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Este sábado, como todavía
hace calorcillo la propuesta era hacer una ruta clásica de verano que nos mostró
allá en el 2009 Toni Martín, de Villareal, y que desde entonces suelo repetir todos los
veranos. Es una gozada bañarse en esa poza de rodeno con su variedad de colores
y el agua transparente. Se trata de hacer el recorrido desde Fuentes de Ayódar
a Torralba del Pinar y vuelta por la Rambla del Catalán. El aliciente de
hacerla siempre en verano es poder disfrutar del baño en el Pozo Negro, también
llamado “sin suelo”, ya que sus más de 3 metros de profundidad hacen que
parezca que no tenga final.
Saldríamos desde Fuentes de
Ayódar bajando por la Fuente del Cañar hacia la fuente del Chorrico.
Ascenderíamos por la senda hasta un collado e iniciaríamos el descenso hasta
llegar a Torralba. Desde allí tomaríamos el PR y, circulando por la Rambla del
Catalán, nos iríamos acercando al Pozo Negro.
Veríamos indicaciones de la
“Fuente del Río”, que es un pequeño surgimiento de agua y ésta ya no nos
abandonaría hasta que llegáramos al Pozo Negro, donde el que quisiera podría darse
un buen chapuzón. Desde allí volveríamos a Fuentes de Ayódar, terminando el
recorrido.
A la cita acudieron Ana, Pili, Manuel Carlos y un servidor. Se había apuntado también Miguel Arce, que tiene a esta ruta como una de sus preferidas, pero al final se sintió indispuesto y hubo de renunciar. Como ya no es el mes de agosto el bar estaba cerrado y había sitio para aparcar más adelante.
Pasamos por la Fuente del Cañar y sus mesas, donde al terminar la ruta nos quedaríamos a comer, probando la siempre fresca agua de su fuente que disfrutaríamos aún más a la vuelta.
A la cita acudieron Ana, Pili, Manuel Carlos y un servidor. Se había apuntado también Miguel Arce, que tiene a esta ruta como una de sus preferidas, pero al final se sintió indispuesto y hubo de renunciar. Como ya no es el mes de agosto el bar estaba cerrado y había sitio para aparcar más adelante.
Pasamos por la Fuente del Cañar y sus mesas, donde al terminar la ruta nos quedaríamos a comer, probando la siempre fresca agua de su fuente que disfrutaríamos aún más a la vuelta.
Por el arroyo continua discurriendo una pequeña cantidad de agua a pesar de las fechas y la sequía.
¡Uy! ¿nos ibas a hacer una foto? Espera. Ahora ¡Clic!
En esta ocasión ellos fueron por la pista mientras que yo fui por la sendita que va pegada a las rocas, un poco más elevada, pero al final llegan a unirse.
El viejo y restaurado molino.
Algunos manzanos silvestres ya casi en la Fuente del Chorrico. Los trozos que pude aprovechar de la manzana de Blancanieves estaban muy sabrosos, pero había que estar al tanto de no encontrarse medio gusano.
Este es el caño de desbordamiento de la balsita.
Al lado del mismo caño subimos para caminar por el borde de la balsa-espejo.
En el lateral de la pared opuesta a la balsa está la fuente del Chorrico con una curiosa inscripción.
Continuamos un poco más pero enseguida nos volvimos por el mismo sitio hasta la pista.
En la primera curva de la pista contemplamos el Sol reflejado en las quietas aguas de la Balsa de los Chorricos, que es otra balsa bastante más grande que la anterior.
La pista nos iría subiendo en ascenso y, a la vista de la roca del águila, nos desviaríamos por una senda por la derecha.
La senda continuaría haciéndonos ascender y lo podíamos comprobar al girarnos y ver a lo lejos la población de Fuentes de Ayódar, desde donde habíamos partido.
La senda al final aboca a una pista y más adelante hay que estar atentos, poco después de pasar la entrada de una pista que sale por la izquierda, a unas fitas que indican una fina senda que baja y se dirige a unos campos y que hay que seguir.
La senda nos llevaría a los restos del Corral de Peñas Santas y continuaría hasta un collado, donde seguiríamos por la derecha en descenso en dirección a Torralba.
Vimos una gran ave dejándose mecer por las térmicas y comprobamos con el zoom que en esta ocasión se trataba de un buen ejemplar de águila, en vez de los acostumbrados buitres.
Aquí todo es de Santa Bárbara. Llegamos a su Ermita, caracterizada por las tres cruces que hay en la pared de su interior.
Arribamos a Torralba del Pinar y lo primero que hicimos fue visitar la Fuente de Santa Bárbara, de la que continua cayendo agua por sus dos caños y seguimos un poco más allá para almorzar en los merenderos, unas mesas también con fuente y con agua a modo de Área recreativa y que hemos utilizado en otras ocasiones. Allí, almorzando a la sombra de los árboles, con el vino, los bocatas, los pasteles de Pili y el café granizado nos podíamos haber quedado unas horas sin problema.
Pero nos llamaba poderosamente el aliciente de bañarnos en el Pozo Negro, así que continuamos. Un poco más allá pasamos por la antigua fuente, de la que nunca he visto manar agua.
Y sin llegar a meternos en la población, sino bordeándola por la izquierda y deleitándonos con unas magníficas moras, nos metimos en la Rambla del Catalán, que seguiríamos hasta la poza.
La senda del interior del barranco ha sido limpiada recientemente.
Las sensaciones de la ruta se van acelerando conforme nos vamos adentrando en la rambla de rodeno.
Llegamos a la Fuente del Río. Desde la pista sólo se ve un hilillo escurrir de la pared, pero si nos adentramos un poco veremos una sendita de unos pocos metros que enseguida nos muestra el agujero desde donde nace el agua. En esta ocasión no vimos el poste de madera que solía estar en la pista indicando la situación de la fuente. Lo vimos más adelante, arrancado. Alguien, supongo que por desconocimiento, lo había llevado más allá, donde se filtra también más agua de la pared y cruza un poco la pista, pero ése no es el lugar de la fuente, sino el agujero anterior.
Siempre nos maravillan los verdes intensos de los pinos de esta zona, y eso que no llueve nada. Si no, este lugar sería un vergel.
Abandonamos la pista por una sendita que sale a la izquierda y que enseguida nos llevaría al lecho del barranquito, ya con agua y muy cerca de la poza.
Daban ganas de meterse ya aquí, pero sabíamos que lo que había unos metros más adelante era mucho mejor.
Cruzamos el barranquito y la gran losa de rodeno que hay en la parte superior, bajamos por la senda, llegando a la poza de nuestros deseos: El Pozo Negro, tan bonito e intemporal como siempre, y que siga así por muchos años. Aquí se han bañado los Iberos, los Fenicios, los Romanos, los Visigodos, los Árabes...nosotros... y espero que los alienígenas, jaja
Enseguida nos zambullimos en las transparentes aguas que en esta ocasión no estaban tan frías como otras veces, tanto que nos quedamos dentro hasta la hora de irnos siguiendo disfrutando del baño.
Un chavalillo le había tomado el gusto a subir por la senda hasta la parte alta de la pared de la poza y saltar desde allí y lo vimos hacerlo tres veces. Lo grabé en vídeo. Está bastante alto y parece un poco peligroso.
Después continuamos por el lecho del barranquito, viendo otros lugares aptos para el baño hasta que llegamos a la pista y ya continuamos por ella hasta el pueblo y el área recreativa de la Fuente del Cañar, donde nos refrescamos y nos quedamos a comer, dando fin a una estupenda jornada senderista.
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE
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