kiquet la considera una de las mejores, y yo que solo hice parte de la misma, me faltó bajar al río Arcos, pero fué en el 2006, cuando todavía no estaba marcado el PR-323, encima lo hicimos de bajada (nada aconsejable),puedo dar fé de todo lo que decís, espectacular, grandiosa, lo más de lo mas......... y volvimos por la pista donde está el mojón de las tres provincias.
ResponderEliminarCuanto me alegro que hayas hecho una entrada y encima marcado.
Un abrazo
Simón
Pues sí, yo también opino que la ruta tiene una muy buena calidad senderista y es que además de los paisajes, está cercana y es sencilla. Yo no me atrevería a calificarla como la mejor porque hemos hecho otras muy chulas. Cada una tiene lo suyo, sus particularidades, propias de cada zona y nos van dando a conocer la piel y las sensaciones de cada comarca. Lo cierto es que están saliendo unas rutas muy chulas... y lo que queda por venir. Y como se dice en el argot senderista: "El que no sale se la pierde".
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarMe gusta mucho el blog, queda muy chulo la verdad.
Soy de Cuenca pero voy mucho a Valencia y a Castellón, cosa que aprovecho para hacerme algunas rutas, como la Maimona, Palancia, etc..
Aprovechare para surtirme de rutas en este magnífico blog.
Te mando el enlace del mío, sobre naturaleza dedicado a la Serranía de Cuenca.
www.elbrilloenlamirada.blogspot.com
Un saludo.