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"Hasta el rabo todo es toro"
Este sábado la ruta propuesta era subir al Vértice Geodésico nº 247
en altura de la Comunidad Valenciana, Cavall,
con 708 m de altitud, situado en el Término
Municipal de Tormos, Alicante.
Era una ruta con su componente aventurero, en la que haríamos algunas trepadas, caminaríamos por una cresta con preciosas vistas y andaríamos en algunos puntos sin senda definida.
La crónica más antigua que encontré publicada de esta ruta fue de "Apatita", de allá por el 2009, aunque nosotros sólo coincidiríamos en su recorrido en una parte. Después también vi la de Simón de 2013, la de Trotasendes Benicalap de 2015 y algunas otras.
Para
llegar al punto de inicio seguiríamos la AP-7
dirección Alicante y tomaríamos la salida 62 a la altura de Ondara y
cogeríamos la CV-731 que nos dejaría en Tormos y aparcaríamos en una zona
habilitada justo antes del Área recreativa de la Costera de Moll.
La haríamos en el sentido contrario a las agujas del reloj, pues las trepaditas hacia el cordal donde se encuentra el vértice es mejor hacerlas de subida que de bajada. Comenzaríamos
dirigiéndonos hacia el cementerio y veríamos la paletas del PR, comenzando a subir por la Costera de la Bolata. Pasaríamos por el Rincón de la Dona y llegaríamos al Pla de les Poets. Aquí nos desviaríamos por la derecha por senda poco definida para subir a la montaña de la Creu del Cavall.
Bajaríamos por el mismo sitio hasta el Pla y acometeríamos la subida a la cresta de les Resingles de la Cova Blanca. Caminaríamos por la preciosa cresta y llegaríamos al Vértice. Continuaríamos hasta llegar a la Penya del Migdía y pasaríamos por la Cova de Peret, bajando por el Barranc de la Palla y regresando al Área Recreativa.
Aquí
podéis ver el vídeo de la Simulación de Vuelo sobre el track que he preparado
para que os hagáis una idea fiel del recorrido:
(
Pasamos el polideportivo y continuamos hasta el Cementerio.
Allí mismo, un poco antes de llegar, se encontraba a la derecha la paleta del PR, que comenzaría a llevarnos por una bonita senda empedrada en cómodo ascenso.
Las vistas desde el principio ya comenzaban siendo impresionantes, con una maravillosa silueta del Montgó, siempre dominante en esta ruta.
La Serra de Segaria, a la izquierda del Montgó, también protagonista.
Pasamos por una paleta indicadora de un desvío hacia Orba. Nosotros seguiríamos recto.
En una de las revueltas de la senda tuvimos a la vista la Cova Blanca, aunque no pasaríamos por ella.
En la siguiente imagen nos acordamos de Mari ante una roca con un buen parecido.
Podíamos haber llamado a esta senda "la senda de la roca del gorila", como se aprecia en la siguiente.
Veíamos a nuestra derecha nuestro siguiente objetivo, La Creu del Cavall.
Una mirada hacia atrás, a riesgo de convertirnos en estatua de sal.
Llegamos al Pla dels Poets y tomamos el desvío por la diestra.
La senda continuó hasta que comenzamos a subir por las rocas calizas y caminando por el cortante lapiaz. De vez en cuando se veían las marcas de PR, aunque ya sin senda.
Detrás de nosotros quedaba la Cresta del Caball, adonde iríamos después.
De momento teníamos esto por delante.
Paco Escrivá se quedó mirando fijamente la Sierra y consiguió adivinar la posición del vértice. En la siguiente foto, una imagen de sus retinas.
Como se aprecia, el lapiaz ofrece unos bordes cortantes y espacios por donde se puede colar el pie, por lo que hay que caminar con especial cuidado.
Como Sabina decía en una de sus canciones: "...y nos dieron las diez y las once, las doce y la una, las dos y las tres...y desnudos, casi al amanecer, nos encontró la Luna..."
Siendo ya la hora de almorzar y contrario a nuestra costumbre de hacerlo en lo más alto, nos detuvimos a almorzar con una imagen de postal.
Una vez disfrutado el momento y ante lo incómodo de caminar por el lapiaz, las chicas decidieron ir volviendo poco a poco mientras nosotros nos acercábamos a buen paso a coronar la Cruz del Cavall.
Pasamos por los restos de los hierros de la Cruz o de lo que allí hubiera en algún tiempo y nos acercamos al borde para contemplar las vistas.
En esta ruta dejó de ser el Penyagolosa el protagonista y lo fueron la Sierra Segaria en primer plano y el Montgó al fondo.
Volvimos la vista atrás y ante la contemplación de lo que nos quedaba, también bajamos con paso presto.
En esta panorámica, toda la Sierra del Migdía, donde se encuentra el vértice y a donde nos dirigíamos ahora.
Decidimos evitar el paso por las piedras puntiagudas e intentar dar la vuelta por la derecha a la lomita.
No supone ningún problema y el caminar es mejor, aunque un poquito más largo.
Llegamos a la caseta derruida y enseguida encontramos la senda marcada con las señales de PR a nuestra izquierda.
Nos reunimos con las féminas, que habían hecho camino hasta la caseta próxima a la subida a la cresta. Desde la senda principal que habíamos recorrido en la mañana, nos desviamos por la derecha y seguimos un senderillo que cada vez se iba haciendo más fino hasta que acabó por perderse.
Después no había más que buscar el mejor paso haciendo lazadas para facilitar la empinada subida.
En lo alto vimos una pequeña canal que nos sería propicia para llegar a la cresta y allí que nos íbamos dirigiendo.
Una vez en la cresta había de vez en cuando unos puntos verdes que servían de guía.
Esto es lo que se veía al otro lado de la cresta.
Un pequeño descanso para reagrupar y descansar de la subida.
Y continuamos. Ahora todo se basaba en seguir la cresta. Los puntos verdes indican la dirección pero no quiere decir que haya que seguirlos al pie de la letra, sino, en esta imagen, Paco habría tenido que trepar esas rocas, cuando se puede pasar perfectamente por la izquierda. Pero a gustos.
Pili concentrada... Hay que estar en lo que hay que estar...
Os dejo unas imágenes del avance por las crestas. Nos pareció una maravilla, tanto por las sensaciones como por las vistas y eso que caminábamos con la luz apagada.
Cuando parábamos de vez en cuando a respirar, aprovechábamos para mirar a lo lejos, porque la ruta se presta. Se veía allá a lo lejos la montaña de Cullera y detrás el Golfo de Valencia.
Y un poco más a su izquierda, sobresaliendo con sus antenas, la cima del Mondúver.
Por la otra parte, el Montgó...
y la Serra Segaria.
Continuamos. Por allí iban subiendo.
Últimos pasos hacia el vértice.
Una vez conseguido había que continuar en la misma dirección, pero ahora comenzaba una bajada por las rocas. No es difícil pero siempre con precaución.
La pradera que se ve en la parte superior de la siguiente loma había que pasarla por una senda que va por la parte izquierda de lo verde.
Y esta es la vía de salida de la pradera.
En un momento en que se encendió la luz pudimos ver el azul del mar, por fin...
y el Benicadell con una de sus poses más bonitas, mostrando su canal central por la que subimos cuando hicimos aquella ruta.
Una ruta emocionante que repetiremos con el tiempo.
Nos tocaba ahora otro tramito de cresta, pero como el tiempo ya avanzaba en nuestra contra, decidimos seguir por la parte izquierda de las rocas, donde discurre un senderillo.
A nuestra izquierda veíamos la Penya del Migdía pero rehusaríamos a subirla y nos inventamos un recorte que nos ahorró un buen rato.
Deberíamos haber ido hasta aquel collado y después girar a la izquierda para subir a la Penya del Migdía, volver al collado y seguir por la senda en dirección al barranco. En su lugar, en cuanto vimos un sitio por el que se podía bajar al valle, lo seguimos sin dificultad y bajamos a encontrarnos con la senda de bajada.
Esta senda de bajada a mitad de la ladera derecha es una preciosidad, es herbosa y discurre por la humbría.
Pasamos por un antiguo abrevadero, donde hay dos pozos en su proximidad muy bien conservados y con agua en su interior, aunque a unos metros de profundidad.
Un poco más tarde pasamos por la Cueva de Peret. Él no estaba y tampoco su guitarra, pero sí una silla que utilizaría para sus animados rasgueos.
Continuamos siempre en descenso por la fantástica senda.
Una nube anunciaba lo que muchos pensaban ya a estas horas... "T." (Terminar y punto)
Aunque hubo un momento en que perdimos la senda principal, que circulaba un poco más a nuestra izquierda, enseguida la recuperamos y hubo un momento en que nos cambió a la vertiente de la izquierda subiendo por un tramo de senda empedrada.
Por fin encendieron la luz ¡Qué gusto! Aunque hacía hasta calor y vino bien que nos protegieran las nubes durante toda la mañana, pues la temperatura era bastante alta para ser 9 de enero.
La senda nos iba llevando hacia el pueblo, pero la abandonamos por otra a la derecha que nos llevaría a la parte alta de las cabañas del Área recreativa donde teníamos los coches.
Las cabañas se veían abajo y no había mucha distancia, pero la bajada era otra vez sobre rocas y sin senda y las piernas ya estaban algo cansadas.
Poco a poco fuimos bajando hasta llegar a las cabañas y nos refrescamos en su fuente con un agua fresca que supo a gloria. Un poco más allá estaba el edificio principal. En su porche había tres mesas de madera de las típicas de merendero y allí nos detuvimos agradablemente a comer y conversar, danto por terminada esta estupenda, aunque algo exigente, ruta que hasta el final nos ha exigido concentración, por eso lo de "Hasta el rabo todo es toro".
Si alguien quiere hacerla más llevadera puede renunciar a la subida a la Creu del Cavall y en su lugar completarla con lo que nos dejamos nosotros subiendo a la Penya del Migdía.
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE
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