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sábado, 6 de febrero de 2016

0098 - (2ª subida) Vértices Geodésicos C.V.: Espaneguera (1098 m) / A+ 730 m / 14,44 km

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Este sábado la ruta propuesta era subir por segunda vez al Vértice Geodésico nº 98 en orden de altura de la Comunidad Valenciana, Espaneguera, con 1087 m de altitud situado en el Término Municipal de Culla, Castellón.

Cuando hicimos esta ruta en el 2013 por estas mismas fechas, el personal tenía compromisos y sólo la pudimos disfrutar Manuel Carlos y yo. En aquella ocasión le hicimos una extensión extra bastante exigente ya que íbamos los dos solos, pero ahora la acortaríamos y la haríamos como la hizo Ludwig pero en el sentido de las agujas del reloj para quitarnos la pista asfaltada al principio de la ruta mientras vamos calentando.

Recorreríamos la Serra d’Esparraguera. En los mapas varía el nombre del vértice, pero como en el Instituto Geográfico Nacional, que es el que sigo para los vértices, lo llaman Espaneguera, voy a mantener este último. Haríamos la ruta en el sentido de las agujas del reloj. Saldríamos desde la Masía del Trinquet, nada más pasar Els Rosildos y cruzaríamos la Rambla Carbonera para dirigirnos hacia la izquierda. A la altura del Mas del Coll Blanc, cogeríamos una antigua senda que nos subiría en fuerte pendiente hasta el Vértice Espaneguera. Continuaríamos siguiendo la cresta hacia el Noreste, el Morró Blanc. Desde allí emprenderíamos la bajada por una bonita senda que nos pasaría delante de la Cova de la Morería y el Mas de Paulo, llegando a la Rambla Carbonera y de ahí a los coches.
 
Aquí tenéis el vídeo de la simulación de vuelo sobre el track que he preparado para que os hagáis una idea fiel del recorrido.




A la cita acudieron Mari, Ángela, Jose, Paco, Quico, Paco Escrivá, Nolo, Manuel Carlos y un servidor.

El día se presentaba fantástico y de los 4 grados iniciales pasamos después a la manga corta y a un día completamente primaveral. Comenzamos a caminar por la pista de tierra hacia la Rambla, con la Sierra de Espaneguera enfrente.




Cruzamos la rambla y en la otra parte nos desviamos un poco hacia su lecho para después subir un muy pequeño tramo a la trocha hasta enlazar con una pista superior.




Principios de febrero es la época de los almendros en flor en estas tierras. Es cuando están todos floridos prácticamente a la vez y es un espectáculo. Como veréis por las fotos de la crónica no creo que haga ninguna falta irse al Valle del Jerte para ver esta maravilla cuando la tenemos aquí cerca en muchos puntos. Esta zona es uno de ellos.


Al otro lado de la Rambla Carbonera se veía la silueta de la Sierra de Engarcerán, con el Sol saliendo tras ella de las profundidades del mar.





Ahora teníamos por delante un buen tramo anodino por asfalto pero al hacerlo en las primeras horas mientras se va hablando tranquilamente, prácticamente no nos enteramos de él. Además teníamos el espectáculo de las flores de los almendros a nuestro lado.





Aproveché para tomar prestado del track de Ludwig un tramo que nos sacaba de la carretera y así evitábamos una buena parte del asfalto. Una pista de tierra poco usada nos iba pasando entre los campos de almendros.









Enlazamos con las pistas principales y nos dirigimos por ellas hacia el Mas del Coll Blanc.




El Mas ya se veía a lo lejos en aquel collado.






A que es una maravilla.


¡Cómo no! El Penyagolosa se apuntaba, como siempre a la fiesta y asomaba allá a lo lejos.



Almorzamos muy plácidamente sentados en unas piedras del Mas del Coll Blanc y al terminar continuamos nuestra marcha. Justo detrás sale una preciosa senda que nos subiría con una pendiente exigente hasta llegar al vértice.




La senda circula en buena parte por la otra vertiente de la Sierra, dejándonos ver las poblaciones de Culla, el Penyagolosa, Sant Cristofol, etc.











Llegando arriba, la senda vuelve a cambiar a la vertiente Este y comienza una zona de acantilados rocosos hacia el Barranco de la Roca Roja muy espectacular.



















Desde el vértice las vistas son impresionantes en 360 grados y, a pesar de la neblina de este día, también las pudimos disfrutar en parte. Una vez saciados continuamos nuestra marcha por el cordal.



 A lo lejos, al final de la Sierra veíamos la silueta de El Castellar. Hasta allí extendimos la ruta en la anterior ocasión.






Veíamos también enfrente la Cueva de la Solana. En la otra ocasión nos acercamos también a ella y caminamos por la faja rocosa que se aprecia en las imágenes.



En esta ocasión no nos acercaríamos hasta allí. Bordearíamos el Morró Blanc siguiendo la senda hacia la derecha.







Cuando comienza el verdadero descenso la senda está muy perdedora porque en tramos desaparece. Hay que ir siguiendo las fitas de piedra y mirando el gps.



Cuando nos metemos ya en el Barranco de la Morería, por el que bajaríamos, la senda es ya clara y una preciosidad. Una maravilla caminar por allí. La senda nos iría bajando cómodamente en lazadas.















Pasamos por la Cueva de la Morería, convertida en abrigo de ganado.



En las alturas nos sobrevolaba una buena colonia de buitres (Eau de Buitré) muy numerosa, como ya pudimos comprobar en la otra ocasión.







Vimos en lo alto de unas rocas un macho cabrío que permanecía muy atento a nuestros movimientos.



Y nosotros también estábamos atentos a los suyos mientras posaba mostrándonos todos sus perfiles, el muy coqueto.


Sacarme por la derecha...


Ahora la izquierda, venga.


Ahora una de frente, para el perfil del WhatsApp...



Estaba controlando por dónde iba su numerosa manada, una buena colonia de cabras (Eau de Cabré) que estaban dispersadas en dos o tres grupos.







Empleamos bastante tiempo en la contemplación de las evoluciones de las cabritas y su vigilante macho, pero para eso lo tenemos, para usarlo, ¿no?


Una vista atrás al fantástico Barranco de la Morería por el que habíamos descendido.









Y delante de nosotros el valle florido.





Pasamos por el pozo donde nos acercaríamos a comer. dispone de polea con cadena y cubo para sacar agua de su interior. Ya lo conocemos de otras veces y lo usaríamos para refrescarnos.








Volvimos a cruzar la Rambla y llegamos a los coches despidiéndonos de una buena ruta que nunca defrauda por la calidad de sus paisajes y sus sendas.




Cogimos los coches y nos acercamos al pozo para disfrutar de sus aguas y comer allí al solecito de ese día prácticamente de primavera. Se estaba fenomenal allí respirando la tranquilidad, rodeado de las flores de los almendros y sus aromas y acunados por los cantos de los pajarillos...Idílico.

Os dejo con otro Capítulo de "Las flores de Paco":

























Un saludo y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE


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