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Este domingo la ruta propuesta era subir
al Vértice Geodésico nº 127 en altura de la Comunidad Valenciana, Puntal de Arciseco, con 1019 m de
altitud, situado en el Término Municipal de Ayora, Valencia.
Para llegar al punto de inicio tomaríamos la A7
dirección Fuente la Higuera hasta Almansa, desde donde seguiríamos la N-330 hacia
Ayora, desviándonos a la altura de la Cv-437. Desde ahí cogeríamos una pista que
nos llevaría hasta las cercanías del Pico de Casa Blanca, donde aparcaríamos los
coches.
Cuando, cercana la Nochebuena del 2012, subimos al vértice Montemayor, situado en el
otro extremo de esta Sierra, pretendíamos visitar los dos vértices, pero aquí pusieron cercas al
monte y una valla de un gran coto de caza nos impidió hacer la ruta como estaba
planeada. En esta ocasión íbamos a hacer una ruta que se salía de lo corriente.
Primero aparcaríamos en una pinada en las cercanías
del Pico de la Casa Blanca y subiríamos por una pista al Vértice del Puntal de
Arciseco y bajaríamos por senda de vuelta a los coches. Este primer tramo sería de
unos 3,5 km y 140 m de desnivel
acumulado.
Aquí podéis ver el vídeo de la Simulación de vuelo
sobre el track para que os hagáis una idea fiel del recorrido:
A
la cita acudieron Ana, Manuel Carlos con una de sus hijas, Laura (una buena
andadora) y un servidor.
Cerca
de las 8 de la mañana ya estábamos aparcando en el punto de inicio, con una
temperatura a esas horas de -3 grados. Afortunadamente, en cuando levantó el
Sol en el día tan magnífico que nos hizo, las temperaturas subieron a valores
más normales para esta época.
Enseguida
vimos nieve en la pista de subida y cada vez veíamos más, lo que nos alegró
bastante por ser la primera de esta temporada. En un punto de la subida nos
encontramos una cadena con un cartel que indicaba “Camino Particular. Prohibido
el paso” ¡Ya estábamos otra vez! Esta montaña parecía que estaba secuestrada. A
ver si no íbamos a poder subir ni por un lado, como cuando lo intentamos con el
vértice Montemayor, situado en el otro extremo y tampoco íbamos a poder
hacerlo por aquí. Supusimos que se prohibía el paso únicamente a los vehículos
y seguimos hacia arriba.
Mientras
subíamos veíamos a nuestra derecha el fantástico aspecto de la Sierra del
Mugrón, por donde caminaríamos dentro de un rato.
La pista llegó directamente hasta el vértice y vimos con sorpresa ¡¡que había dos!! Al parecer el que tiene la parte de arriba cuadrada es el antiguo, ya que tiene la placa arrancada y el que tiene el cilindro típico es el nuevo y está un poco más alto.
Tras
las fotos del lugar, iniciamos el descenso por el cortafuegos, para hacer la
ruta circular. Un poco más tarde nos salimos de él por la derecha, por una
senda que nos llevó por un valle hasta los coches, pisando más cantidad de
nieve y admirando la fuerte escarcha de la noche pasada.
Montamos
en el coche y nos dirigimos de vuelta a
la carretera, tomándola en dirección a Alpera (hacia la derecha). A unos 4 km
se encontraba a la izquierda la pista que debíamos seguir para llegar al
aparcamiento habilitado para visitar el poblado ibérico de Castellar de
Meca.
Este
poblado se encuentra en una propiedad particular y los dueños autorizaron (por Ley) que
se pudiera visitar todos los domingos del año en horario de 9 a 14 horas, según
indica el panel informativo. Allí no había nadie, ni cadena ni nada, por lo que
aparcamos tranquilamente y nos dispusimos a caminar (ahora ya con mejor
temperatura) hacia las montañas rocosas que teníamos enfrente.
Encontramos
nuestra senda en la parte derecha de unos pinos jóvenes replantados y al llegar
a la bifurcación tomamos la de la derecha.
Nosotros
pretendíamos hacer un recorrido ya clásico para llenar la mañana, que era hacer
una circular en el sentido contrario a las agujas del reloj, yendo a visitar el
Rincón de San Pascual, caminar por el cordal de la Sierra del Mugrón y después
ir a ver el poblado ibérico de Castellar de Meca.
Al
rato nos topamos con que habían intentado cortar el camino con una barrera de
piedras y habían colocado un cartel de “Prohibido el paso. Finca particular”.
Desde luego que es desagradable caminar con todas estas prohibiciones. No
hicimos caso y seguimos con el recorrido propuesto.
Vimos
a lo lejos a un cazador en el medio de un campo de cereal esperando sus presas
y pensábamos que igual era capaz de pegarnos un tiro por habernos saltado el
cartel. Llegamos a la Casa del Heredero, totalmente cerrada y vallada, menos
unos buenos ejemplares de pavos reales que campaban a sus anchas. Seguimos la
pista que la bordea y continuamos a la derecha.
La
senda comenzó a girar hacia la izquierda y a meternos hacia el Rincón de San
Pascual observando las bonitas paredes de roca a nuestra izquierda. A esta
curiosa formación “conquense” no le debe quedar mucho tiempo de permanecer en
ese inestable equilibrio.
De
pronto vimos enfrente, sobresaliendo en altura, como si estuviera expuesta en un pedestal, la
figura de la “tortuga” de piedra, una maravilla de la casualidad de la
naturaleza que no te cansas de mirar ni fotografiar.
Decidimos
parar a almorzar al Sol justo debajo de la tortuga, imaginándolo como altar de
antiguas celebraciones místicas y acordándonos de que si hubieran venido los habituales Jose y Mari y Kiquet con sus petacas de pacharán casero, seguro que nos habríamos hecho un escarchado con la nieve caída el día anterior.
Continuamos
en leve ascenso siguiendo la senda, aunque en esta parte, hasta llegar a la parte
de arriba, la senda se perdía en lugares de esos donde hay muchas sendas y ninguna
(ya se me entiende).
Llegamos
al borde de los acantilados y disfrutamos de la maravilla de las vistas que
había desde allí, con un cortado vertical que recorre toda la Sierra del
Mugrón, hacia el Norte, hacia tierras de Ayora y hacia el Suroeste mirando a
terrenos de Albacete. Estando allí paralizados mientras contemplábamos el
horizonte, un águila vino a saludarnos y sacarnos del hechizo.
Decidimos
caminar por el borde de los acantilados, donde hay losas de roca, para no
perdernos nada y disfrutar de las formas rocosas, aunque no es obligatorio ir
tan al borde y, para personas con vértigo, se puede ir por sendas que van
paralelas unos metros más adentro.
Cuando
llegamos al puntal del Mugrón podíamos ver al fondo la humareda de vapor de
agua de las torres de la central nuclear de Cofrentes y también veíamos
enfrente nuestro el vértice al que habíamos subido hace un rato, en el otro
lado del valle y más allá, ayudados por el fantástico zoom de la cámara como
podéis comprobar en esta sucesión de tres imágenes, la Ermita y el vértice Monte Mayor, al que
subimos en un día de niebla espesa que nos negó las vistas en las navidades del
2012 y que ahora nos las ofrecía.
Seguimos el cordal sin senda definida hasta llegar a un punto donde ya veíamos allá enfrente la loma plana donde se asentaba el poblado ibérico, pero no se podía ir directamente ya que en línea recta se presentaba un cortado insalvable.
Llegamos
a un lugar donde hay una pequeña cruz de hierro y en el que hay que estar atentos a
una fita de piedras que hay en dirección a la derecha según veníamos ya que allí se
encuentra una pequeña canal por la que hay que bajar. Fuimos siguiendo las
fitas, aunque a veces la presencia de la nieve ocultaba la senda. Esta preciosa
senda nos fue llevando por la parte
inferior del acantilado, como se ve en la imagen, hacia el istmo que une la
Sierra del Mugrón con el Puntal de Meca y en cuya explanada se asentaba el
poblado.
Fuimos
recorriendo los antiguos pasos excavados en la roca para el acceso de los
carros y viendo las marcas de las ruedas que desgastaron la roca a ambos lados
durante muchos años. Intentábamos sumergirnos en la época dando rienda suelta a
nuestra imaginación y proponiendo situaciones cómicas de todo tipo que nos
hicieron disfrutar un rato.
Llegamos
al final del poblado fotografiando la multitud de huecos en la roca, que a
saber si serían cisternas o restos de edificaciones y buscamos la bajada.
Encontramos unas escaleras excavadas en la roca y continuamos el descenso. Vimos gente que subía y hablamos un rato con ellos. Se quejaban, con
razón, de lo abandonado de la zona y de la falta de indicaciones y nos dio por
pensar que, lamentablemente, un lugar de la riqueza histórica que tiene este
poblado ibérico, si se encontrara unos cientos de kilómetros más al Norte,
seguramente que estaría repleto de señales, las sendas estarían marcadas y acondicionadas, los
lugares interesantes a visitar perfectamente clasificados y visibles y habría
carteles explicativos de los usos de la época… seguramente nos cobrarían algo
por ello, pero valdría la pena ¿no?
Yo
tenía en mente el propósito de visitar la cisterna tan bien conservada que
había visto en fotografías y no me quedé
tranquilo hasta que la encontramos. Lo hicimos ya casi por casualidad, ante la
falta total de marcas de ningún tipo. Mirando hacia abajo vimos una antigua
construcción de piedras. Bajamos y nos alegramos de poder nosotros también inmortalizar
la luz que se observaba al fotografiar el interior de la misma desde su puerta
de acceso, al existir al fondo un agujero por el que entraba la luz.
Continuamos hacia el Oeste bajando al final a unos campos
de almendros y por ellos a la pinada replantada que vimos en la mañana.
Buscamos su borde y por la misma senda bajamos a los coches, dando por
finalizada esta estupenda ruta.
Una
ruta doble. La primera parte es la subida al vértice, que era nuestro objetivo
y nuestra excusa para acercarnos a esta zona. Además, ya que esta Sierra está
tan vallada y tan prohibida, no quería jugármela proponiendo recorridos por ella
que no sabría si podríamos finalizar. En lugar de ello decidimos solventar el
tema del vértice rápidamente y disfrutar con la ruta de Castellar de Meca.
Una
ruta fantástica y totalmente recomendable. Sin ninguna dificultad y muy
vistosa. La gente que tenga vértigo que no se acerque mucho a los acantilados
pero las vistas desde allí y el efecto que se siente es una maravilla.
Un
saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis
descargar el track de la ruta del vértice pulsando aquí: PABLOONCE
Y
podéis descargar el track de la ruta del Castellar de Meca desde aquí:
PABLOONCE2
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