A la cita acudieron Ángela, Ana, Mari, Pili, Quico, Miguel Ángel, Jose, Manuel Carlos y un servidor. A las 8 ya estábamos en una desierta área recreativa de Sant Vicent dispuestos a disfrutar de una fenomenal mañana.
Comenzamos dirigiéndonos hacia la parte de atrás de la Ermita para enfilar por la senda local SL-CV-90, que nos llevaría a media altura por la parte izquierda de la ladera del Barranc de Sant Vicent entre una bonita pinada.
Como estaba previsto de de vez en cuando cayeran gotitas, estuvimos preparados cuando éstas hicieron su aparición. Eran pequeños chaparrones que venían y se iban cuando menos lo esperabas y que Pili agradecía porque así le refrescaban el ambiente.
La senda enlazó con el PR-120 y nos subió al cordal de las montañas ofreciéndonos buenas vistas. Más adelante lo abandonaríamos por otra senda a la derecha para dirigirnos hacia la cola del embalse de l'Alcora.
La lluvia intermitente a lo lejos.
Neblina persistente en algunos lugares.
Y el Sol abriéndose paso en otros.
Siempre es muy gratificante caminar por el cordal de las Sierras. En la imagen de abajo la cola del embalse y su presa, a donde nos dirigíamos.
Llegamos a La Roca Morena, que no es más que una elevación con un depósito de agua y continuamos descendiendo.
La población de la Alcora.
Llegamos a la pista inferior, coincidiendo ahora con el PR-357 y continuamos por la izquierda.
Tras un pequeño tramo nos desviamos por senda por la derecha, que nos llevaría por un bonito y frondoso entorno hacia el Molí del Palomet y el Molí del Pantà.
A lo lejos veíamos nuestros próximos destinos, La Ermita de Sant Salvador y el Castell de l'Alcalaten.
Llegando al Molí del Pantá vimos una roca con una pared en la que había instalada una vía ferrata y hubo que contener a Ángela para que no saliera disparada.
Aunque ya me había dicho Xavi que no se podría cruzar por encima de la presa, cogimos la senda que pasa por detrás del Molí para llegar hasta ella y asomarnos a sus bordes.
Una maravilla contemplar la calma de las aguas del embalse y verlos a tope de su capacidad en esta temporada en que las lluvias nos han favorecido. A saber cuándo se vuelve a repetir.
Efectivamente, una puerta enrejada impide de la manera más tonta el cruzar a la otra parte sin ningún sentido.
Desde arriba vimos dos grandes tortugas bañándose plácidamente.
Estuvimos fijándonos en la evolución de las escaleras por si había modo de cruzar, e incluso Ángela, que se había quedado con ganas de aventura, al no haber podido intentar el paso de la ferrata sin material de seguridad, bajó hasta la parte inferior para comprobarlo.
Nada, no ofrecía continuidad posible. Foto y para arriba.
La roca con la ferrata.
Teníamos que cruzar pues por la pista del lado del Molí. Aquí vimos esta bonita estampa con este gran pato que decidió posar orgulloso para nosotros en este bonito paraje.
Sí, éste es mi perfil bueno...¡y lo sabes!..¡Uaaaaayaa!
Continuamos y un poco más tarde la senda nos llevaría a cruzar un barranquito. Aquí hay que estar atentos porque hay que buscar la salida por la izquierda y estaba un poco tapada por las ramas.
Subimos y llegamos a la carretera, por la que circulamos un corto tramo para salirnos enseguida por la izquierda siguiendo las indicaciones.
¡¡AL ATAQUEEEERRRR!
Pili solventando la última trepadita.
Y aquí la foto conmemorativa de la bonita mañana que estábamos disfrutando.
Principio fundamental de la Física: ¡¡Todo lo que sube, tiene que bajar!!
Bajamos a la Ermita, donde queríamos hacer una pequeña parada para descansar y admirar las vistas disfrutando del entorno y vimos que bajo su porche había dos pintores en plena faena. Ya habíamos visto otro antes en un camino. La razón es que había un concurso de pintura y debían entregar sus obras antes de las 13:30.
Dejamos a los pintores con su entretenimiento y bajamos del Castillo siguiendo el PR-120, que nos llevaría hasta una urbanización y hasta la carretera principal.
La cruzamos y bajamos por una pista cementada casi rozando las primeras casas de Alcora. La zona de paso estaba cubierta de agua y nos faltaban unas cuantas piedras para haber podido hacerlo sin mojarnos, por lo que decidimos quitarnos las botas y cruzar como otras veces hemos tenido que hacer en situaciones similares.
El agua estaba plagada de cangrejos de río que huían a nuestro paso.
Cruzamos y nos lavamos los pies y nos relajamos un poco en las aguas del arroyito que pasa junto al lavadero.
El lavadero, aunque de bonita estampa, es una pena que tenga el agua estancada y no esté en funcionamiento. De la Fuente aneja de la Font Nova tampoco salía agua de ninguno de sus tres caños y me recordaba a Alejandro Sanz cuando en su canción "Si tú no estás" dice aquella frase tan cargada de razón: "Si tú no estás, ¿pa qué?"
que se irá sincero y lento
y en el viento flotará, hoy que no estás.
puede que la vida siga
pero si tú no estás ¿pa' qué?..."
Cuando conseguimos despegarnos del lugar, continuamos ahora siguiendo de nuevo el SL-90 que nos llevaría por el interior del lecho del Barranc de Sant Vicent. Un entorno frondoso, fresco y con sombra.
Casi al final estaban los vandálicos restos de lo que fue el Ullal de Sant Vicent, de donde no salía agua. y enseguida llegamos a la fenomenal pinada donde está ubicada el Área Recreativa donde teníamos los coches.
Contrastaba el que se encontrara vacía cuando la semana anterior, que también habíamos parado a comer aquí, estaba a rebosar de gente y costaba encontrar una mesa libre. En fin, más paz.
Una ruta sin pretensiones en la que hemos disfrutado de una muy buena mañana en la montaña, con sus chaparroncitos intermitentes primaverales y el aroma del monte mojado. Los pequeños alicientes que la van salpicando la hacen amena y la calidad de sus sendas, muy recomendable.
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE
Un reportaje fotográfico con fotos preciosas. Saludos
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